La Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV) ha dado un paso más dentro de su estrategia de rearmarse en la patronal nacional CEOE, en la que, a la sazón, el dirigente de la organización autonómica, Salvador Navarro, no solo es vicepresidente, sino uno de los hombres de confianza del propio Antonio Garamendi. Hasta el extremo de que en la asamblea general que celebró ayer la CEOE -la primera de la era Garamendi- no solo se dio cuenta del incremento de vocalías de la CEV en el órgano plenario, sino que hubo un reconocimiento expreso, por haber pasado de las siete plazas con las que se contaba en 2017 a 21 en mayo del año pasado, y ahora a 30. Lógicamente, a costa de incrementar la cuota que se paga en función de las plazas con las que se cuenta.
Por eso mismo, el empresario vasco agradeció el esfuerzo a la confederación autonómica, que se ha convertido en la tercera por peso en la CEOE tras Cataluña y Madrid, e incluso se proyectó el logo de la CEV en la pantalla del salón en el que se celebraba el cónclave. Tras el encuentro, Salvador Navarro, puso el acento en que «esto reafirma el compromiso de la CEV por estar en Madrid y trabajar por los intereses de la Comunidad Valenciana allí».
De hecho, tanto Salvador Navarro como el presidente de CEV Alicante, Perfecto Palacio, no se han cansado de proclamar desde que uno y otro tomaron posesión de sus respectivos cargos -en el caso de Palacio, tras la renuncia de la industrial zapatera Rosana Perán- que los objetivos pasaban por tener mayor presencia en Madrid y en Bruselas para defender en esos foros los intereses de la Comunidad Valenciana y de Alicante. Con este paso, de momento, se sigue trabajando para seguir amarrando el objetivo en el primero de los escenarios. La idea ahora es que las vocalías en la asamblea se repartan de forma proporcional entre el empresariado de las tres provincias.
