Frente común, al menos por el momento, de los herederos de Amaro González para reclamar a Acadia Capital una solución dialogada a las discrepancias que han surgido sobre la ejecución del contrato de compraventa de la compañía alicantina de congelados. Las cinco ramas familiares de descendientes del fundador se reunieron este jueves para cerrar filas y plantear una «propuesta amistosa» con la que solucionar la disputa que se ha generado después de que el fondo, a su juicio, no haya cumplido con las condiciones pactadas, en lo que todo apunta a una desavenencia por cuestiones económicas, aunque desde la familia sostienen que son varios los motivos.

Así, según el exconsejero delegado de la firma, Amaro Noland González, la propuesta de diálogo se hizo llegar ayer a los representantes del fondo -aunque el socio de Acadia Luis Miguel Romero aseguró por la tarde que aún no tenía constancia oficial de la misma- y confían en tener una respuesta la próxima semana. De lo contrario, aseguró, los antiguos propietarios podrían reclamar la reversión de la venta para recuperar el control de la firma. Eso sí, Noland González reconoció que aún no se había acordado una estrategia conjunta sobre este último tema.

«Lo que sí queremos es que haya una solución lo más rápido posible porque no deseamos que la situación se eternice y afecte a la compañía», afirmó el exejecutivo. En la misma línea, el economista que ha ejercido de intermediario en la operación, Luis Valls, señaló que la familia no tiene interés en judicializar el tema y que lo que reclama es una «solución dialogada» y que «se cumpla lo que ellos entienden que se firmó en el contrato».

Por su parte, el actual presidente del Grupo Amaro y socio del fondo comprador, Luis Miguel Romero, insistió ayer en que Acadia Capital «está cumpliendo con todos sus acuerdos», pero se mostró «abierto al diálogo» con los antiguos propietarios, sin querer extenderse más sobre la cuestión.

Pérdidas

Aunque cuatro de las cinco sociedades que componen el grupo cerraron el ejercicio de 2018 con beneficios -la quinta, la división cárnica, no tiene balance de ese año publicado en el Registro Mercantil-, los nuevos responsables de Grupo Amaro aseguran que el pasado año se cerró con pérdidas, lo que les ha llevado a plantear un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para un tercio de la plantilla. En concreto, su propuesta inicial es prescindir de 32 de los 91 trabajadores que la firma tiene en sus instalaciones de Alicante y sus delegaciones de Canarias y Vigo. Además, ha iniciado un procedimiento de descuelgue para reducir entre un 15% y un 20% el salario del resto del personal.

Acadia Capital argumentó que su intención es sanear la firma para, posteriormente, hacerla crecer. De hecho, cuando anunció la compra, aseguró que su objetivo era que el grupo alcanzara los 70 millones de facturación en tres años. Una meta ambiciosa si tiene en cuenta que la suma de ingresos de sus cinco sociedades en 2018 fue de 35 millones.

Un compañía casi centenaria y con arraigo

Surgido como un almacén de piensos y cereales junto al Mercado Central de Alicante en los años 20, el nombre de Amaro González se hizo muy popular a raíz de que su fundador se convirtiera en presidente del Alicante Club de Fútbol en los años 50, la etapa dorada del equipo, que fue cuando la compañía también comenzó a tomar relevancia, tras virar su negocio y apostar por construir un gran almacén frigorífico. Fue cuando se pasó al pescado congelado. En su día llegó a poseer una flota pesquera significativa, que la puso en el punto de mira de Pescanova, con la que rivalizaba.