Al mismo tiempo que trata de sanear su balance y recuperar parte del negocio perdido durante estos años, la banca también sigue con los ajustes de su red para reducir sus costes operativos. De esta forma, al cierre del pasado mes de septiembre sólo permanecían operativas en la provincia 922 sucursales, lo que supone 62 menos que en el mismo mes de 2017 y, sobre todo, la cifra más baja desde 1981, de acuerdo con los registros del Banco de España.
Casi un tercio del ajuste de este último año se debe a los cierres que siguieron a la fusión de BMN con Bankia pero el resto es fruto del goteo de clausuras silenciosas que aplican la práctica totalidad de las entidades y que no parece tener fin. Así, la última en anunciar un nuevo recorte a su red ha sido CaixaBank, que en la presentación de su plan estratégico a los inversores el pasado mes de noviembre avanzó el cierre de más de 800 oficinas en toda España durante los próximos tres años.
Además de bajar la persiana de muchos puntos de atención, las entidades también están transformando las oficinas que permanecen abiertas, especializándolas en determinados segmentos de clientes o aumentando el número de servicios que prestan. Pero, sobre todo, la mayoría de bancos se ha volcado en los canales de digitales para seguir captando negocio y comercializar la mayoría de sus productos.
En su punto de mayor expansión, las entidades financieras llegaron a tener 1.770 sucursales en la provincia que, junto con las diferentes direcciones territoriales y los servicios centrales de la desaparecida Caja Mediterráneo llegaron a emplear a cerca de 13.200 personas. En la actualidad, el sector de banca y seguros da trabajo a 8.972 profesionales en Alicante, es decir, que en este tiempo ha destruido más de 4.200 empleos. De hecho, ésta es una de las pocas actividades donde la afiliación a la Seguridad Social sigue sin crecer, tras más de cuatro años de recuperación económica, según los datos de este organismo.
