Renfe afronta anualmente un gasto de 25 millones de euros para tratar de poner freno al vandalismo y limpiar grafitis en su parque de trenes, según informó la compañía ferroviaria, que puso el acento en que se trata de un coste que «pagan todos los ciudadanos con sus impuestos». De este importe, unos 15,7 millones corresponden a lo que le cuesta a la empresa limpiar los grafitis, mientras que los 10 millones restantes se destinan a medidas de vigilancia y seguridad para evitar estos actos vandálicos. Desde Renfe denuncian que las pintadas se han casi duplicado en la última década. Sólo el pasado año crecieron un 60% y siguen incrementándose en este ejercicio. En los nueve primeros meses, ya se han contabilizado 2.800 actos de este tipo.

Además del aumento del número de pintadas, la compañía indica que los grafiteros «son cada vez más violentos y en muchos casos actúan en grupos organizados», y que su actuación implica un riesgo no sólo para los viajeros, sino para el personal de Renfe, sus vigilantes e incluso los propios grafiteros. «Ponen en riesgo su integridad física cuando atacan un tren en servicio al saltar las vías por las que puedan circular otros trenes», alega la operadora.

También se subrayan los retrasos que causan en los trenes el hecho de que muchas de las pintadas se realicen en trenes en servicio. En concreto, se estima que el pasado año unos 200.000 viajeros se vieron afectados por demoras por pintadas en trenes en marcha.

A ello se suma que un tren debe quedarse en los talleres, sin dar servicio, hasta casi una semana para limpiar un grafiti, dado que los trabajos para su retirada son muy arduos, por el tipo de pintura, que afecta a la chapa del tren, y que «es ácida y de secado rápido". Renfe sostiene que denuncia todos estos tipos de actos ante la autoridad competente y asegura colaborar con todas las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. No obstante, hace hincapié en que lo esencial es la «concienciación e implicación de instituciones y ciudadanos».