El pequeño ahorrador está de luto. Sobre todo aquel que todavía se resiste a asumir cualquier tipo de riesgo para su dinero. Tras años sufriendo rentabilidades prácticamente nulas por sus depósitos, la última reunión del Banco Central Europeo del pasado jueves acabó con cualquier esperanza de una posible subida de tipos a medio plazo, lo que significa que tienen por delante una larga travesía por el desierto. Y lo peor es que quienes se decidan a dar el paso y se lancen a los mercados tampoco lo van a tener mucho mejor. Los síntomas cada vez más claros de una desaceleración mundial, con la guerra comercial entre Estados Unidos y China y el Brexit como telón de fondo, anticipa un nuevo periodo de volatilidad en las Bolsas, que va a requerir de mucha paciencia para los menos acostumbrados a los vaivenes de la renta variable.

Así las cosas, las entidades se preparan para adelantar este año sus campañas de captación de planes de pensiones para tener algo que ofrecer a su público más conservador, mientras potencian fórmulas alternativas, como los seguros de rentas vitalicias, sin descuidar su gran apuesta de los últimos tiempos: los fondos de inversión. Al mismo tiempo, las gestoras de patrimonio bucean en los mercados en busca de valores refugio para sus clientes y el ladrillo se mantiene como una de las opciones más atractivas, para quien quiera comprar para alquilar.

Lo que parece claro es que ha quedado atrás toda una época en la que el depósito a plazo era la estrella del ahorro aunque el problema es que la mayoría de los ciudadanos aún no tiene claro hacia dónde dirigirse. La prueba es que los saldos sin remunerar depositados en cuentas corrientes están en máximos históricos, con más de 30.000 millones de euros sólo en la provincia de Alicante.

Periodo de adaptación

«Es normal que haya un proceso de adaptación. La gente se guía por la experiencia pasada y tiene como referencia que los depósitos se pagaban. Pero ahora ha llegado el momento en que se tiene que dar el click: la esperanza de que suban los tipos ha desaparecido y la situación actual se va a cronificar», apunta el director de Oferta Minorista de Ahorro del Sabadell, Antonio Saiz, que señala que en los próximos cuatro o cinco años no se atisba un cambio de perspectiva significativo en este terreno.

De esta forma, los clientes se enfrentan a la disyuntiva de dejar el dinero en la cuenta y asumir la merma que supone el avance de la inflación -aunque en el último mes de moderó al 0,3% anual- o tomar más riesgo. Es decir, apostar por los fondos de inversión. Eso sí, como señala Saiz, esto significa pensar en un horizonte temporal diferente, al que no están habituados los pequeños ahorradores, y mirar al medio y largo plazo, la única forma de hacer frente a la volatilidad de los mercados. O dicho de otro modo, saber resistirse al vértigo de las subidas y bajadas de la Bolsa para recoger el beneficio a largo plazo.

En este sentido, el ejecutivo del Sabadell recuerda que «entrar en un fondo no significa ponerlo todo en la Bolsa. Hay distintos perfiles, desde los que sólo invierten un 10%, hasta los que llegan al 100% de renta variable». Lo que ya no van a encontrar quienes se decidan a dar el paso son los fondos garantizados que se comercializaron hace unos años, algo imposible con los intereses de la deuda pública por el suelo o en terreno negativo.

La rentabilidad media de los fondos se situó en el primer semestre del año en el 4,83%, según datos de Inverco, la asociación que agrupa a las principales gestoras españolas. Una cifra que se reduce al 0,54% si se tienen en cuenta los últimos doce meses, desde junio de 2018 a junio de 2019.

Regalos en efectivo

La otra opción que las entidades van a potenciar para retener o atraer a los menos atrevidos son los planes de pensiones. «La mayoría de entidades tienen previsto adelantar la campaña. Si normalmente arranca en noviembre, este año veremos ofertas desde octubre», asegura Antonio Gallardo, del portal especializado iAhorro, que apuesta a que los bancos volverán a ofrecer dinero en efectivo a cambio de traspasar los planes desde otra entidad. Unas ofertas que en otras ocasiones han llegado al 3% de las cantidades que se ingresen, eso sí, a cambio de una permanencia. Como señala Gallardo, en este caso, además del porcentaje en efectivo que sirve de gancho, la rentabilidad procede de la desgravación fiscal que se consigue, que cobra mayor importancia en el contexto actual.

Más allá de esto, el experto apunta que los bancos también empiezan a potenciar otro tipo de productos como los seguros de ahorro o las rentas vitalicias para ampliar su cartera. Con ellos se puede lograr algo más de interés garantizado, pero a cambio se renuncia a la liquidez, ya que se trata de productos a largo plazo, lo que ha limitado su éxito hasta la fecha.

Capital riesgo

De cara a los que manejan cierto capital las posibilidades se amplían algo, aunque los gestores se muestran igualmente precavidos ante la posible recesión que se avecina. «Estamos en posiciones muy defensivas», reconoce Sergio Serrano, de Gesem, que señala que los niveles de liquidez de hasta el 20% que mantienen en algunas carteras son inusitados y que responden a la sensación de fin de ciclo que hay en los mercados, con unas cotizaciones muy elevadas en las Bolsas americanas y europeas -el Ibex es la excepción-, el 70% de la deuda soberana del continente en tipos negativos y la rentabilidad de los bonos empresariales muy ajustada. Una situación en la que la búsqueda de oportunidades es complicada.

«Para aquellos que disponen de más recursos, una alternativa que estamos aconsejando son los fondos de private equity (fondos de capital privado) que invierten directamente en startups o empresas con necesidades de reestructuración», apunta el director general de la agencia de valores ilicitana. Otra opción son los llamados valores refugio, como la deuda americana o la suiza, los metales preciosos o acciones de sectores que se han visto penalizados en los últimos años pero que tienen recorrido al alza, como las del automóvil.

Este contexto también propicia que la inversión en el ladrillo se mantenga como una de las alternativas más potentes en estos momentos, sobre todo de cara a aquellos que compran para alquilar. Con los precios actuales y las rentas que se pagan, desde Idealista calculan que se puede obtener un 5,4% de rentabilidad anual de media en la provincia, con picos que van desde el 8% que puede conseguirse en Alcoy, al 4,3% que logrará quien compre en Altea. Claro está que todo dependerá de la ubicación del piso dentro del municipio y de su estado. No obstante, a priori, las condiciones no pueden ser más propicias. «La demanda de alquiler ha crecido un 250% en estos años y la oferta no ha subido más de un 15 ó un 20%», asegura el director de la Zona Sur de Idealista, Carlos Rueda. De hecho, según afirma, hay quien compra aprovechando los bajos tipos de las hipotecas fijas actuales -de entre un 2% y un 3%- y aún así gana dinero.

Empresas y patrimonios ya pagan por sus depósitos

La nueva normativa obliga a aflorar las comisiones ocultas que los bancos recibían por la custodia de los fondos

Lo que parecía impensable ya es una realidad. Lejos de pagar, los bancos han empezado a cobrar a los clientes por custodiar sus depósitos. Una medida que, eso sí, de momento sólo aplican a las empresas, las gestoras de fondos y los grandes patrimonios. En el caso concreto del efectivo de las compañías, las entidades llevan cobrando cifras de entre el 0,08% y el 0,19% desde principios de este año, según la información publicada por el Banco de España.

De momento, ningún operador se ha atrevido a aplicar estos cargos a los clientes particulares, aunque lo cierto es que el debate está abierto en el sector, y más después de que el BCE haya elevado hasta el 0,50% la denominada facilidad de depósito, es decir, lo que el propio supervisor cobra a las entidades por los excesos de liquidez que acumulan.

Hasta que llegue ese momento, lo que sí han empezado a hacer muchos bancos es incrementar las comisiones que cobran. Unas comisiones que, además, ahora son más visibles para los clientes debido a la entrada en vigor de la nueva normativa Mifid, que pretende reforzar la protección de los usuarios bancarios.

Así, por ejemplo, las entidades están obligadas a especificar cuál es la comisión que reciben por la custodia y comercialización de los fondos de inversión, con independencia de la comisión de administración que perciben las gestoras. Hasta ahora lo habitual es que fueran estas últimas las que aplicaran el porcentaje, del que muchas veces el cliente ni siquiera era consciente, y luego le pagaran a la entidad su parte. Esta práctica provocaba que en muchas ocasiones el inversor no supiera realmente el coste del servicio que le estaban prestando. Desde el sector, sin embargo, niegan que el hecho de que hayan aflorado estas comisiones ocultas suponga un encarecimiento de la contratación de los fondos de inversión, aunque otras fuentes sí apuntan en esta dirección.