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La nueva era empresarial. Más cambios y más innovación

La nueva era empresarial. Más cambios y más innovación

En los últimos tiempos, en el entorno económico global y local se están manifestando una serie de cambios significativos, diversos, profundos, rápidos y complejos que están teniendo una clara incidencia sobre las empresas; unas veces en forma de amenazas que hay que saber evitar y otras en forma de oportunidades que hay que saber aprovechar, y para ello resulta necesario reaccionar e innovar.

Todas las actividades y sectores económicos se están viendo afectados por una serie de mutaciones, como también se está notando en todos los ámbitos de la vida humana. Para Kjell Anders Nordström y Jonas Riddersträle (dos economistas suecos de apellidos impronunciables para nosotros y autores del bestseller internacional Funky Business. El talento mueve el capital, clasificado como uno de los mejores libros de negocios de todos los tiempos), los procesos de cambio están incidiendo en nuestras vidas en forma de una revolución que está transformando la sociedad, la economía, la industria, las empresas, los puestos de trabajo, la vida personal, todo.

Pero esta situación no es nada novedosa, por ejemplo, en 1980 el futurólogo estadounidense Alvin Toffler, en su libro La Tercera Ola, afirmaba que llevamos tiempo en una época de explosivas transformaciones que afectan a las vidas personales y a toda forma de orden social, de modelo económico, de organización empresarial y de sistema político, en algunos casos; aunque no se pueden considerar aisladamente, porque ello haría perder su más amplio significado e impediría planear una respuesta coherente y eficaz a los mismos, ya que no permitiría tener una visión clara, ni unos objetivos expresos. Y todo esto ya se expresaba hace 40 años.

Ya lo decía el filósofo griego Heráclito (535 a. C.- 484 a. C.): «Lo único inmutable es el cambio». Y que razón tenía. La realidad es que la humanidad ha ido evolucionando con «grandes cambios» vinculados a «grandes innovaciones» (la rueda, la imprenta, la máquina de vapor, la electricidad, el teléfono...).

En gran medida, la metamorfosis que se está produciendo a escala económica y empresarial está justificada por los grandiosos y diversos avances tecnológicos, por la interconexión en un mundo global facilitada por las telecomunicaciones y por una intensa aceleración en las innovaciones. Los cambios son tan notables que la gente piensa y cree que está en una nueva era, en una nueva etapa de la civilización.

La importancia y aceleración de los cambios que se están revelando han ido creando un ambiente de cierta incertidumbre e inestabilidad en el mundo económico, y se ha desarrollado la sensación de que aumentan los riesgos, las contradicciones, los desafíos en el ámbito empresarial.

Pero, en realidad, las empresas más que vivir una época de cambios, están viviendo en un cambio de época, en una etapa de turbulencias que combina con mucha rapidez ciclos de progreso y de crisis, en un período de vértigo en el que se mezcla y coexisten lo viejo y lo nuevo, en una fase de incertidumbre e inestabilidad, en una era de perplejidad que genera desconcierto, inseguridad e indecisión en muchas personas.

En un contexto de transformaciones constantes y rápidas, se requieren nuevas formas de pensar y de gestionar las empresas para garantizar su viabilidad, competitividad y rentabilidad. En este sentido, las empresas precisan nuevos modelos y paradigmas, nuevas premisas y reglas, nuevos esquemas mentales, nuevas estrategias y políticas. Todas estas novedades implican necesariamente seguir innovando para sobrevivir y para poder crecer.

Las empresas necesitan de forma permanente nuevas ideas, nuevos proyectos, nuevos servicios, nuevas iniciativas y formas de hacer las cosas. Además, requieren, en todos los ámbitos y niveles de la organización, de personas emprendedoras, creativas e innovadoras. No se pueden dirigir empresas del siglo XXI con modelos de gestión del siglo XX, esto sólo es garantía de fracaso, en ningún caso de éxito.

Para dirigir una empresa en la actualidad es fundamental gestionar los cambios, incluso ser capaz de adelantarse a los mismos. Una buena dirección tiene que ser un instrumento activo que permita a la empresa reaccionar, repensarse, redefinirse, rediseñarse, reajustarse, reconvertirse, reestructurarse, redimensionarse, renovarse, reinventarse o renacer. La capacidad para gestionar estos conceptos «re», en cada momento y de forma adecuada, está vinculada a la innovación empresarial.

Es necesaria una efervescencia creativa que contribuya a reformar y mejorar las empresas. Hay que volver a pensarlo todo, hay que comenzar de nuevo y para ello siempre hay que partir de una innovación que ponga en marcha un proceso de metamorfosis que combine la radicalidad de la transformación con la conservación de aquellas cosas que funcionan correctamente en el ámbito empresarial.

La innovación hay que entenderla como un proceso que parte de la generación de ideas y finaliza en la transformación de estas en productos y/o servicios que aportan valor a la empresa.

La gestión del cambio en las empresas implica mejorar su presente y crear su futuro al mismo tiempo. En un entorno cambiante, debe existir un equilibrio entre la continuidad y la innovación, entre el pasado, el presente y el futuro de la organización. El cambio no debe considerarse una situación excepcional, tiene que anticiparse y gestionarse.

Los líderes empresariales afrontan los procesos de cambio reinventando su pensamiento, adoptando nuevos comportamientos estratégicos e innovando al máximo para explotar las oportunidades de sus organizaciones.

Como reconocía el prestigioso economista Eduardo Bueno en 1996, el futuro de una empresa sólo estará garantizado si es capaz de transformarse con el mismo grado de aceleración y de profundidad con el que lo está haciendo su entorno. Una empresa que se mantenga estática, mientras su entorno se modifica permanentemente, perderá su capacidad de adaptación y de competencia y, consecuentemente, pondrá en peligro su existencia.

En positivo, las empresas tienen que enfrentarse a los cambios cambiando y, para ello, tienen que innovar. Como afirmó Albert Einstein, «si continúas haciendo siempre lo mismo obtendrás siempre los mismos resultados. Para conseguir algo nuevo debes hacer algo diferente».

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