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El mármol se hace añicos

El desplome de la demanda internacional y las nuevas corrientes de moda de la piedra natural llevan al sector a una situación crítica

Restos de una de las factorías de mármol cerradas en Novelda. ÁXEL ÁLVAREZ

El mármol se resquebraja. Uno de los principales motores económicos de la provincia funciona ya con el combustible de la reserva ante una crisis que se prolonga doce años. Hasta 2008 la industria de la piedra natural gozaba de una excelente salud. Se convirtió en la fuente de riqueza y empleo emergente del Medio Vinalopó con un fuerte componente exportador, y la ventaja estratégica de contar con canteras y factorías en el mismo territorio. El mármol crema marfil del monte Coto de Pinoso gozaba de un enorme prestigio internacional. Soplaba el viento a favor y lo único que preocupaba entonces era calcular el tiempo de vida útil de la cantera a cielo abierto más grande de Europa.

Sin embargo, una inesperada y drástica caída de las ventas en Estados Unidos redujo la producción de forma proporcional. Las pequeñas y medianas empresas del sector fueron las más perjudicadas. Dejaron de pagar a los proveedores y a las grandes compañías que les proporcionaban los medios técnicos y la materia prima para mantener la actividad. Llegaron los primeros cierres al tiempo que el balance económico de las factorías más solventes comenzaba a resentirse. Sus responsables optaron por endeudarse y reducir sus plantillas con los temidos Expedientes de Regulación de Empleo, los ERE. Otras decidieron centrarse en el proceso menos costoso del negocio eligiendo entre extracción, producción o comercialización. Una triple disyuntiva que llevó a las firmas propietarias de canteras a cometer errores forzados por la necesidad de mantener ingresos a toda costa. Vender los bloques de mármol en bruto al mercado chino para que el producto fuera elaborado por ellos ha terminado siendo pan para hoy y hambre para mañana. Pero el gato escaldado del agua fría huye. La desconfianza ha llegado ahora al extremo de que hace un par de semanas no se permitió a una delegación de compradores chinos visitar la maquinaria del monte Coto con la que se elabora el mármol compacto. Los empresarios quieren evitar que les copien un novedoso proceso productivo que permite obtener mármol, y proporcionarle el color deseado, mediante la reutilización de los fragmentos de desecho del proceso extractivo.

En este contexto, la burbuja del mármol fue creciendo con la esperanza de que pronto llegarían tiempos mejores. Doce años después esos tiempos siguen sin llegar y en la última década han cerrado la mitad de las firmas -54 de 100- arrastrando al paro también a la mitad de los trabajadores. Los sindicatos calculan que el sector ha pasado de tener un empleo directo de más de 5.000 personas a 2.500.

Un panorama desolador que se ha cebado con las pymes hasta hacer desaparecer al 90% de ellas. De hecho, apenas quedan talleres en Novelda, Monforte del Cid, La Romana, Algueña, Pinoso y Monóvar. El otro gran problema fue abrir la puerta a grupos inversores de capital riesgo que siempre buscan el mayor beneficio en el menor tiempo. Levantina es el paradigma de una operación que obtuvo un fuerte rechazo laboral y social en Novelda. El consejo de administración de la multinacional presentó en marzo pasado un ERE que afectó a más de 200 trabajadores de factorías y canteras. El buque insignia de la piedra natural del Vinalopó comenzaba a hacer aguas.

Antes ya se habían hundido poderosas empresas como Bermármol, Mármoles Bempe, García Moya, tres mercantiles dependientes de Levantina y esta misma semana la firma Luís Sánchez Díez ha entrado en concurso de acreedores.

En la actualidad lo que queda de la industria del mármol del Vinalopó es el esqueleto. Hay factores que también han contribuido a acrecentar la crisis, pero contra ellas nada puede hacer el empresariado local. Las corrientes de moda son incontrolables, van y vienen, y los colores beige y marrón del mármol alicantino ya no se cotizan como antes. Ahora los que causan furor son el negro, el blanco y los grises de las canteras italianas.

Tampoco se puede hacer nada para evitar las fluctuaciones de la economía mundial ni para acabar con la inestabilidad política, los conflictos bélicos o las tensiones comerciales entre las grandes potencias. Factores determinantes en el canal exportador del que depende el Corredor del Mármol. Pero los pocos empresarios que sobreviven en un sector que se hace añicos sí pueden encaminar sus estrategias hacia la reindustrialización, la unidad colaborativa, la incorporación de arquitectos y decoradores en sus plantillas, la apuesta tecnológica por los sistemas de control numérico y la promoción de sus proyectos en las ferias internacionales más relevantes del sector. Es vital darle un mayor valor añadido al mármol del Vinalopó desde el metro cúbico extraído. Pero para conseguirlo hay que cambiar la mentalidad empresarial. Ese es el gran reto, porque del resto solo cabe esperar que sople el viento a favor, y eso no depende de los empresarios.

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