Antonio Garamendi (Getxo, 1958) preside la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) desde noviembre. En esta entrevista, Garamendi opina sobre la política económica del Gobierno y pide una apuesta por la industria.

P ¿Qué nota le pone a la gestión de la Administración Sánchez?

R Como somos empresarios no ponemos notas o lo hacemos a nosotros mismos. Sí es cierto que estamos avisando de que, en un momento de desaceleración, donde vemos que la economía mundial no va a crecer a un 4%, que los países más avanzados lo harán el 2%, la guerra comercial, el Brexit... No es momento de cambiar la cocina, el cuarto de baño e irte de vacaciones.

P ¿Entonces?

R Tenemos una deuda que supera el 97% del PIB, y el 70% está en manos extranjeras. Mario Draghi ha dicho que los tipos de interés no van a ser los que eran... Es lo que estamos transmitiendo. Los Presupuestos Generales del Estado están inflados en los gastos y no son previsibles en cuanto a los ingresos. Y, además, la fiesta que la pague la empresa. El crecimiento, la riqueza y el empleo lo crean las empresas privadas. Acaban de subir el 7% de las cotizaciones sociales a los sueldos mayores de 45.000 euros, algo que va contra la competitividad de las empresas. Que se hagan unas cuentas serias y responsables, que se gestione mejor. Nos gustaría que el Estado trabaje en eficiencia. No pongo nota, pero se lo he contado.

P Y no parece muy buena. El gasto social está al alza y seguirá subiendo. Entonces, ¿quién tiene que pagar esa fiesta? ¿O no podemos permitírnosla?

R Un plan estratégico tiene que hacerse de forma muy seria. Con las pensiones se está hablando de lo que queremos, no del problema que tenemos. En el año 60 había cuatro cotizantes por pensionista, ahora estamos dos por cuatro, y dentro de veinte años estaremos uno a uno. Nosotros queremos que todo el mundo opte a las pensiones, pero, ¿cómo lo podemos hacer? Eso es lo que debemos ver. No estamos pidiendo que se recorten las pensiones, todo lo contrario. Pero ahora hay muchísima demagogia en la calle, así de claro: cuántos derechos tengo, pero nada de cómo pagarlos. Pero quiero aclarar: España no va mal, y no va a ir mal. Bueno, va a ir mal si los que dirigen la mayor empresa, que es el Estado, no la gestionan bien.

P Empleo temporal, medias jornadas....

R Hay cierta contratación en España que tiene temporalidad. No es España, es el mundo en general que está en un cambio de modelo del trabajo. Hablo de digitalización, de empleabilidad... Sabemos que muchos empleos que hay ahora que no van a existir, y otros que vienen sí. España es un país de primera, la gente joven está preparada y va a tener su espacio. Hay puestos indefinidos en la industria que no se cubren porque la gente no está preparada.

P¿Y por qué no?

R Porque lo que está muy mal montado es la formación.

P ¿No procede algo de autocrítica? Hay gente muy especializada que se marcha a otros países porque allí se paga mejor.

R Sí, pero en España somos el número tres en cotizaciones sociales. Aquí cuesta menos vivir que en Holanda, pero han subido el 7% las cotizaciones sociales. Es difícil traer talento de fuera cuando hay más costes para el empresario. Lo mismo diría de los impuestos: hay que instaurar sistemas mucho más fáciles para que la gente quiera estar aquí, tenemos que ser un país atractivo. Y debemos atender más a la industria. La realidad es que en aquellos sitios donde es una actividad potente el paro es bajísimo. Otro ejemplo: la automoción. Cada equis años hay un concurso dentro de las compañías para decidir en qué país del mundo se fabrica un coche, por lo que debemos ser atractivos para que esa multinacional quiera seguir estando en Vigo o en València.

¿Por qué cree que la subida del salario mínimo a 900 euros es tan perniciosa?

R Como estamos en un país de demagogia, se dice que hemos dicho cosas... No hemos dicho que nos parezca mal, y, de hecho, en los ANC (Acuerdos de Negociación Colectiva) hemos firmado para el año que viene 1.000 euros por catorce pagas. Es importante que suba el salario mínimo, pero que se siga creando empleo, lo que me preocupa es que la gente no tenga trabajo. Lo que hizo el Gobierno fue firmar un acuerdo con un partido político y saltarse el diálogo social. Nos hemos quejado de eso, no de que el salario mínimo sea de 900 euros. Pero también hay que ver cómo se aplica el salario mínimo en la diversidad de España: va a ser diferente en Madrid, Valencia o Bilbao que en Extremadura, porque la vida en un sitio o en otro tiene un coste diferente. Lo que puede ocurrir, y no lo digo yo, que lo dice el Banco de España, es que se retraiga la contratación.

P ¿Por qué?

R Porque nos guste o no nos guste hay una serie de empleos con menor valor añadido donde posiblemente la gente va a contratar menos. Un empresario que tiene un bar en Extremadura no va a poder subir los salarios un 23%, porque no va a poder repercutir ese alza en el café que vende en ese pueblo. ¿Cómo voy a decir que me parece mal? Y ojalá se pudiera pagar más. Pero puede contraer la contratación, es así.

P El 50% de los asalariados ya no está fijo a tiempo completo, el grueso del nuevo empleo percibe un sueldo inferior al SMI. ¿Los jóvenes van a poder vivir mejor que sus padres?

R El presidente -por Pedro Sánchez- dijo en México que el 80% de los nuevos empleos eran indefinidos. Cuando mira el número de contratos...

P ¿Qué le parece que el abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea esté a favor del control horario en las empresas?

R Nadie dice que no se controlen los horarios, es un tema de negociación colectiva. En un proceso industrial es fácil controlarlo porque hay turnos. Pero con el flexitrabajo... Es matar moscas a cañonazos. Como algunos abusan de las horas, y para eso están los inspectores de trabajo, se habla de una medida que encorseta la flexibilidad de las empresas. En las mesas abiertas de negociación colectiva es donde se tiene que hablar.