Setenta y dos años después que Naciones Unidas aprobara la Declaración Universal de los Derechos Humanos [10 de diciembre de 1948], más de 100 estados y territorios en todo el mundo vulneran de algún modo estos derechos. Los conflictos de toda índole, las medidas de austeridad, los efectos del cambio climático, las catástrofes naturales, la creciente desigualdad, la inseguridad, la discriminación, los recortes de las libertades, entre otros asuntos, hacen que la lucha por los derechos fundamentales individuales y colectivos continúe plenamente activa.

Por si esto fuera poco, el brote de enfermedad por coronavirus ha venido a agravar la situación hasta el punto que António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, considera que la pandemia "se está convirtiendo en una crisis de derechos humanos" pese a que "la amenaza es el virus, no las personas". El panorama mundial es "bastante sombrío", sostiene Philip Alston, relator especial de la ONU sobre derechos humanos. "Siempre hay países que van en la dirección equivocada", advierte. Avanzar hacia una mayor igual dad de oportunidades y una gobernanza más receptiva sin dejar a nadie atrás fue el leitmotiv de la cumbre celebrada en Nueva York en septiembre del 2015 en la que más de 170 países aprobaron la Agenda 2030. El acuerdo multilateral incluía el despliegue a escala mundial de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con estrategias y soluciones prácticas y factibles basadas en las normativas de derechos humanos.

Sin paños calientes

Sin embargo, las buenas intenciones se dan de bruces contra la realidad. Distintas ONG han detectado una creciente hostilidad y relajo en la defensa de derechos básicos. Según Manos Unidas, unos 1.200 millones de personas viven en situación de pobreza extrema (ingresan menos de 1,15 euros diarios) y 2.600 millones en pobreza relativa (menos de 1,84 euros diarios). Oxfam Intermón indica que 2.153 multimillonarios poseen más riqueza que 4.600 millones de personas en el mundo y que las grandes fortunas eluden hasta el 30% de sus obligaciones fiscales. Human Rights Watch alerta del hostigamiento y el hacinamiento que padecen migrantes y refugiados en distintos puntos del globo. Alianza por la Solidaridad expone la persecución que sufren los defensores de los derechos humanos y ambientales, especialmente las mujeres, en América Latina. Save the Children recuerda que 700 millones de menores sufren violencia, abusos y explotación. Amnistía Internacional denuncia las políticas misóginas, xenófobas y homófobas de muchos países. Y así, suma y sigue.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? El Informe Social Mundial 2020: la desigualdad en un mundo en rápida transformación, elaborado por Marta Roig, jefa de Tendencias y Asuntos Emergentes del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas, revela que "la causa mayor de la tendencia hacia la desigualdad son las políticas de los gobiernos". En su estudio, Roig señala que "ciertos grupos de población están siendo excluidos de la vida social, económica, política y cultural". Esta realidad es "injusta" y una "fuente de conflictos", apostilla.

Teoría del péndulo

Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional (AI) España, opina que "el mundo vive en un péndulo". Por un lado, explica, "algunos gobiernos ejercen una fuerte represión en materia de derechos civiles y políticos y en libertad de expresión". Por otro, esa represión encuentra "una mayor resistencia en la población para defender sus derechos y libertades". Esto acontece en un contexto de "creciente desigualdad económica entre ricos y pobres que se ha acrecentado desde la crisis del 2008 y amenaza con acentuarse aún más después de la pandemia", subraya.

Repasando el mapamundi de las desigualdades e injusticias más significativas que ocurren a día de hoy se observa cómo "algunos gobiernos utilizan políticas de odio hacia determinados colectivos", esgrime Beltrán. En Asia, el foco se proyecta principalmente en China, donde la etnia iugur es perseguida y más de un millón de personas son retenidas en campos de reeducación; en India, donde varias minorías musulmanas son atacadas impunemente; y en Filipinas, donde existen ejecuciones extrajudiciales masivas contra los consumidores de drogas.

En América destaca la violencia desatada en las calles contra manifestantes que el año pasado causaron 210 muertes en países como Venezuela, Honduras, Puerto Rico, Ecuador, Bolivia, Haití, Chile y Colombia. La política del odio también se manifiesta en Brasil contra los indígenas y los opositores al Gobierno de Bolsonaro. Además, la selva amazónica brasileña sufrió 89.178 incendios en el 2019, un 30% más que en el 2018, y el 30% de la población americana vive en una situación de pobreza extrema.

Más vulneraciones

En Oriente Medio las acciones represivas son habituales en Arabia Saudí, Irak e Irán. Hasta 12 países tienen presos de conciencia y hay 367 defensores de derechos humanos en la cárcel. Irán y Arabia Saudí segregan a la mitad de su población —mujeres— con medidas coercitivas hacia ellas.

África, pese al derrocamiento de Omar al Bashir en Sudán y las reformas impulsadas en Etiopía a favor de los derechos humanos, sigue albergando la mayoría de conflictos armados.

¿Y Europa? El director de AI España observa "avances y retrocesos". Una tendencia positiva es que "diez países están cambiando sus leyes de violencia de género para que se acepte que no es no y que cualquier negativa por parte de las mujeres suponga delito de violencia sexual". La nota negativa hay que buscarla en el trato dispensado a migrantes y refugiados. "No se dan los recursos para las operaciones de salvamento en el mar, miles de personas se mantienen en situaciones lamentables en las islas griegas y la UE llega a acuerdos con países como Libia y Turquía, que vulneran los derechos humanos", avisa Beltrán.

También Hungría y Polonia aplican políticas de odio hacia los inmigrantes. En Polonia, además, se ha restringido el aborto legal y seguro y se ha intentado socavar la independencia judicial.

El mapamundi de las injusticias

En Asia:

- China: Más de un millón de personas retenidas en campos de reeducación.

- India: Varias minorías musulmanas son atacadas impunemente.

- Filipinas Ejecuciones extrajudiciales masivas contra los consumidores de drogas.

En América:

-Honduras, Puerto Rico, Ecuador, Bolivia, Haití, Chile, Colombia: Violencia en las calles contra manifestantes que han provocado muertes. Vulneración de derechos civiles.

-Venezuela: Violencia contra manifestantes. Vulneración de derechos civiles. Es el país con mayor número de muertes por arma de fuego (60 por cada 100.000 habitantes).

- Brasil: Represión contra los indígenas y opositores del Gobierno de Bolsonaro. 89.178 incendios en 2019 en la selva amazónica brasileña.

- México: Casi 35.000 muertos por arma de fuego en 2019.

En Oriente Medio:

- Arabia Saudí e Irán; Son habituales las políticas represivas por diversas causas. La mitad de la población (mujeres) sufre segregación. Gran número de ejecuciones.

- Irak: Represiones políticas por diferentes causas contra la población.Gran número de ejecuciones

En Europa:

- Turquía: Vulneración de derechos civiles. Política de odio contra determinados colectivos.

- Hungía: Vulneración de derechos civiles. Política de odio contra inmigrantes.

- Polonia: Vulneración de derechos civiles. Política de odio contra inmigrantes. Restringido el aborto legal y seguro

No hay 'listas blancas'

Siguiendo la teoría del péndulo, en el lado oscuro cabe incluir a aquellas democracias que promulgan políticas de odio hacia algún colectivo. Es el caso de EEUU, India, Filipinas, Brasil, Turquía, Hungría y Polonia. Esto es "muy peligroso", dice Beltrán, porque "puede llevar a pensar que los seres humanos no nacen libres e iguales, sino que depende de la actitud de sus gobiernos".

En el polo positivo figuran aquellos países que sí han hecho avances sustanciales en defensa de la humanidad. Un dato significativo es que hoy hay 145 estados que han abolido la pena de muerte [en 1948, cuando se aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos solo eran 16]. En este triste capítulo, China, Irak, Irán y Arabia Saudí ostentan el mayor número de ejecuciones a nivel mundial.

Más brotes verdes: en Europa, Reino Unido, Irlanda, Suecia, Islandia, Alemania, Chipre, Grecia y Luxemburgo están llevando a cabo progresos en materia de violencia de género. En África, Etiopía ha dictado leyes importantes a favor de los derechos humanos. Su primer ministro, Abiy Ahmed obtuvo el Premio Nobel de la Paz 2019 por firmar la reconciliación con Eritrea tras dos décadas de enfrentamiento. Y en Asia, Taiwán ha aprobado una ley de matrimonio entre personas del mismo sexo.

Aunque Beltrán asegura que no existe una lista blanca de países impolutos, sí nombra a Canadá como embajadora de las naciones menos corruptas del mundo, pese a mantener ciertas tensiones con sus poblaciones indígenas.

Lucha permanente

Visto el panorama, ¿qué se puede hacer para vivir en un mundo mejor, más justo y solidario? En primer lugar, "frenar la discriminación y la desigualdad, que son el caldo de cultivo para la violación de los derechos humanos", responde el director de AI España. "Si hablamos de discriminación, el 40% de las mujeres en edad de procrear viven en países donde se restringe el acceso al aborto legal y seguro. Respecto a la desigualdad, los países donde existe una mayor estabilidad y se respetan más los derechos humanos son aquellos en los que la clase media es más amplia que el número de ricos y de pobres", argumenta.

Otro requisito indispensable, dice Beltrán, es mantener el derecho internacional: "Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son importantes para marcar la hoja de ruta de solidaridad a largo plazo, pero no pueden sustituir al derecho internacional. El principal problema de los ODS es que no hay rendición de cuentas; en el derecho internacional sí: un caso de tortura, por ejemplo, se puede llevar a los tribunales".

Para muestra, un botón. Según el director de AI España, "México registró en 2019 casi 35.000 muertes por arma de fuego, el año más violento de su historia reciente. El drama allí es que el 97% de los delitos quedan impunes y la impunidad es incompatible con los derechos humanos ya que no permite la convivencia". Peor ejemplo da Venezuela, que se distingue por ser el país con mayor número de muertes provocadas por arma de fuego [60 por cada 100.000 habitantes].

Proteger los derechos humanos implica no bajar la guardia. "Nunca se llega a Ítaca", dice Beltrán. Siempre hay peligros que afrontar. "El cambio climático es la mayor amenaza intergeneracional de la historia de la humanidad", avisa el experto. La buena noticia es que "el mañana no está escrito". A su juicio, la resistencia de la sociedad civil para no ver pisoteados sus derechos y libertades es una señal esperanzadora de que "el futuro puede ser diferente".

Violencia de género: El talón de Aquiles de España

Los derechos humanos en España presentan una realidad "mixta", define Esteban Beltrán. En algunos aspectos se ha avanzado mucho, pero en otros aún arrastramos graves problemas. Entre los primeros cita la aprobación de leyes y políticas prácticas y las mejoras impulsadas en materia de concienciación ciudadana. Entre los segundos señala la violencia de género como el principal talón de Aquiles. Dentro de este ámbito incluye a las víctimas de violencia sexual, una falta que acapara 40 denuncias diarias en nuestro país.

El director de AI España también reclama avanzar en derechos sociales. Por ejemplo, en el tema de la vivienda. En el periodo 2013-2019, en España se han producido más de 400.000 desahucios, denuncia. "A pesar de que en el marco de la pandemia se han logrado algunas mejoras importantes en cuanto a la política de desalojos, sigue siendo un problema estructural serio", apunta.

Otro déficit se encuentra en el debilitado sistema de salud español, que se ha ido deteriorando progresivamente desde el 2008 al 2015. Los recortes en este campo se han dejado notar y "ahora estamos viendo las consecuencias", critica Beltrán. "Necesitamos invertir en proteger el acceso a la salud de la gente", sugiere.

En España existe la libertad de expresión y de opinión. Sin embargo, el director de AI España aprecia ciertas amenazas. En concreto, se lamenta de la ley antiterrorista, vigente desde la funesta época de ETA. "El enaltecimiento del terrorismo supone un riesgo para la libertad de expresión porque no se puede condenar penalmente opiniones que no representen ningún delito", expone. También ve obstáculos en la denominada ley mordaza, cuya aplicación durante la pandemia ha provocado "una cierta arbitrariedad policial a la hora de sancionar".

Beltrán no duda en ponderar los avances significativos de España en la defensa de los derechos humanos, pero advierte que aún quedan asignaturas pendientes. En su opinión, las luces de alarma se ciernen sobre dos cuestiones: la situación de pobreza en la que viven el 27% de hogares españoles y en la posibilidad de que la pandemia reduzca la clase media y ensanche la desigualdad entre ricos y pobres. Avisados estamos.