Mientras la desaceleración económica ya empieza a frenar la recaudación de Hacienda a nivel nacional, en el caso de Alicante los ingresos de la Agencia Tributaria viven ajenos a esta realidad y siguen creciendo a buen ritmo, camino de superar el récord que marcaron en 2007. La mejora de ventas que están logrando las empresas alicantinas, el notable afloramiento de alquileres y otras ganancias patrimoniales durante en la última campaña de la renta, o los mayores beneficios que presenta el Sabadell, tras el desastre que sufrió el año pasado por caos informático de su filial británica, se han combinado para elevar hasta un 7,7% la recaudación tributaria en la provincia en lo que va de año, muy por encima del 0,8% del conjunto del país.
En concreto, los últimos datos oficiales señalan que de enero a octubre los alicantinos abonaron 3.178 millones de euros por los grandes impuestos de carácter estatal que gestiona la Agencia Tributaria -aunque luego ceda una parte a la Generalitat y los Ayuntamientos-, lo que supuso la cantidad más elevada desde el año 2007. De las grandes figuras impositivas que maneja este organismo -el Impuesto sobre la Renta, el IVA y el de Sociedades-, fue este último, que grava los beneficios empresariales, el que más creció en porcentaje, un 11,6%, al pasar de los 461 a los 514 millones de euros. Una evolución que, además, contrasta con el descenso también de casi un 12% registrado a nivel nacional, influido por los menores pagos a cuenta de los grandes grupos, que este año han visto reducidas sus ganancias.
Justo lo contrario que le ha ocurrido al Sabadell, que desde octubre de 2017 tiene su domicilio fiscal en Alicante. El banco que preside Josep Oliu prácticamente triplicó sus beneficios -una vez saneado su balance y superada la crisis del TSB-, lo que influyó decisivamente en la evolución de la recaudación de este tributo en la provincia, en opinión del secretario general del sindicato de Técnicos de Hacienda Gestha, José María Mollinedo.
Más allá de esta situación particular, el IVA se mantiene como el tributo que más aporta a las arcas públicas en Alicante, con un total de 1.335 millones de euros hasta el pasado mes de octubre, lo que supuso un incremento del 6,9%, según los datos oficiales de la Agencia Tributaria, también bastante por encima del 1,9% de la media nacional. Unos datos que, según explica el presidente de la Comisión de Fiscal del Colegio de Economistas de Alicante, Antonio Pérez, no dejan de ser «una buena noticia», ya que la recaudación de este tributo es un indicativo de la evolución del consumo en la provincia, pero, también, de las ventas que las empresas alicantinas realizan en el territorio nacional, con independencia de donde se produzcan. Es decir, que las firmas alicantinas estarían mejorando su cifra de negocio en el mercado español y, además, a un mayor ritmo que la media del resto del país.
Una buena campaña
Por su parte, la recaudación del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas ascendió a 1.131 millones de euros, un 7,5% más que en el mismo periodo de 2018, lo que también supera el crecimiento de los ingresos por este tributo en el conjunto nacional, que fue del 4,6%. Como es habitual, la mayor parte de esa recaudación procedió de las retenciones que se aplican sobre las rentas del trabajo -las nóminas y las facturas de los autónomos-, que sumaron 913 millones hasta octubre, un 4,8% más, debido al mayor número de personas ocupadas y a la subida de los salarios.
Sin embargo, el mayor incremento se produjo en los pagos que se efectuaron como consecuencia de las declaraciones anuales de la campaña de la renta, que crecieron un notable 15,5%. El motivo, según las fuentes consultadas, fue el afloramiento que se produjo de rentas procedentes de alquileres y otras ganancias patrimoniales -por ejemplo, por la venta de viviendas-, y que muchos contribuyentes incluyeron en su declaración tras las campañas de avisos lanzadas por la Agencia Tributaria o la obligación de las plataformas de alquiler turístico de comunicar los datos de los pisos que anuncian. Un aumento que fue general en toda España pero más intenso en la provincia.
