Alicante confirma su vocación de provincia terciarizada ante el nuevo aumento en 2019 de los establecimientos ligados directamente al sector turístico -alojamiento, bares y restaurantes-, así como de los servicios, en general. Nada nuevo en el modelo económico de la provincia de los últimos años, si se suma el crecimiento del número de empresas de la construcción, tras el periodo de crisis, y el descenso de las sucursales financieras de los últimos años. Sin embargo, los recientes datos del Directorio Central de Empresas (Dirce) en Alicante sí ratifican una preocupante tendencia ya reflejada el año anterior, como es la pérdida de peso de la industria del calzado y del comercio, dos de las actividades más enraizadas en el tejido productivo provincial, en un contexto de crecimiento del censo empresarial y de unidades locales de negocio activas. En el último caso, se ha pasado de las 159.370 de 2018 a las 165.528 de 2019. Es decir, el mapa de actividad gana más de 6.100 nuevas firmas.
Y, entre ellas, la gran novedad es que las compañías relacionadas con la consultoría y la programación informática o las de investigación y desarrollo están pidiendo paso y haciéndose hueco en una estructura sostenida por pilares productivos tradicionales. «Esto reafirma la apuesta que se ha hecho por el negocio digital en Alicante y parece que va por buen camino. Es un reto importante para la provincia, ya que el aumento de este tipo de empresas aportan valor añadido. No slo supone la llegada de nuevas inversiones, sino que atraen a personal cualificado y con alto poder adquisitivo», subrayaba Perfecto Palacio, presidente de la patronal CEV en Alicante.
Programadoras e investigación
La provincia cuenta en estos momentos con más de 1.200 programadoras y consultoras vinculadas a la informática, que suponen 68 más que en 2018. Y las firmas con el sello innovador de la investigación y el desarrollo alcanzan las 250, doce más que un año antes. Un crecimiento en el que tienen su propia aportación las universidades alicantinas, según destacaba el catedrático del departamento de Organización de Empresas de la Universidad Miguel Hernández de Elche, José María Gómez Gras. No obstante, pese a este nuevo horizonte que se abre para el modelo económico alicantino, la mayor inquietud de los representantes empresariales es el descenso experimentado por el calzado dentro de la actividad industrial, junto al del pequeño comercio.
En ambos casos, la contracción del consumo ha lastrado su actividad. Un factor al que, en el caso del calzado, se une la incertidumbre internacional por el proceso del Brexit y la guerra comercial entre EE UU y China, «lo que no beneficia nada a un sector tan exportador como el calzado», lamentaba Marián Cano, presidenta de la Asociación Valenciana de Empresarios del Calzado (Avecal). El sector zapatero ha pasado en un año de registrar 2.617 unidades industriales a 2.596. Una pérdida que Avecal atribuye al momento de transformación que atraviesa su cliente tradicional, el sector del retail, «que está perdiendo posiciones frente al auge del canal online», añadía Marián Cano. También el comercio acusa estas nuevas formas de negocio, pero, además, se enfrenta al encarecimiento del precio del alquiler de los locales comerciales, «lo que le empuja al cambio de ubicación a zonas más baratas o al cierre», según Francisco Rovira, secretario general de la patronal provincial del pequeño comercio Facpyme.
Por otra parte, los datos del Dirce confirman, igualmente, el crecimiento de las constructoras, que suman más de mil, en el caso de la edificación; y la caída en picado de las sucursales bancarias, debido al proceso de reestructuración del sector financiero. Alicante ha perdido más de 180 oficinas de bancos en solo un año.
