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Empresarios para todo

Los grandes grupos familiares de la provincia apuestan por diversificar sus negocios para evitar que su futuro dependa de la evolución de un solo sector y aprovechar las oportunidades del mercado

Poco tiene que ver el funcionamiento de un bingo o una discoteca con la distribución de butano y, menos aún, con el lanzamiento de cohetes aeroespaciales o la optimización de procesos informáticos. Sin embargo, en todas estas actividades hay al menos una firma participada por Alzis, la compañía fundada en los años sesenta por el ilicitano Vicente Coves y que hoy en día supone uno de los mayores ejemplos de la diversificación por la que han apostado muchos grupos empresariales y grandes fortunas de la provincia para garantizar el futuro de su patrimonio.

Una estrategia con la que tratan de desligar la evolución del negocio o de sus fondos personales de lo que ocurra en un solo sector, al mismo tiempo que intentan aprovechar las nuevas oportunidades que surgen en el mercado, y que, eso sí, tampoco está exenta de riesgos. Bien lo sabe, por ejemplo, la ahora dividida familia del desaparecido expresidente de la CAM Vicente Sala, que nunca logró enderezar las cuentas de la firma de rent-a-car que adquirió el grupo, frente a los buenos réditos que siempre ha dado el negocio principal, la venta de polímeros.

«La diversificación tiene que tener un motivo y un sentido y hay que tener en cuenta el tamaño y los recursos que necesitas. No puedes comprar una bodega y tres gasolineras y pretender que todo lo gestione la misma persona. Tienes que contar con equipos solventes que conozcan y puedan llevar cada negocio», señala la socia de Deloitte Alicante, Beatriz Martín. Si se hace bien, por el contrario, puede ser muy beneficiosa.

Martín apunta el caso de aquellas compañías que han decidido ampliar su actividad en torno a un mismo tipo de cliente, aprovechando su conocimiento del mismo o su experiencia, como ocurre con las compañías que trabajan con las administraciones públicas; o las que intentan entrar en sectores próximos al suyo para buscar sinergias.

Una firma alicantina que encajaría en este perfil sería el Grupo Vectalia, que, además de crecer geográficamente, también ha ido expandiendo su actividad desde la gestión de líneas de autobús a la explotación de estaciones de transporte, párkings o la prestación de otro tipo de servicios municipales, como la grúa o la gestión de zonas de estacionamiento regulado (ORA).

Pero, además, la compañía de la familia Arias se ha valido de su experiencia en concursos y licitaciones para optar a contratos de limpieza, de mantenimiento de instalaciones o de jardinería, unos servicios que también presta para particulares y que, poco a poco, le han ayudado en esta diversificación del negocio, que se completa con varios establecimientos de restauración y hasta las bodegas Casa Cesilia, en Novelda. «La diversificación está en la génesis del grupo», aseguran desde Vectalia, que, además, señalan que encaja con su filosofía de «servicio al cliente, eficacia y optimización de recursos». Sea como sea, lo cierto es que el grupo, que participa en 90 sociedades, ya factura más de 200 millones anuales y da empleo a 4.000 personas.

Equipos directivos

En otros casos, lo que busca este proceso es apostar por sectores completamente distintos, precisamente, para «minimizar en lo posibles los riesgos» o, por ejemplo, para generar flujos de ingresos recurrentes y que resulten contracíclicos con la actividad original, como explica el catedrático de Organización de Empresas de la Universidad Miguel Hernández de Elche, José María Gómez Gras. En estos casos, «hay que saber valorar muy bien el negocio al que se va y son muy importantes los equipos directivos». Por eso, por ejemplo, frente a la estrategia de Vectalia y otras firmas, que mantienen una dirección conjunta del grupo, hay otros que prefieren inversiones puramente financieras, en las que se apuesta por inyectar capital a compañías existentes, que se dejan en manos de sus fundadores.

Ésa es la opción escogida por Alzis, que participa de esta forma en proyectos como PLD Space -la compañía ilicitana que desarrolla cohetes espaciales reutilizables-, la consultora Orizon; los gimnasios Cosmopolitan o la cadena de peluquerías Oh My Cut!, entre otros muchos, además de su negocio original de distribución de butano o diversos establecimientos de ocio. En total, más de sesenta participaciones. Así, el director general de la firma, Jaime Rubí, señala que el grupo actual «es el resultado de la transición desde la perspectiva de una gran empresa familiar hacia la formación de una corporación», que factura 120 millones y emplea a 800 personas.

Pero, además, Rubí señala que es una fórmula con la que todos ganan. «Las empresas consolidadas encontramos difícil innovar más allá de la mejora continua, mientras que eso no es problema para estructuras más sencillas y ágiles tipo startup. Por otro lado, esas startup no disponen del músculo, experiencia y solidez para hacer crecer excelentes ideas de negocio con mucho potencial», explica el ejecutivo, que también destaca la importancia que le dan a la figura del emprendedor «como motor del proyecto», por lo que asegura que siempre intentan protegerlo «tanto a él, como a su equipo».

Del ladrillo a la piscifactoría

Sin llegar al nivel que han alcanzado Vectalia o Alzis, son muchos los grupos empresariales de la provincia que han ampliado sus horizontes, desde su negocio inicial, con uno u otro modelo. Uno de ellos es el Grupo Marjal, que lideran Francisco Gómez y Javier Fur. En un recorrido en sentido inverso al que han llevado muchas firmas y patrimonios de la zona -que han trasladado los beneficios de sus negocios industriales o turísticos al ladrillo-, Marjal apostó por diversificar su actividad desde la promoción inmobiliaria que está en el germen de la compañía a otros ámbitos.

Así, constituyó una división para gestionar resorts vacacionales -en la que ahora ha dado cabida a un socio externo, la gestora Corpfin- y entró también en el negocio de la acuicultura, con la puesta en marcha de una granja marina en Guardamar, donde tiene su sede. Ahora, además, el grupo acaba de constituir otra sociedad -Ubio Investment 40- con la que, precisamente, pretenden impulsar aún más su diversificación, con la entrada en nuevos negocios.

Otra categoría frecuente es la que forman los empresarios que han tenido gran éxito con su primera compañía y que, tras venderla, han utilizado el dinero para invertir en nuevos proyectos en múltiples sectores, a modo de «family office». Sin duda, uno de los más destacados es el que fuera fundador de la firma de helicópteros Inaer -hoy Babcock-, Luis Miñano. Tras salir de esta compañía en 2012, el empresario se mantuvo vinculado al sector de la aviación a través de la propiedad del aeródromo de Mutxamel, la escuela de pilotos European Flyers y la firma Financecopter, dedicada a la adquisición y alquiler de helicópteros, con la que finalmente ha acabado formando parte de otro gran grupo aeronáutico, Eliance.

Pero Miñano y su familia también impulsaron la creación de MGWines, que ya agrupa a seis bodegas -Casa Corredor, Estefanía, Lavia, Sierra Salinas, Bodegas Monóvar y Venta la Vega-, con las que produce más de un millón de botellas de vino anuales y factura alrededor de 4,5 millones. Además, el empresario está al frente de Hermisán, que diseña y comercializa sistemas de riego por medio mundo y que factura cerca de 10 millones de euros; y de Forestal Mediterránea (Foresma), que se dedica a la repoblación, los tratamientos silvícolas y los servicios de apoyo en la lucha contra incendios, entre otros, con unos ingresos de alrededor de 6,5 millones de euros.

Otro empresario que ha sabido aprovechar los réditos de un negocio para impulsar otros proyectos de lo más variado es Francisco Borja, durante muchos años el responsable de la distribuidora de Reebok en España. A través de la sociedad Jatolex, Borja y sus descendientes tienen la propiedad de diversas fincas rústicas en las que, a la espera de que algún día puedan ser recalificadas para otros usos, cultiva frutales y hortalizas y también las explota cinegéticamente, en el caso de la Finca La Umbría, una extensión de más de 200 hectáreas entre los municipios de Hondón de las Nieves, Aspe y Crevillent. Además, posee una participación en Allenda SA, que se encarga de construir la urbanización anexa a este campo de golf. También controla la promotora Promociones Gavair y, a través de la firma Dicaltex, se encarga de la distribución de productos de las marcas Speedo y Ellesse. Igualmente comercializa la marca de zuecos de goma Crocs.

Del calzado al cine

Pero, sin duda, el proceso de diversificación patrimonial más paradigmático de los últimos años en la provincia es el que ha protagonizado Vicente García, copropietario de Tempe, la filial de Inditex que se encarga de suministrar el calzado y los complementos para todas las cadenas del grupo. El ilicitano y su familia han canalizado el enorme caudal recogido de Garvalín y de su alianza con Amancio Ortega en negocios de toda índole, que incluyen hasta una productora de cine, Aliwood. Unos negocios que ha agrupado bajo el paraguas de Grupo Azarbe y que tiene en la promotora Edificia una de sus marcas más renombradas. Sobre todo después de que adquiriese un edificio entero en plena Explanada de Alicante para ubicar su sede y las del resto de sociedades del grupo.

Pero la familia García también propietaria de la aceitera Acecasa, con más de 9 millones de facturación; de la firma agrícola y ganadera García Peralta; de diversos restaurantes de lujo o de Evento Los Casales, una sociedad que ostenta la titularidad del antiguo Coto Minero de Hellín, reconvertida en finca cinegética y para albergar celebraciones.

El riesgo del dinero rápido

Más allá de los casos concretos, la diversificación también puede ser un peligro si sólo se busca el «beneficio rápido», como advierte el profesor de Macroeconomía de la Universidad de Alicante, Alfredo Masó. Por ejemplo, es lo que ocurrió durante los años de la burbuja, en la que muchos empresarios de la industria y del turismo desviaron los beneficios de sus empresas a la promoción inmobiliaria, atraídos por sus elevadas ganancias. Un trasvase de recursos que frenó la renovación de algunas fábrica y la necesaria inversión en innovación.

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