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Nubarrones en el horizonte

Empresarios y expertos reconocen su preocupación por los crecientes signos que apuntan a una nueva crisis internacional, pero descartan un crack como el de 2008

Donald Trump y el presidente chino, Xi Jinping, en su último encuentro. Reuters

La falta de acuerdo sobre el Brexit, la ralentización del comercio internacional por la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China, la posible entrada de Alemania en recesión... Las malas noticias se suceden en los últimos meses y los rumores sobre la llegada de una nueva recesión global no dejan de aumentar hasta el punto de que gobiernos y bancos centrales de todo el mundo ya discuten abiertamente las medidas a adoptar para evitar el frenazo. De lo que decidan y, sobre todo, de lo que suceda en el pulso que mantiene el presidente norteamericano, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, dependerá que la actual desaceleración se revierta y la economía vuelva a crecer con más brío, o que la situación se convierta en una crisis en toda regla. En cualquier caso, los expertos consultados por este diario descartan un shock como el de 2008 pero también señalan que la apertura de la economía alicantina al exterior la hace más sensible a los vaivenes de la coyuntura internacional.

«Nosotros y los catalanes siempre somos los primeros en notar estos temas por el peso de las exportaciones y del turismo», recuerda la catedrática y miembro del Instituto de Economía Internacional de la UA Paloma Taltavull. La ralentización de las exportaciones, que sólo crecieron un 0,7% en el primer semestre, la caída de ventas de viviendas a extranjeros o las previsiones de bajada en la llegada de visitantes son prueba de ello.

Para la experta, los indicadores muestran claramente que el ciclo económico «se ha invertido» a nivel europeo y que caminamos hacia un periodo de crecimiento más lento. Al igual que el resto de los consultados, no se atreve a pronosticar si la economía global se acabará contrayendo en algún momento a lo largo de los próximos meses o del próximo año -como parecen descontar los inversores, que en los últimos meses buscan refugio en los valores más seguros- pero sí deja claro que estamos a tiempo de «cauterizar» o, incluso, «revertir» la tendencia.

Planes de estímulos

La principal vía para lograrlo sería la de elevar la demanda interna de los países para compensar la caída de la demanda externa que ha supuesto la ralentización del comercio internacional por la guerra entre China y Estados Unidos. Para ello serían necesarios planes de estímulo, como los que se barajan ya en Alemania, donde el Gobierno estudia inyectar 50.000 millones a la economía, y también que los bancos centrales volvieran a las rebajas de tipos y a las inyecciones de liquidez, como ya tienen previsto hacer.

En el primer caso, el problema es que el Bundesbank no parece compartir la opinión del Ejecutivo de Angela Merkel sobre la urgencia de adoptar medidas ni sobre su intensidad. Y, en el segundo, no está claro si la munición que les queda a los reguladores será suficiente. «Las políticas expansivas han sido positivas durante estos años pero han perdido potencial. Ya hay mucha liquidez en los mercados y está por ver si las nuevas inyecciones tendrán el efecto deseado o si alimentamos una trampa de liquidez», apunta el exrector de la Universidad de Alicante y catedrático Ignacio Jiménez Raneda. Una preocupación que comparte también el director adjunto del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), Joaquín Maudos, quien, además, apunta que «la gran medida sería que finalizara la guerra comercial entre Estados Unidos-China, lo que reactivaría el comercio internacional y restauraría la confianza». Eso sí, como reconoce Maudos, ésta es una decisión que está en manos de muy pocas personas. Principalmente, en las de Trump.

Con todas estas incertidumbres sobre la mesa, una de las preguntas que se plantea es si Alicante y, en general, la Comunidad Valenciana han aprovechado la expansión de los últimos años para prepararse mejor ante una posible situación adversa. Para el director adjunto del Ivie la respuesta es que «no se han hecho los deberes». «El gran problema de la economía valencian se llama baja productividad, lo que se explica por un menor esfuerzo inversor en sus determinantes: capital humano, I+D, infraestructuras, etc», señala el experto, que recuerda que la renta por habitante de la autonomía se ha alejado en este tiempo de la media nacional.

Mensajes al Gobierno

Por si lo anterior fuera poco, Joaquín Maudos recuerda que todo esto sorprende a España «sin un Gobierno efectivo» que pueda «tomar medidas viéndolas venir». «Es la mayor preocupación que tenemos los empresarios ahora mismo. Esta situación no crea la seguridad necesaria para la inversión, no sabemos qué marco jurídico nos vamos a encontrar y en un momento que empieza complicarse», razona el presidente de la Cámara de Alicante, Juan Riera, que reconoce la inquietud que existe entre las firmas de la zona. Con todo, el dianense cree que la sangre no llegará al río y que incluso los peores pronósticos apuntan a que España seguirá creciendo a corto y medio plazo por encima de la Eurozona. «Las empresas siguen exportando, sigue la actividad y lo peor que podría ocurrir es un contagio de pesimismo», insiste el responsable de la institución cameral.

También el presidente de la patronal CEV Alicante, Perfecto Palacio, reclama prudencia pese a reconocer la preocupación que existe por la acumulación de situaciones adversas. En la misma línea, Palacio considera «acertado» que los Gobierno europeos estén pensado en planes de estímulo. En el caso español, el máximo dirigente de la CEV en Alicante también tiene un mensaje para el futuro ejecutivo, sea cual sea: «Acometer ahora incrementos de cargas fiscales sobre las empresas o reformas laborales que dificulten o desincentiven la contratación en un escenario como el actual sería temerario». De momento, habrá que esperar para saber qué ocurrirá.

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