La resiliencia es la capacidad de superar la adversidad. Adaptarse a una situación adversa, como la generada por el coronavirus a nivel global. No es fácil, pero conviene concentrarnos en superarla y aprender de ella. Tenemos la responsabilidad de minimizar el impacto de esta crisis en cuanto nos compete y, además, estamos a tiempo de hacerlo.

La situación es tan compleja para la sociedad en general como para el tejido empresarial en particular, pero, en primer término, hay que ser prudentes y acatar las recomendaciones. No se trata de dejar en manos de la sanidad pública el futuro de la economía provincial, pero sí de actuar con responsabilidad.

Estamos en una fase embrionaria del problema en Alicante, pero tenemos el ejemplo de las graves consecuencias del mismo en las zonas más afectadas. Las empresas deben tener ya definidos sus planes de contingencia, que pasan por concretar sus procesos críticos y los medios necesarios para mantenerlos.

Tenemos que ser conscientes de los riesgos que afrontamos. El escenario que se plantea para los sectores tractores de la economía alicantina ya es complicado y puede vaticinarse que lo va a ser más.

Muestra de ello es el sector del calzado. No sólo por problemas de suministro y por el alza de precios en materias primas, problemática que comparte todo el sector industrial de la provincia, sino por la evolución que va a tener su consumo. Para el juguete, inmerso en la fabricación de la producción de verano, el impacto que está teniendo su industria hace peligrar su campaña de 2020.

El turismo y la hostelería, elementos clave en la economía provincial y los más perjudicados tras la anulación de los viajes del Imserso, están atravesando una situación de excepción desconocida hasta ahora por el sector. En general, la paralización de actividad comercial en todos los sectores supone un evidente freno en el ánimo de la inversión y del consumo.

A todas luces el primer objetivo ahora es superar la crisis sanitaria. Pero la necesidad de no perder de vista la protección del empleo y del bienestar social nos obliga desde CEV Alicante a pedir a las administraciones públicas que tengan en consideración que las empresas van a necesitar medidas de choque que aseguren su supervivencia y la de los puestos de trabajo que generan.

Medidas que deben ser de ámbito laboral, como facilitar los procedimientos especiales de regulación de empleo y las bonificaciones y aplazamientos de cuotas de la Seguridad Social; de tipo fiscal, estableciendo aplazamientos sin recargo de las cuotas de IVA e Impuesto de Sociedades, y bonificación de impuestos como IBI o IAE; financieras, aprobando líneas flexibles para tesorería del ICO y el IVF; promocionales, dando soporte a los sectores más dañados con campañas potentes una vez superada la crisis; y, finalmente, sanitarias, implantando protocolos sanitarios específicos de prevención y actuación.

Los gestores públicos deben ser certeros y valientes en sus decisiones para anticiparse a los daños. A su vez, los empresarios estamos obligados a ser responsables y a estar a la altura de las circunstancias. Tenemos que estar preparados para reducir al máximo las consecuencias que esta crisis pueda tener en la economía alicantina y en el bienestar de su gente y, además, salir reforzados de ella. Daños habrá, pero tratemos de que sean los mínimos posibles. Si alguien sabe de resiliencia empresarial, somos el empresariado de esta provincia. ?