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Foro Internacional Suma 2019

Blockchain: la próxima revolución

Los expertos pronostican que la tecnología tras el bitcoin transformará el comercio y gran parte de nuestras costumbres en menos de cinco años

Manuel Bonilla, Andrés Pedreño, Montse Guardia y Carmen Chicharro, ayer. álex domínguez

«El futuro será diferente en menos de cinco años y llegará sin que la mayoría de nosotros nos demos cuenta. De la misma forma que hemos abrazado el vídeo en streaming y Netflix, y ya ni nos acordamos de lo que era ver una película en VHS, el blockchain también va a cambiar nuestras vidas de muchas formas, sin que la mayoría se cuestione qué tipo de tecnología es la que está detrás de estos cambios. Simplemente veremos que hay muchas cosas que son más fáciles». Es el pronóstico que realizó la directora general de Alastria, Montse Guardia, durante su intervención en el Foro Internacional Suma 2019, que ayer reunió a más de 500 personas en el auditorio de la Oficina Europea de Propiedad Intelectual (Euipo, por sus siglas en inglés) para debatir sobre los retos que supone la eclosión de una tecnología, el blockchain, que se creó originariamente para dar soporte al bitcoin pero que ya ha empezado a revolucionar sectores como el transporte marítimo, el alimentario o, incluso, las ONG.

«Para el común de nosotros, se trata de una tecnología invisible, que iremos introduciendo en nuestras vidas sin ni siquiera pensarlo, como ha ocurrido con los móviles y con otra muchas cosas», insistía la responsable del consorcio que han creado las grandes empresas españolas y diferentes organismos públicos para potenciar su uso. Una tecnología que hará posible, por ejemplo, que, si queremos viajar a Ghana, compremos simplemente un viaje a Ghana y sean las compañías las que se entiendan y, con nuestra identidad digital, gestionen los vuelos, el hotel, los visados y hasta nos digan si tenemos que vacunarnos contra la fiebre amarilla o si ya tenemos esa vacuna, describió la experta.

Porque una de las novedades es que se pasará de una red de «autentificación», en la que cada web nos pide los datos, a una de «identidad digital», en la que serán los usuarios los que tienen el control de esos datos y podrán decidir qué se hace con ellos. En este sentido, la directora de Innovación de Metrovacesa, Carmen Chicharro, explicó el proyecto que tiene la promotora en este sentido para facilitar la vida a sus clientes. «Tenemos muchos datos de las personas que nos compran casas y nos preguntamos qué podíamos hacer que les beneficiara, para que pudieran traspasar esos datos a otras empresas cuando lo necesiten, por ejemplo, para contratar suministros», explicó la ejecutiva. Lo que ha hecho la promotora es crear identidades digitales de estos clientes certificadas por Metrovacesa y, como también tienen los datos de los inmuebles, al menos sobre el papel, podrían contratar la luz o la línea de teléfono con un solo click. Literalmente.

También en el ladrillo

Esta misma compañía también ha comercializado por primera vez una de sus promociones, el residencial Amura, en València, mediante blockchain, en colaboración con las firmas alicantinas Brickex y Activum. Para ello, ha «tokenizado» el proyecto, es decir, lo ha dividido en unidades de valor que se comercializan por internet. De esta forma, facilita que los fondos, los family office o las plataformas de crowdfunding puedan invertir en ella y comprar una parte, que luego pueden rentabilizar con su alquiler o con la venta de viviendas. Y todo, sin intermediarios y con total seguridad.

Pero, ¿en qué consiste el blockchain? Básicamente, lo que hace esta tecnología es guardar la información de forma distribuida en miles de nodos a la vez y lo hace en bloques encriptados que, además, para descifrarse dependen unos de otros. De esta forma, cualquier dato que se guarda es imposible de alterar porque deberían modificarse en todos los nodos a la vez y, además, si se altera rompería la cadena de encriptación. Esto es lo que hace que los datos que se registren con este sistema sean totalmente fiables y ya no sea necesario recurrir a intermediarios que dan fe.

De esta forma, también resulta muy útil, por ejemplo, para garantizar la trazabilidad de los alimentos, es decir, conocer de dónde proceden y qué tipo de pesticidas o químicos han recibido. Una aplicación que ya están utilizando firmas como Carrefour o Nestlé, como apuntó la executive Partner de IBM, Olga Blanco, otra de las participantes en el panel central de las jornadas, que moderó el director de Suma, Manuel Bonilla.

Esta confianza que garantiza el blockchain también está facilitando ya operaciones complejas como son las de comercio internacional y, más concretamente, el transporte marítimo, en las que intervienen decenas de actores, desde el comprador y vendedor, hasta las aduanas y los propios puertos, pasando por las navieras, según apuntó la experta. Ahora todo esto se tramita ya sin papel, solo con documentación digital que todos dan por buena, lo que acorta los plazos y la burocracia y reduce el coste de este transporte hasta un 20%, según la ejecutiva de IBM-Analytics.

Sin embargo, como apuntó el exrector de la UA y presidente de AlicanTEC, Andrés Pedreño, la cadena de bloques también tiene varios retos por resolver, como su rendimiento o el consumo de energía. Otro es la necesidad de encontrar un estándar que unifique esta tecnología en todo el mundo, que es lo que permitirá su uso masivo. Durante el congreso se dio a conocer la iniciativa que ha lanzado el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos para conseguir este estándar, que podría consolidar definitivamente su uso.

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