Sigue la sangría de cierres en el sector financiero, donde, a los recortes que están aplicando los grandes bancos en sus redes, se suma también el repliegue de las pequeñas y medianas entidades que, en muchos casos, supone su práctica desaparición de la provincia. Es lo que ha ocurrido con el portugués Novo Banco, que acaba de cerrar su única sucursal en Alicante, dentro del proceso de reestructuración de su negocio que está acometiendo y que supondrá el abandono de la banca minorista para centrarse en el segmento de banca privada y de empresa.

Los operarios trabajaban ayer desmontando la oficina, ubicada en uno de los puntos neurálgicos de la capital de la provincia -en la Glorieta de la Estrella, junto a El Corte Inglés-, que abrió sus puertas por última vez el pasado día cinco. Según explicaron desde la entidad, a partir de ahora los clientes serán atendidos por «gestores especializados de la oficina de Valencia» o mediante los distintos canales de banca a distancia de que dispone la firma, en línea con lo que está haciendo la mayoría del sector, a medida que reduce su presencia en las calles. En el caso de Novo Banco, el cierre se enmarca en el ERE que afectará al 20% de su plantilla actual en España y que supondrá también el cierre de otros emplazamientos que la entidad no considera estratégicos, dentro de su nueva orientación.

El banco nació como tal en 2014, después de que el Estado portugués interviniera el Banco Espíritu Santo -que fue quien inicialmente abrió la sucursal en Alicante- y decidiera dividirlo en dos. Por un lado, traspasó sus activos problemáticos a un banco malo y con el resto creó Novo Banco. Posteriormente, en 2017, vendió el 75% de sus acciones al fondo Lone Star, mientras que el fondo de resolución bancaria portugués mantuvo el restante 25%.

Durante algunos años la entidad trató de mantenerse en el mercado español ofreciendo depósitos con un interés algo superior a la media del mercado, lo que le permitió aumentar su base de clientes. Sin embargo, después de que la matriz perdiera el año pasado 1.400 millones de euros y solicitara una nueva inyección de capital al Estado portugués, sus propietarios han decidido cambiar de estrategia y han apostado por adelgazar su filial española. En este sentido, además de recortar su red y reorientar su estrategia de negocio, también han optado por vender su gestora de fondos de inversión, mediante una puja en la que se alzó ganadora Trea AM.

Santander completa los cierres

Pero el cierre de Novo Banco sólo es el último del goteo de recortes que lleva realizando el sector desde hace más de una década, que este año ha tenido dos protagonistas destacados: el Santander y CaixaBank, con la aprobación de sendos ERE que, junto con el cambio de modelo de sus oficinas, ha supuesto la desaparición de más de medio centenar de sucursales en la provincia desde el pasado enero. En el caso del banco presidido por Ana Botín, la entidad finalizó el pasado 22 noviembre las 36 clausuras que tenía previstas en la provincia dentro de este proceso, que ha ido ejecutando por oleadas desde que en junio llegó a un acuerdo con los sindicatos, según apuntaron fuentes de CC OO y UGT.

Desde el banco, recordaron ayer que los recortes estaban pendientes desde que la entidad compró el Popular para evitar su quiebra en el año 2017 y que el 99% de las más de 3.000 salidas de trabajadores que se han producido fruto de este ERE en toda España han sido voluntarias, aunque desde los sindicatos señalan que el banco también ha propuesto a algunos empleados su adhesión al proceso.

En cuanto a CaixaBank, desde CC OO señalan que son 18 las sucursales que el banco ha clausurado en la provincia desde el inicio del año. En este caso, sin embargo, más que con el recorte de personal -que se cerró en agosto con la marcha de 85 trabajadores en la provincia- los cierres están relacionados con el nuevo modelo de red que está implantando la entidad y que supone concentrar los servicios que ahora prestan varias oficinas en sus nuevas sucursales «store», que están abriendo en zonas céntricas de las principales ciudades. Una tendencia a crear «megasucursales» que, de una forma u otra, han empezado a seguir casi todos los operadores del mercado.

Casi 400 empleos menos

De acuerdo con los últimos datos oficiales del Banco de España, a cierre del mes de junio el número de sucursales de la provincia se sitaba en 898, lo que supone prácticamente la mitad de las 1.770 que llegó a haber en el año 2008. Los sindicatos están convencidos de que los recortes aún no han acabado, ya que la prolongación de los bajos tipos de interés dificulta cada vez más rentabilizar el negocio financiero, a lo que se une la imparable tendencia hacia la digitalización del sector. Así, la de banca y seguros es una de las pocas actividades que sigue destruyendo empleo, por mucho que avance la recuperación. Sólo en el último año la cifra de cotizantes en este sector se ha reducido en casi 400 personas en Alicante, hasta situarse en 8.552.

Las cajas rurales aprovechan la retirada de los grandes

A pesar de que el recorte de redes es prácticamente generalizado, también hay un pequeño grupo de entidades que ha visto en el retroceso de la competencia una oportunidad para crecer. Se trata, por lo general, de cajas rurales, que se encuentran saneadas y que pueden destinar recursos a expandirse, eso sí, siempre de una forma moderada. Así, la manchega Globalcaja inauguró el año pasado sendas sucursales en Alicante y Elche, y se unió a la expansión que desde 2017 protagoniza la toledana Eurocaja Rural, que este verano alcanzó las 13 oficinas en la provincia, con la apertura de su nueva delegación en Tibi, donde se han convertido en la única entidad con presencia física. En el ámbito local, también la oriolana Caja Rural Central mantiene una estrategia de abrir nuevos emplazamientos dentro de sus planes para seguir creciendo. Así, el año pasado se estableció en San Vicente del Raspeig y este 2019, en el que ha cumplido cien años de existencia, ha llegado a San Miguel de Salinas y a Villena, además de varias poblaciones murcianas, donde también quiere ganar tamaño. Mientras, la Generalitat ha puesto en marcha un plan para instalar cajeros en las poblaciones sin bancos.