Alicantina «de los pies a la cabeza», según sus propias palabras, Dolores Mejía puede presumir de ser la primera mujer que accedió en España a la dirección general de un merca, es decir, de uno de los recintos públicos de distribución mayorista donde cada día se abastecen de productos frescos miles de tiendas y supermercados. Un hito del que, sin querer darse importancia, ella misma reconoce la trascendencia en un camino por la igualdad real de géneros, al que asegura que aún le queda trecho por recorrer, aunque se avance «en la buena dirección». De naturaleza optimista, según afirma, está convencida de que su hija, que ahora tiene 15 años y por la que se ha aficionado al voleibol para seguirla en sus competiciones, lo tendrá mucho más fácil en este terreno.
En cualquier caso, su llegada a lo más alto de Mercalicante supone todo un ejemplo de constancia y de capacidad de adaptación. Sobre todo, porque su formación nada tiene que ver con lo que uno espera de una alta ejecutiva. Licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad de Alicante, Mejía entró en la empresa pública participada por Mercasa y el Ayuntamiento de Alicante con una beca para su laboratorio de análisis de alimentos, donde inspeccionaba la presencia de restos de plaguicidas o el estado microbiológico de los productos que pasaban por el recinto.
Cuando la compañía decidió externalizar este servicio, pasó a realizar labores de técnico de higiene alimentaria y a responsabilizarse del área de formación y de seguridad laboral, tras realizar un Máster en Prevención de Riesgos Laborales. Pero no se quedó ahí, siguió formándose y acabó ascendiendo a la dirección de Desarrollo Corporativo y de Recursos Humanos, lo que le garantizó un asiento en el comité de dirección de la compañía. Finalmente, cuando su antecesor y actual presidente de Mercasa, José Ramón Sempere, se marchó a Madrid, el consejo decidió nombrarla directora general. «La capacidad de una persona no se queda en los primeros estudios. Adaptarse y aprender es muy importante, y más aún con la digitalización de la economía», responde, cuando se le pregunta por su viaje desde los microscopios y las probetas al mundo de la gestión empresarial.
Desde que llegó a su actual cargo, Dolores Mejía no ha cejado en su empeño por convertir Mercalicante «en un gran centro de distribución logística nacional e internacional» -el recinto cuenta con un local autorizado para realizar los controles para la exportación de mercancías a terceros países-y en «un motor de desarrollo para la provincia». En este tiempo, el complejo ha incorporado un hub logístico de última milla, que se encarga de recibir a los grandes megacamiones que transportan la carga para las principales cadenas de supermercados e hipermercados, y hacerla llegar luego a los establecimientos en vehículos más adecuados para la ciudad y menos contaminantes. Además, ha creado un Aula de Frescos, donde se forman carniceros o pescaderos, y una plataforma específica para productos ecológicos.
Y todo ello rompiendo el tópico de que las empresas públicas no pueden ser rentables ni eficientes. «Llevamos once años seguidos con beneficios», recalca la ejecutiva, firme defensora de que este tipo de recintos sigan en manos de las administraciones. Así, Mejía también defiende la labor de responsabilidad social corporativa que realiza y que, según recalca, «está en el ADN» de este tipo de compañías, lo que se traduce, por ejemplo, en campañas para fomentar la alimentación saludable. A pesar de las dudas que sacuden ahora la economía, está convencida de que la provincia saldrá adelante y anima a buscar oportunidades donde otros ven problemas, como el Brexit. La actitud lo es todo, asegura.
