El expresidente de Bankia Rodrigo Rato aseguró ayer que el anterior presidente de BBVA, Francisco González, le pidió en 2012 que dimitiera al considerar que «no era buena idea» que un miembro del Gobierno del PP mantuviera el papel de presidente de un banco que debía ser rescatado. «El presidente de BBVA me pidió que dimitiera el 6 de mayo -de 2012- en las oficinas del Ministerio de Economía en el Paseo de la Castellana», comentó el también exvicepresidente económico del Gobierno en su cuarta sesión de interrogatorio por parte de la Fiscalía Anticorrupción en el marco del juicio por la salida a Bolsa de Bankia en julio de 2011.

Este hecho se enmarca en el momento en que los tres principales banqueros españoles del momento, Emilio Botín (Banco Santander), Francisco González e Isidro Fainé (CaixaBank) mantuvieron una reunión con el entonces ministro de Economía, Luis de Guindos, sobre la crisis de Bankia entre los días 4 y 6 de mayo. Poco después de que González le pidiera su dimisión lo haría Guindos en calidad de ministro. «Estuve de acuerdo con lo que me había pedido el ministro, ya que pensé en el interés de los accionistas. Si yo era un problema no tenía inconveniente en marcharme», agregó.

Inmediatamente

Rato, actualmente en prisión por el caso de «las tarjetas black», indicó que Guindos le dijo que se fuera «inmediatamente sin esperar ningún plazo. Así lo hice, lo comuniqué en un correo interno a la plantilla antes de comer el día 7 y por la tarde lo anunciamos Goirigolzarri y yo a la opinión publica», comentó el exvicepresidente del Gobierno con Aznar.

Rato se defendió asegurando que ni el Banco de España ni Deloitte pusieron en cuestión en ningún momento la formulación de las cuentas de BFA-Bankia en 2011, las de la salida a Bolsa. «En mi conciencia no había ninguna sensación de que tuviéramos un problema de salvedades, nadie me lo había transmitido», indicó el exvicepresidente económico del Gobierno.

Rato sí reconoció que aunque el auditor había mostrado su preocupación por la valoración de las acciones del grupo, no se lo trasladó. Al respecto, se refirió a la demora inicial en la presentación del informe en el momento de la aprobación de las cuentas en marzo de 2012, a la que el Consejo no dio importancia al entender que el socio auditor de Deloitte, Francisco Celma, estaba esperando a la aprobación por parte del Banco de España del primer plan de saneamiento.

Sin embargo, a partir de abril la situación cambió y es Rato el que se pone en contacto con él, por primera vez en ese año, en una llamada telefónica «muy corta». «Estábamos muy perplejos de que una firma como Deloitte dejara de cumplir con sus funciones», afeó a la consultora.

El exvicepresidente del Gobierno, que se enfrenta a penas de entre cinco y doce años de prisión por estafa a inversores y falsedad contable, también respondió a la abogacía del Estado, la cual trató de determinar el grado de control o presencia que el FROB tenía en la entidad. En este sentido, subrayó la estrecha relación del organismo con el Banco de España, ya que su presidente era el subgobernador de este organismo. Términos similares en los que se refirió a su propia defensa, a la que relató el estricto control y la constante presencia que el fondo y el regulador mantenían en la entidad desde su fusión con Bancaja.