No es solo una cuestión de voluntad o de imagen. La ética, la transparencia o las políticas de responsabilidad social corporativa son cada vez más importantes para el buen funcionamiento de las empresas y pueden suponer, por ejemplo, la diferencia entre conseguir o no la financiación que la compañía necesita, ya que las entidades, los posibles inversores y, por supuesto, los consumidores cada vez se fijan más en este tipo de valores. Así se puso ayer de manifiesto durante la presentación de la Guía de buen gobierno para empresas pequeñas y medianas, un acto organizado por el Colegio de Economistas de Alicante y la Asociación de la Empresa Familiar (Aefa) con el objetivo de divulgar este tipo de prácticas entre las firmas de la provincia.
El decano del Colegio, Francisco Menargues, apuntó que en los últimos años se ha producido todo un «cambio de paradigma», fruto de los abusos que llevaron a la crisis y de la propia evolución social, de forma que el objetivo de las empresas ya no es únicamente «maximizar la riqueza de sus accionistas», como recordó que se enseñaba en sus tiempos en la Universidad. Ahora, además de los resultados, el público objetivo de estas empresas, sus empleados o las entidades que deben financiarlas «quieren saber cómo y por qué camino se ha llegado a esos resultados, a esos indicadores».
Es decir, si se ha cumplido la normativa, si se respetan los derechos humanos o la repercusión de su actividad en el medioambiente. A su juicio, las empresas «que no respondan a los principios de la ética irán siendo expulsadas del mercado». Por eso, insistió Menargues, «el buen gobierno también contribuye a generar valor y a solucionar problemas».
Atraer inversores
En la misma línea, el presidente de Aefa, Francisco Gómez, señaló que «ganar dinero es necesario, porque las empresas necesitan beneficios para seguir funcionando, pero hay otros valores que también son importantes, como la ética o la responsabilidad social, por los que, cada vez, se valora más a las compañías». De hecho, uno de los autores de la guía, Max Gosch, explicó que hay fondos de inversión -como el fondo soberano de Noruega, uno de los mayores del mundo- que exigen el cumplimiento de este tipo de recomendaciones para entrar en una compañía. Eso sí, advirtió de que el buen gobierno debe imbuir a toda la organización y ser algo arraigado en la empresa, «no puede ser algo simplemente cosmético».
Al respecto, la guía incluye una serie de recomendaciones y principios para que los órganos de gobierno de las empresas funcionen correctamente. Unos consejos que van desde la conveniencia de que al menos la mitad del consejo de administración sean miembros independientes, hasta que se trate con equidad a todos los accionistas o que se establezcan criterios claros para la selección de sus miembros o de la alta dirección de la compañía. También la necesidad de crear políticas de control y gestión de riesgos o la de adecuar las remuneraciones al tamaño de la empresa. Además, claro está, de elaborar unas cuentas que realmente supongan una imagen fiel de la situación de la compañía.
En este sentido, el director de Innovación y RSC del grupo Suavinex, Gustavo Lubián, recalcó la necesidad de que la información «no se quede únicamente en la dirección de la compañía y se transmita a toda la organización».
Consejos básicos del buen gobierno corporativo
1 La empresa debe contar con sistemas de control adecuados. Sus cuentas deben reflejar la imagen fiel de la compañía y deben auditarse, aunque no haya obligación legal.
2 El consejo de administración debe tener una composición equilibrada y, a ser posible, que la mitad de sus miembros sean independientes.
3 La empresa debe promover la formación de los miembros del consejo en los asuntos que puedan afectar a la marcha de la empresa.
4 La sociedad debe promover la Responsabilidad Social e informar de ella.
