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Contracrónica

Música para los oídos

La presencia del Rey y la actuación de la Orquesta Joven de la provincia elevan la temperatura de un acto en el que se insistió hasta la saciedad en destacar la unidad de los empresarios de las tres provincias a través de la CEV

Música para los oídos

La presencia del Rey es un acontecimiento que siempre levanta pasiones. Como las del centenar de personas que esperaron su salida del auditorio sobre las nueve de la noche para aplaudirle pese a la hora y al frío, o como la del grupo de republicanos que se desgañitaron lanzando consignas contra la Monarquía y a los que apenas se oía en la puerta del ADDA, antes de la llegada de Felipe VI, de lo lejos que el operativo de seguridad puso las barreras que cercaban la plaza del auditorio y que impedían que se acercara nadie que no estuviera invitado al acto. «¿Que pasa?», preguntaba una clienta de la frutería de enfrente al ver a tanto policía en la avenida de Alcoy. «Que viene el Rey», le respondía un señor mayor. «Aunque no sé a qué viene», confesaba. Y es que los vecinos sí pudieron curiosear desde los balcones y desde los comercios de la zona la llegada, no solo del Rey, sino de las autoridades y empresarios que se dieron cita en la celebración del 41 aniversario de la Confederación Empresarial de la Comunidad Valenciana, la CEV. Y tiempo, tuvieron.

Los invitados empezaron a acceder al ADDA sobre las cinco de la tarde entre grandes medidas de seguridad de la Casa Real. Una hora y media después, el auditorio estaba lleno, los músicos de la Joven Orquesta preparados en el escenario y los fotógrafos y cámaras de los medios de comunicación colocados en línea a la espera de la llegada de Felipe VI. «No puede llegar antes que Ximo Puig», le indicaba uno de los organizadores a un periodista para dejar claro que el retraso en el inicio del acto no era culpa del Rey sino del presidente de la Generalitat, que tenía que haber aparecido a las seis y veinte. Las autoridades que esperaban, aprovecharon para charlar, para echarse pullas: -«¿Tú no eres republicano»? le espetaba riendo el presidente del PP provincial, José Císcar, al conseller de Transparencia de Compromís, Manuel Alcaraz-, y para hacer contactos, como el alcalde de Alicante, Luis Barcala, que se dedicó a «vender» las bondades de la ciudad como sede de congresos a varios representantes de asociaciones empresariales.

Harta de pasar frío, la ministra de Economía, Nadia Calviño, tras esperar en el acceso principal del Auditorio al presidente de la Generalitat y a Felipe VI, volvía a entrar al recinto acompañada del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. «El Rey ya ha llegado, pero está dando vueltas en el coche hasta que llegue Ximo», comentaba un político mirando el reloj, ya con diez minutos de retraso y con las autoridades colocadas en fila en la puerta y en el hall para saludar al Rey y salir en la foto de familia. Finalmente, Puig apareció a las siete menos veinte pasadas y Felipe VI un minuto después entre los suspiros de alivio de los organizadores y de los invitados, que recibieron al monarca a su entrada al abarrotado salón de actos con grandes aplausos después de que por megafonía sonara por fin el deseado y solemne: «Su Majestad, el Rey».

Mientras el presidente de la CEV, Salvador Navarro, daba la bienvenida a los asistentes y lanzaba la primera de las muchísimas loas a la unidad de los empresarios de las tres provincias que se oyeron durante la noche, uno los invitados, algo malévolo, pedía al de al lado que se fijara en el escenario. «Mira, han puesto el nombre de Castellón a la izquierda, el de Alicante a la derecha, y el de Valencia en el centro, como siempre». «Hombre, es que está en medio de la Comunidad», le respondía su interlocutor, menos suspicaz. Sería eso, porque a todos los intervinientes se les llenó la boca al destacar la nueva etapa que se abre en el empresariado de la Comunidad, unido en la CEV.

También con la actuación que amenizó el acto se quiso representar la unidad del empresariado. Y es que la Joven Orquesta de la Provincia de Alicante se convirtió anoche en la Orquesta de Jóvenes de la Comunidad Valenciana que, con la dirección de Francisco Maestre, interpretó tres piezas, cada una de ellas alusiva a una de las tres provincias. «El Danzón» para Castellón, «Mambo» para Valencia y «Libertadores» para Alicante. A quien quisiera hacer un juego palabras, no se lo pusieron difícil.

Otro momento de «unión» tuvo lugar en el reconocimiento que Antonio Garamendi y Salvador Navarro hicieron a los tres presidentes provinciales de la CEV: Sebastián Pla (Castellón), Eva Blasco (Valencia) y Perfecto Palacio (Alicante), entregándoles una estatuilla con tres circunferencias entrelazadas -han adivinado: las tres provincias- como logo de la CEV.

En cuanto a las intervenciones, la ministra Calviño aprovechó para «vender» sus presupuestos y Navarro, Garamendi y el presidente Puig, para resaltar la labor de los empresarios en el desarrollo del país y en la consolidación de la Democracia y para evidenciar su lealtad a la Corona y a los valores constitucionales.

Felipe VI, entre algún grito de «Viva el Rey» desde el patio de butacas, clausuró el acto destacando la pujanza del sector empresarial de la Comunidad Valenciana y aprovechó para resaltar la importancia de la creación de empleo para los jóvenes como garantes del futuro del país.

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