P ¿Cómo puede afectar la situación creada por el Covid-19

R La inestabilidad generada puede hacer oscilar los precios de los inmuebles, pero para considerar una caída se ha de mantener en el tiempo y ser de alcance general, pues las causas por las que un inmueble o un mercado local concreto sube o baja, se identifican por las características concretas de los mismos. Desde nuestro punto de vista, las valoraciones no deben ser nunca ambiguas ni crear dudas sobre el activo valorado, para ello lo mejor es seguir los procesos que tienen establecidos las sociedades de tasación.

P ¿Se dan estas circunstancias en nuestro mercado de vivienda?

R Los problemas actuales coinciden con un cambio en la tendencia del mercado de vivienda; en España, las compraventas cerraron 2019 en 558.500, con una caída del 4% en la vivienda usada y un 1,2% de subida en la nueva; pero ésta representa sólo un porcentaje alrededor del 13% del total. También los precios se habían ralentizado y el precio medio ha subido un 4%, algo menos en la usada y más en la nueva. Hay tensiones por falta de mano de obra cualificada; un cambio hacia un modelo más tecnificado y estándar de construir; y puede darse también una disrupción de suministros, pero dependerá de la duración de la epidemia. En suma, había ya una ralentización del sector, antes de los hechos actuales.

P ¿Pueden señalar alguna novedad especialmente significativa?

R Hay la posibilidad de que contratos en el sector inmobiliario se vean afectados por causa de fuerza mayor, como podría ser el freno a la ejecución de una obra, o dificultades para cumplir contratos de gestión de hoteles. La falta de ocupación de edificios para eventos y congresos también puede plantear problemas en el pago de alquileres; pero todo esto sería significativo para el valor del inmueble sólo si se materializara en una pérdida permanente de flujos financieros.

P ¿Puede haber algún efecto previsible positivo para el mercado inmobiliario?

R Los tipos de interés se van a mantener muy bajos o negativos de manera indefinida, lo que favorece sin duda la inversión inmobiliaria. Para inversores endeudados el menor coste de la deuda podría compensar en alguna medida la caída temporal de los flujos de renta.

También la construcción para alquileres a largo plazo parece ahora más estable que la de corto plazo. Habría que seguir estas cuestiones y tendencias para ver si se consolidan en el futuro, una vez se hayan superado los problemas actuales.