El coronavirus se ha convertido en un inesperado enemigo para la economía y especialmente para el comercio minorista y de proximidad, de por sí tocado y con un goteo de cierres incesante desde hace más de una década, con pérdida de un tejido productivo básico para la economía provincial. El enemigo ya no está en los elevados alquileres de locales ni en los impuestos de autónomos, ni siquiera en el empuje de la hostelería. Ahora es una infección respiratoria que surgió en China que ha diezmado a la potencia económica mundial y ahora amenaza a Europa, a España, a la Comunidad Valenciana y a la provincia de Alicante, en un mundo global en el que la repercusión de los acontecimientos está siendo planetaria. En solo una semana de repunte del Covid-19, el pequeño comercio de la provincia ha sufrido una caída de negocio del 40%. Y si no es mayor se debe al auge de la alimentación, que, sin embargo, beneficia sobre todo a las medianas y grandes superficies, con una demanda disparada.

Los más damnificados por esta crisis sanitaria a la par que económica están siendo los establecimientos de venta de textil y moda, calzado y complementos, que son más del 60% de las empresas de comercio minorista de la provincia. El secretario general de la patronal del pequeño y mediano comercio (Facpyme), Francisco Rovira, habla de «situación crítica y grave». «Es una catástrofe, la tormenta perfecta ha llegado», dice Rovira, que habla de consecuencias impredecibles, y barrunta cierres de establecimientos y expedientes de regulación de empleo temporales. Los 25.731 comercios minoristas de la provincia dan trabajo a más de 45.000 personas.

La patronal considera que la pandemia mundial es una desgracia económica para España, para la Comunidad Valenciana y para una provincia eminentemente turística. «Ya se ha caído la Semana Santa, a ver qué pasa con el verano», apunta el portavoz del colectivo. La propia federación de pequeño y mediano comercio recomendó el viernes la clausura de los pequeños establecimientos provinciales, a excepción de los del sector de alimentación, farmacias y clínicas dentales «por responsabilidad social y solidaridad con los ciudadanos». Además de comercio tradicional, esta patronal que cuenta con más de 10.000 asociados en la provincia tiene entre ellos salones de belleza y gimnasios, a los que también aconseja el cierre con el fin de evitar recintos donde se reúnan grupos de personas.

El gran comercio se resiste a dar cifras de cómo está afectando la pandemia a las ventas, pero los centros comerciales registran durante toda la semana una importante caída en la afluencia a las tiendas, de hasta un 40%, según fuentes del sector. Un informe de una consultora ha cifrado en un 194% el incremento de la demanda de los productos de alimentación y droguería en la Comunidad Valenciana por temor a un desabastecimiento y a tener que pasar una cuarentena como aislamiento contra la propagación del virus en los domicilios. Esta gran afluencia al sector de alimentación resta demanda a otros sectores de la gran distribución. Rovira destaca la capacidad para atender la demanda ya que hay más de 500 almacenes logísticos para nutrir de productos los supermercados. En todo caso, desde la patronal de las grandes superficies, Anged, su portavoz, Joaquín Cerveró, dijo que toda la cadena de suministro funciona de momento con completa normalidad.

En El Corte Inglés de Alicante se ha disparado la venta online, como en general en todos los centros de la firma en España, donde crece la venta telefónica y también el click&car, por el que se hace el pedido en la web y se recoge en los aparcamientos de los centros comerciales. La menor afluencia al resto de la tienda se compensa en el caso de esta firma con una mayor compra en sus supermercados. Sin embargo, la venta online tampoco compensa el «preocupante descenso de tráfico a las tiendas físicas» como consecuencia de la crisis del coronavirus, según destaca la Asociación Empresarial del Comercio Textil, Complementos y Piel. El Colectivo por Alicante, que engloba a una docena de asociaciones de la capital y engloba al 70% del pequeño comercio, constató ya en los primeros días de expansión del virus la caída generalizada de la actividad cotidiana, desde cancelaciones de cumpleaños en los parques de bolas a caída de servicios en las peluquerías y menos movimiento de personas en las calles. La suspensión de la Semana Santa supondrá una pérdida del 60% en la recaudación de los negocios de hostelería y en los comercios.

La caída del cliente asiático impacta en las grandes tiendas

El gran comercio está notando una importante caída en la demanda del cliente asiático, tanto del turista, que apenas viene a la provincia, como de los residentes chinos, fieles clientes de marcas de moda, alta joyería y otros artículos. Los chinos, junto a rusos y argelinos, acaparan el negocio más selecto, en su caso con gusto por los relojes elegantes y caros, de ahí que en algunas tiendas de gran distribución tengan traductores chinos. Ahora la población inmigrante del país oriental ha optado por un retiro voluntario cerrando sus propios negocios para confinarse en casa o reduciendo mucho su actividad al expandirse la epidemia por la provincia. Según miembros de la comunidad china, las compras de moda y otros artículos queda aparcada y optan por el ahorro a la espera de tiempos mejores que confían en que lleguen a España al igual que a su país, donde empieza a remitir la epidemia.