El proceso del Brexit se ha convertido en el último año en una especie de montaña rusa que no ha hecho sino aumentar la incertidumbre entre los sectores productivos alicantinos más expuestos al mercado británico y obligarles a barajar distintas estrategias para un escenario de salida, con acuerdo, del Reino Unido de la UE (Brexit blando) u otro, sin pacto, (Brexit duro). No en vano, la exposición de la actividad económica provincial respecto a Gran Bretaña se estimaba en unos 2.187 millones a finales de 2018, según el último informe del Instituto de Estudios Económicos de Alicante (Ineca) sobre el impacto del Brexit.
Han sido y siguen siendo meses de inquietud para sectores como el agroalimentario, el turismo, el calzado, el transporte o el inmobiliario, que, sin visualizar claramente el horizonte, han pasado de la preocupación inicial, a la inquietud y a la perentoria necesidad de tomar decisiones estratégicas, sin dejar de estar vigilantes a cualquier nuevo movimiento. Y en este contexto, en el que se entra en un terreno inexplorado, los sectores, en mayor o menor medida, han ido diseñando sus planes de contingencia para afrontar la desconexión de Gran Bretaña de la zona comunitaria y rebajar, así, el posible impacto que supondría perder cuota en un mercado preferencial. Ya desde que se inició el proceso, la exportación alicantina ha ido sufriendo sus efectos, con caídas anuales de las ventas, llegando el pasado año a registrar el mayor descenso en los últimos tres ejercicios, con un retroceso del valor de los envíos a Reino Unido de un 4,1%, frente a la subida del 2,7% que se anotaba en 2015.
Diversificar y ampliar la cartera de clientes en el exterior; preparar homologaciones de productos con las certificaciones que exigen las autoridades británicas a terceros países; contemplar una potencial subida de aranceles o prever espacios a ambos lados del Canal de la Mancha para convertirlos en almacenes temporales de estocajes, en el caso del transporte o la automoción, son algunas de las recetas que han propuesto organizaciones empresariales, instituciones o Cámaras de Comercio para las actividades más expuestas a los cambios que se derivarían de la nueva situación de Gran Bretaña.
Las próximas fechas clave
Un rearme para contrarrestar un impacto, del que aún no se conoce el alcance real, ni la fecha exacta. La salida oficial está prevista para el 29 de marzo de este año, aunque el acuerdo con la UE contempla una prórroga que puede llegar a 2020. Pero como, precisamente, el documento de desconexión acordado con Bruselas fue rechazado recientemente por el Parlamento británico, ahora hay que estar pendiente de otra fecha: el 29 de enero, cuando la Cámara de los Comunes tendrá que votar el «plan b» del Brexit que presente Theresa May.
Este puede ser el penúltimo capítulo -antes de la salida definitiva, en su caso- de un proceso que en las últimas semanas ha estado salpicado de propuestas y contrapropuestas de los partidos políticos británicos, sumidos en una clara división sobre la fórmula del divorcio. Incluso, ya aumentan las voces favorables a la celebración de otro referéndum. Desde que en junio de 2016, los británicos votaron y apostaron por la salida, sectores como el calzado o el juguete provincial comenzaron a plantearse mirar con más atención a China, Japón, Canadá o reforzarse en Estados Unidos como alternativas frente a la posible pérdida de mercado en Reino Unido, según explicaban la presidenta de la Asociación Valenciana de Empresarios de Calzado (Avecal), Marián Cano, y el de los jugueteros españoles, el ibense José Antonio Pastor.
El impacto del tipo de cambio
De hecho, en el gigante asiático, por ejemplo, el calzado ha crecido un 23% en el último año, pese a que la exportación provincial, en general, ha sufrido un retroceso superior al 10%. Para esta industria, así como para cualquier exportador, otro factor determinante es el tipo de cambio, la variación de la libra esterlina con respecto al euro, por si encarece sus exportaciones. Y otro elemento determinante será el tiempo de permanencia previsto en la unión aduanera, en su caso.
Más tramitaciones o distintos controles fitosanitarios a los que rigen actualmente en el mercado comunitario son los que preocupan al campo alicantino, según reconocía Eladio Aniorte, presidente de Asaja-Alicante. Una actividad que el pasado año vendió a Reino Unido productos por valor de 84 millones, según datos de Ineca, y que es el primer sector exportador provincial a aquel mercado, seguido muy de cerca del calzado.
La preocupación de los hoteles y los negocios turísticos de Benidorm y la Costa Blanca, para los que el mercado británico es preferencial, es que el «divorcio» cause una profunda recesión en la economía de Reino Unido y se desplome la llegada de turistas a las ciudades turísticas alicantinas, según señalaba Nuria Montes, secretaria general de la patronal hotelera Hosbec. No obstante, las cifras de reservas de alojamiento de británicos para este invierno no apuntan a un descenso, aunque el sector ya busca mercados alternativos. Los acuerdos sobre la libre circulación de personas en ambos sentidos o la capacidad aérea son otros de los aspectos que pueden incidir en la afluencia de turistas a Alicante. Estas mismas inquietudes tiene el sector inmobiliario alicantino, para quien el británico sigue siendo el primer cliente entre los compradores extranjeros y que, también, busca otros mercados (Irlanda, Islandia o Polonia) ante un posible desplome de inversores ingleses, según el ejecutivo de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Alicante (Provia), Jesualdo Ros.
En este escenario, el estar vigilante será clave, porque el final del proceso, sea cual sea, probará la efectividad de las estrategias barajadas o si ha habido un exceso de confianza y los planes han sido insuficientes.
