El nombre de Hervé Falciani saltó en su día a las portadas de la prensa internacional por la lista de 130.000 supuestos defraudadores fiscales elaborada con datos a los que había accedido entre los años 2006 y 2008, cuando trabajaba en Ginebra, en la filial suiza del banco HSBC, como director del departamento de servicios informáticos. Y este estratega financiero y, además, fundador de la Asociación Tactical Whistleblower fue ayer el protagonista de una nueva edición del Foro Club INFORMACIÓN-UA-Bankia-CEV, en el que también colabora Aguas de Alicante. Fue en ese contexto en el que no pudo mostrarse más tajante: «Si una criptomoneda participa del blanqueo lo hace a través de un banco». No se quedó ahí. Subrayó que la moneda virtual incluso puede ayudar a descubrir a los defraudadores, por el sistema de trazabilidad que incorpora. Como ejemplo, citó a un detenido en Alicante recientemente al tratar de blanquear dinero en un banco ruso.

Falciani comenzó dejando entrever ya desde el inicio por dónde irían las cosas. Lo hizo poniendo el acento en la innovación como método para ir más allá, pero también en la colaboración. Dos conceptos sobre los que fue articulando un discurso en el que se fue deshaciendo en loas primero hacia el blockchain. Una tecnología ésta que para muchos puede ser el origen de la próxima revolución informática, y que es capaz de producir registros de información encriptados y encadenados -el contenido de un bloque solo puede descifrarse con la información del anterior-, y que, además, quedan guardados en todos los nodos que componen la red. De esta forma, la información no se puede borrar ni modificar, es inalterable, ya que cualquier cambio en un ordenador es detectado inmediatamente por el resto de partícipes, una cuestión ésta en la que Falciani incidió, y no poco. Ya en la segunda parte del coloquio, y coincidiendo con el turno de preguntas, el protagonismo se fue desplazando hacia la criptomoneda, basada precisamente en la tecnología blockchain, y de forma especial en la divisa virtual «Tabú», impulsada por la Asociación Tactical Whistleblower.

Su primer llamamiento fue a «no observar los fallos, sino lo que funciona». Quería poner en valor esa colaboración que fue salpicando su interlocución. Para ello, recurrió a su experiencia personal, a los obstáculos a los que había tenido que hacer frente: jurídicos, geopolíticos, políticos, nacionales, internacionales... «De verdad, se hizo solo gracias a la colaboración y a encontrar las cosas que funcionaban», indicó. «Lo que me representa no es la idea de sacrificio, sino el interés por una mejor forma de hacer las cosas», añadió. Fue así como se remontó a sus inicios en HSBC en Montecarlo, y rememoró que allí se había destapado un fraude de los gestores a sus clientes, algo que atribuyó a la falta de digitalización. «Eso me decidió a pasar a otro nivel de esfuerzos», relató. Y todo, argumentó, porque «lo que se había conseguido en seis meses en Montecarlo no se acababa de realizar en cuatro años por divergencias en qué podía ser beneficioso». Para él, sea como sea, según sostenía ayer, el camino pasaba por la digitalización, aspecto en el que Alicante, en su opinión, tiene un papel fundamental, aunque no entró en muchos más detalles. «La innovación tecnológica resulta ser el vector del cambio empresarial, que se traslada a nivel social», manifestó.

Coste y fuente de ingresos

En ese punto, comenzó a desgranar las ventajas que, en su opinión, tiene el blockchain. Una tecnología que, como remarcó, es el mejor ejemplo de cómo en un proyecto un coste puede convertirse en una fuente de ingresos, y que, de forma paralela, es una fuente de información valiosa para tomar decisiones. ¿Por qué? Porque, como expresó, hasta ahora la información poco menos que se quedaba corta. «Faltaba siempre un nivel. Se quedaba siempre en la información directa a los proveedores o los clientes y faltaba profundidad, por ejemplo datos de los clientes de los clientes», expuso. Con ello, quería resaltar la transversalidad y la descentralización, eso sí, sin renunciar a la privacidad y a las garantías que da un sistema con la trazabilidad definida y, por tanto, con transparencia. «Tactical Whistleblower no espera que un problema o una oportunidad se declare para aprovecharla. Esta asociación sin ánimo de lucro ha permitido reunir a 60 expertos de varios ámbitos, y estamos en comunicación con el Banco de España o la CNMV», manifestó Falciani, para fundamentar la labor que hace esta organización respecto a lo que había ido hilando.

Las divisas ganan peso

Concluía así su intervención, para pasar al turno de preguntas. Y fue de este modo como la criptomoneda fue ganando peso. «¿No es una contradicción luchar contra la opacidad bancaria e impulsar una criptomoneda?», le interpeló alguien, en alusión a «Tabú», la divisa virtual promovida por Tactical Whistleblower. «Es una criptomoneda con las reglas más estrictas, para evitar el blanqueo de capital», sostuvo, bajo el argumento de que no se expone la privacidad en la tecnología blockchain, que es en la que se amparan las criptodivisas, pero sí hay una trazabilidad. «La criptomoneda concretiza la relación entre dos individuos sin que nunca se pueda alterar. Aunque se puede otorgar o quitar, siempre queda todo ahí».

«¿Y quién responde de las criptomonedas?», preguntaron desde el auditorio poco después. En ese extremo, comenzó diciendo que con la moneda tradicional también nos fiamos de los intermediarios. «Hablé con un director de una bolsa europea de la fragmentación del sector financiero, no solo en el de la criptomoneda, sino en el convencional. ¿Qué se hace a nivel de los últimos intermediarios? El 40% de la financiación está desregulada en Europa. ¿Cuántos de vosotros estáis relacionados con fondos de inversión no regulados? La criptomoneda es una broma. Es un factor de cambio, y los primeros que lo aprovechen estarán en una situación oligopolística», puntualizó.

«Un héroe con trato antiépico»

El encargado de presentar a este ingeniero informático fue el conseller de Transparencia, Manuel Alcaraz. Durante su introducción, no había escatimado en elogios hacia Falciani, a quien agradeció públicamente que colaborara de forma «desinteresada» en proyectos con su departamento, y de quien puso en valor que sacara a la luz, sin ir más lejos, el nombre de 659 evasores fiscales en España, lo que permitió regularizar unos 300 millones de euros. «Lo que todos decimos en conversaciones de café que hay que hacer Hervé lo hizo en la práctica», apostilló Alcaraz, para concluir que, «es un héroe de nuestro tiempo, pero que recibe un trato antiépico».