La recuperación también va por barrios. Pese a que la tasa de desempleo bajó el pasado año en la provincia hasta el 15,1% por la mejoría económica, los efectos positivos de la reactivación no acaban de llegar por igual a los hogares. En Alicante, todavía hay casi 41.000 familias que tienen que salir adelante sin perceptores de ingresos, según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondientes al tercer trimestre de 2018.

La cifra representa un incremento de 4.200 hogares con respecto a un año antes. Y, aunque en el tercer trimestre se registró un ligero descenso, coincidiendo con la dinamización del empleo por la campaña turística, en la evolución anual, el número de viviendas en las que no entran ingresos fue creciendo durante el ejercicio con respecto a las 36.700 que se encontraban en esta misma situación entre el verano y el otoño de 2017.

De hecho, las peticiones de ayuda de productos básicos o para afrontar el pago de recibos de luz siguen llegando a las organizaciones humanitarias de la provincia. Cruz Roja aún no ha cerrado el balance anual sobre el número de usuarios, pero sí ha detectado que «con las personas que trabajamos, realizamos más intervenciones. Y no solo para cubrir una necesidad puntual de alimentos o para el pago de una factura eléctrica, sino que hemos intensificado las actuaciones encaminadas al bienestar personal. Un trabajo a nivel psicosocial y emocional con personas que acarrean una situación económica que se perpetúa en el tiempo», explicaba desde Cruz Roja en Alicante Noemí Espinosa, técnica en Atención a la Vulnerabilidad.

Trabajo psicosocial y emocional

Este nuevo tipo de atención que realizan distintas entidades sociales apuntan a que el nivel de pobreza aún no se ha erradicado en las familias y «que existen unos mayores riesgos de exclusión social», advertía Yaissel Sánchez, secretaria territorial de UGT en l'Alacantí-La Marina. Además, la dirigente sindical relacionaba el aumento interanual de hogares sin ingresos en la provincia con la situación que vienen arrastrando «muchas personas desempleadas, que fueron expulsadas del mercado laboral en plena crisis, con una edad cercana a los 50 años, y que han tenido dificultades para encontrar un empleo, por lo que al cronificarse esta situación en el tiempo, han ido viendo cómo se reducían sus ingresos porque han ido agotando las prestaciones». Y es en estos momentos cuando la atención psicosocial es importante, destacaban en Cruz Roja. Una persona que se encuentra en paro hace años y que tiene que seguir acudiendo a entidades que apoyan a las familias en situación de vulnerabilidad para cubrir necesidades de productos básicos, «ve mermada su parte psicosocial. Cuanto más se alarga en el tiempo la situación, les cuesta más salir de la misma», explicaba Noemí Espinosa. Desde hace dos años, Cruz Roja realiza un plan que denomina de «Bienestar social» y que incide en aspectos de «acompañamiento a estas personas para ayudarles a abordar las circunstancias para revertirlas», al margen de los talleres sobre búsqueda de empleo o ahorro energético.

Para la ugetista Yaissel Sánchez, «preocupa» que en la variación interanual haya habido un incremento de hogares sin perceptores de ingresos. «Esto nos debe alertar de que todavía hay muchas familias donde la pobreza y la desigualdad siguen aumentando, por lo que son necesarias políticas integrarles para cambiar estas circunstancias», añadía la dirigente sindical. Sánchez reclamaba políticas activas de empleo «inclusivas e integrales, y por parte de todas las administraciones». En este sentido, la representante sindical apremiaba a tomar medidas a los gobiernos central y autonómico. Pero, especialmente, reclamaba «la implicación de los ayuntamientos, que son los que están más directamente relacionados con sus vecinos y conocen más las zonas o colectivos necesitados», incidía Yaissel Sánchez, quien reiteró que «las situaciones de pobreza que se viven en los hogares, luego, suelen marcar en el futuro a sus miembros, sobre todo a los más jóvenes».

Parados de larga duración

Cáritas también se encuentra inmersa en la elaboración de su balance anual. Y, aunque desconoce la cifra final de la evolución, sí señala que en las parroquias de la provincia se siguen atendiendo situaciones de emergencia. El perfil de usuario que más recurre a la ayuda «es un parado de larga duración con hijos a su cargo y con nulos ingresos», según explicaba Rocío Giménez, referente de voluntariado de Cáritas Parroquiales. También atienden a familias con recursos mínimos. Unas circunstancias que les colocan en una situación «en la que, a veces, tienen que decidir si pagar la vivienda, las facturas de suministros o la alimentación», incidía Giménez. Las demandas prioritarias siguen siendo la solicitud de alimentos y de ayudas para afrontar el pago de facturas de alquileres o de suministros, fundamentalmente las facturas eléctricas. Pero, asimismo, piden apoyo para temas de salud, como la compra de medicamentos, o de educación, para libros de texto o la cuota del comedor escolar. «Igualmente buscan empleo a través de nuestra agencia de colocación», señalaba Rocío Giménez.