El presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Antonio Garamendi, ya visitó Alicante en enero pasado, nada más ser nombrado jefe de los patronos españoles, y coincidiendo con la celebración del aniversario de la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV). La provincia era el lugar donde más resistencias había encontrado el proyecto de Salvador Navarro, y el acto aspiraba a ratificar la consolidación definitiva de la organización aquí. Logrado ese objetivo, Garamendi regresó ayer a Alicante, dentro de una nueva sesión del Foro Alicante, que organizan INFORMACIÓN, la Universidad de Alicante, Bankia, la CEV e Hidraqua. En esta ocasión, para hablar de desafíos presentes y futuros, sobre todo por lo que toca a la economía. Se habló de unidad empresarial como era de esperar, teniendo en cuenta que el aforo estaba compuesto mayoritariamente por empresarios, pero de soslayo. Apuntalado el proyecto patronal en esta provincia, por fin llegaba el momento de que los retos de la economía pasaran a primer plano. Unos retos que el empresario de Getxo acabó vinculando también con las urnas. En concreto, con las elecciones europeas, y también con la formación del nuevo Gobierno en Madrid, hasta el extremo de que le costó, pero, al final, no ocultó que los empresarios prefieren un pacto entre el PSOE y Ciudadanos, o, directamente, un Ejecutivo de los socialistas en solitario, por una cuestión de «estabilidad».

Garamendi comenzó su intervención dejando claro que «los empresarios no estamos en política, pero tenemos derecho a opinar, y es lo que hemos hecho desde la CEOE». Salía al paso así de las críticas que le habían llovido al empresariado por no ocultar sus preferencias sobre el nuevo Gobierno. Eso sí, el vasco incidió en que, en todo momento, esas reflexiones se han hecho apoyándose en tres principios que considera básicos: la independencia, el sentido de Estado y la lealtad institucional. «Intentamos que la crítica sea constructiva e intentamos aportar nuestro granito de arena», apostilló el empresario.

Ya en el turno de preguntas, y respecto a la cuestión de si le preocupaba la entrada de Podemos en el Gobierno, se extendió más en cuestiones de política nacional. Empezó tibio, para acabar mojándose, sin mentar en ningún momento a Podemos. Empezó diciendo que los empresarios quieren estabilidad, para, a continuación, apostillar que «los españoles han elegido un Parlamento en el que las cifras dicen que ha ganado el PSOE y que, con otro partido -en alusión a Cs-, suma y logra la mayoría». No se quedó ahí, y agregó que «una opción de centro-derecha o de centro-izquierda entra en la moderación y parece razonable». No fue la única opción que contempló: «También puede haber un Gobierno monocolor», indicó, al tiempo que recordó que el Partido Socialista se había abstenido en la investidura de Mariano Rajoy, permitiéndole así ser presidente. En cualquier caso, dejó claro que «somos como los entrenadores y jugaremos en el campo de fútbol que nos toque».

Muy ligado a eso, destacó el diálogo social, que, como señaló, es fundamental, y más en un escenario de fragmentación política. Es más, alabó el papel de los sindicatos, sobre todo en los peores años de la crisis, y les agradeció que, pese a los recortes, en ningún momento se planteara una huelga general.

Sus reflexiones, en cualquier caso, se focalizaron en un primer momento en las elecciones europeas. Para ello, comenzó dejando claro que entre los desafíos a los que se enfrenta la economía están muy ligados a la coyuntura internacional y a cuestiones tales como la globalización, la guerra comercial entre China y EE UU, y el Brexit, aunque sin olvidar del «problema interno» en el que se ha convertido Cataluña, y que, como recordó, también influye. «No es una situación mala, pero sí debemos andar de otra manera», defendió. A partir de diferenció tres bloques -EE UU, China y Rusia-, y cuestionó el papel que está jugando Europa. «Pintamos poco y empezamos a tener problemas de liderazgo», lamentó, para advertir de los riesgos de los populismos. «Los ayuntamientos y las diputaciones son muy importantes, pero cualquier cuestión que afecta a las empresas viene de Europa: de digitalización, innovación, medio ambiente, economía circular...», alegó, haciendo así un llamamiento, a votar en las europeas del domingo.

Reformas «valientes»

Garamendi también defendió la «valentía» de las reformas que se habían adoptado durante la crisis, en particular la reforma laboral y la financiera. «Las reformas no se hicieron para que más gente se fuera a la calle, sino para que menos empresas cerraran», sentenció. En este sentido, se mostró convencido de que, en la actualidad, tanto la economía española como las propias empresas están mejor preparadas que antes de la crisis para lo que pueda venir. Al respecto, puso en valor la apuesta por la internacionalización que han hecho las empresas, aunque admitió que los vientos de cola también han ayudado, entre otras cuestiones, por los bajos tipos de interés. Y eso a pesar de que alertó de que Draghi puede dar la «sorpresa» cualquier día, con las consecuencias que eso podría tener para la deuda pública. «Tengamos cuidado con la eficiencia y la gestión del Estado», avisó.

Posteriormente, profundizó más. Hasta el extremo de hablar de «ineficiencia» del Estado, sobre todo por el exceso de regulación. «Tenemos 170.000 páginas del BOE al año y 850.000 páginas de los boletines de cada comunidad, y eso es muy complicado de gestionar. Si te gusta pescar, necesitas 17 licencias, y eso no puede ser», sostuvo. Ahora bien, admitió que «eso no tiene que ver con las autonomías, sino con una armonización de las cosas».

Impuestos y cotizaciones

No menos crítico se mostró con la carga impositiva, y, de forma especial, con las cotizaciones sociales, bastante más superiores que la media europea. Es una de las principales preocupaciones del empresariado en estos momentos, y, de hecho, volvería a ponerse sobre la mesa en el turno de preguntas. «Somos de la idea de que tener más bases imponibles y menos tipos funciona mejor», argumentó. También aquí volvió a tirar de ejemplos, haciendo referencia a que, pese al Brexit, ninguna compañía de Reino Unido había optado por venir aquí. «Si España fuera un chollo, se habrían venido todas, pero la fiscalidad, y no sólo para las empresas, también para las personas, es bastante más elevada en España», lamentó. No obstante, atribuyó parte de ese problema a la economía sumergida. «Si pagaran sus impuestos -por los defraudadores-, el resto podríamos pagar menos», comentó.

También hizo hincapié en la revolución social que ha supuesto la digitalización y en la importancia que tiene la formación, adaptada a las nuevas realidades y a las necesidades de las empresas. En paralelo, reivindicó un apoyo real a la industrialización, partiendo de la base de que, en última instancia, no sólo es un revulsivo contra el desempleo, sino que los salarios son mayores.

Un capote a la CEV

Garamendi aprovechó para lanzar un capote a la CEV. Ahora bien, el tono fue bien distinto al que utilizó su antecesor, Juan Rosell, durante su paso por el Foro Alicante en noviembre pasado, poco antes de que le cediera el testigo al vasco. Bien es verdad que el perfil de uno y otro son distintos, pero tampoco es menos cierto que la situación patronal ha dado un giro radical en los últimos tiempos en la provincia. Así las cosas, el actual presidente de la CEOE vino a decir que «es un logro ver a la patronal de la Comunidad Valenciana y a la alicantina unida y fuerte», y subrayó que «ese trabajo intenso de los últimos años es de agradecer». Previamente, el presidente de CEV Alicante, Perfecto Palacio, que había sido el encargado de presentar al dirigente empresarial, le había agradecido su apuesta por la provincia, ya no sólo por visitar Alicante por segunda vez en lo que va de año, sino también por darles la oportunidad a los alicantinos de tener más representación en la CEOE respecto a lo que era la tónica habitual hasta ahora.

Cámara de Barcelona

El presidente de la CEOE no pasó de puntillas por el nombramiento del independentista Joan Canadell como nuevo presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona. «Hay algunos temas en la Ley de Cámaras que no se entienden muy bien. Por ejemplo, un autónomo tiene el mismo voto que Repsol. A nosotros en su día no nos pareció adecuado, pero es lo que hay», detalló. Ante ello, pidió al nuevo equipo que «se encargue de lo que toca, y no de otro trabajo que no le corresponde».

«Para garantizar las pensiones, tiene que venir gente de fuera y hay que formarla»

El dirigente de la patronal española evita pronunciarse sobre si hay que aumentar o no la edad de jubilación

El futuro de las pensiones fue uno de los temas que se puso sobre la mesa en la jornada de ayer, durante el Foro Alicante, en el que, en esta ocasión, el protagonista fue el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. En ese contexto, el empresario vasco expuso que, en estos momentos, hay cuatro trabajadores por cada dos jubilados, pero que en unos años la proporción será de un trabajador por jubilado. Ante ello, y al margen de que su organización ya ha encargado un estudio al respecto, defendió que el futuro pasa por que «venga gente de fuera» a la que habrá que formar. En ningún momento utilizó la palabra inmigrante. «Tiene que venir gente de fuera y hay que formarla», subrayó. En cualquier caso, evitó pronunciarse sobre si hay que elevar la edad de jubilación o no ante el problema demográfico al que se enfrenta la sociedad en estos momentos.

No en vano, la formación y la digitalización fueron temas que estuvieron muy presentes a lo largo de su alocución. En este sentido, incidió en que «el nuevo trabajo vendrá de la especialización de los sectores», para lo que consideró clave la formación. Sea como sea, finalizó diciendo que España tiene dos puntos fuertes en estos momentos: gente bien preparada y la implantación de banda ancha, hasta el extremo de que España es el tercer país, sólo por detrás de Japón y Corea. «Estamos en una posición inmejorable, y esa transformación digital es clave para que la España vaciada tenga espacios que en estos momentos no tiene», concluyó Antonio Garamendi.

«Clichés del XIX, como el control horario, no sirven en el siglo XXI»

El presidente de la CEOE cree que el registro de jornada debería haberse debatido antes de aprobarse

Critica la complicación de su aplicación en un contexto de flexibilidad y conciliación laboral

El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, lamentó ayer en Alicante la aprobación del registro diario de la jornada laboral a través de un real decreto, una fórmula más adecuada para «medidas urgentes o excepcionales», dijo. El mandatario de los empresarios españoles indicó que, si se hubiera debatido en el Congreso, «habría salido mejor». Además, consideró que su implantación contrasta con los cambios que se están dando en el ámbito laboral, tanto de flexibilidad horaria, como de conciliación de la vida profesional y personal o del teletrabajo. «Clichés del siglo XIX, como el registro horario, no sirven en el XXI», sentenció, al responder preguntas de empresarios que asistieron al Foro Alicante, que organizan INFORMACIÓN, la Universidad de Alicante, Bankia, la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV) e Hidraqua. El presidente de los empresarios advirtió de que las compañías «no decimos que no se persiga al que no paga, sino que se localice dónde está la precariedad», entre otras cosas, porque aseguró que los empresarios son los primeros en estar en contra de la economía sumergida, «porque perjudica a los que lo hacen bien».

Garamendi criticó la complicación y las dudas que ha generado la aplicación del control horario. No obstante, avanzó que están hablando con el Ministerio para elaborar una guía que aclare los puntos más complejos. El líder de la patronal sí destacó como positivo que la medida remite a los convenios colectivos o a los acuerdos entre compañías y trabajadores para implantar el control horario y consensuar aspectos como el tiempo efectivo de jornada, que es el que más dudas está provocando.