El acuerdo parcial anunciado este viernes por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con China para mitigar la guerra comercial entre ambas superpotencias abre en el horizonte una ligera válvula de aire para el resto del mundo. Países como los de la Unión Europea vivían con cierto temor la solución final de un revés aduanero iniciado en 2018 pero que vivió uno de sus capítulos más negros este verano con la petición de Trump a las empresas americanas de dejar de comerciar con el país asiático.

El retorno, más tarde, de las negociaciones servía como alivio pero no eliminaba la incertidumbre en una batalla que podía ocasionar, según las estimaciones que el pasado septiembre vislumbraba el Banco de España, una contracción del PIB de la zona euro del 0,2 %.

Este porcentaje significaba un daño más para la economía europea que a partir de la próxima semana se enfrentará a nuevas medidas arancelarias que el gigante norteamericano tiene previsto implantar y que tendrán en la economía valenciana un efecto significativo dado el aumento al 25 % de tarifas en productos esenciales en las exportaciones regionales como los cítricos y otras frutas y hortalizas.

Las bolsas europeas todavía no percibieron este viernes el impacto de la negociación en sus índices, pero los principales indicadores estadounidenses sí que cerraron sus sesiones en positivo, reforzando las palabras «de acuerdo significativo» que Trump pronunciaba durante la reunión en el Despacho Oval con el viceprimer ministro chino, Liu He.

El pacto, que según el mandatario americano se encuentra en una «primera fase», tendrá un nuevo punto de negociación los próximos miércoles y jueves cuando Trump se reúna con el presidente chino, Xi Jinping, durante la cumbre del APEC que se celebrará en Chile. Así, en virtud del acuerdo, Estados Unidos ha accedido a suspender por ahora su plan de subir del 25 al 30 % los aranceles a importaciones chinas por valor de 250.000 millones de dólares, que iba a entrar en vigor el martes.

Mientras el dirigente estadounidense aseguraba este sábado que el acuerdo firmado supondrá un incentivo muy favorable para los granjeros -sector especialmente castigado dentro de la guerra comercial- y los sectores de tecnología y servicios financieros de EE UU, China compartía a través de la agencia estatal de noticias Xinhua las buenas noticias destacando que ambas partes habían «logrado importantes avances en áreas como agricultura, protección de derechos de la propiedad intelectual, tipos de cambio, servicios financieros, ampliación de la cooperación comercial, transferencia de tecnología y resolución de la disputa».

Sin embargo, contradiciendo a lo que expresó después China, Washington apuntó que no se había abordado la transferencia forzada de tecnología en el país asiático, un tema que se tratará «en la segunda fase».

Del mismo modo, el acuerdo parcial negociado tampoco resuelve el tema de los vetos a la exportación que afectan al gigante chino de la telefonía Huawei, un asunto que se está negociando en un proceso paralelo, explicó a los periodistas el representante de Comercio Exterior estadounidense, Robert Lighthizer.