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¿Más control sobre nuestros datos o un nuevo peligro?

Otra de las posibilidades que abre el Blockchain, al menos sobre el papel, es el avance de la denominada «Identidad Digital Soberana» o SSI, por sus siglas en inglés. Es decir, que podamos decidir en cada caso qué datos personales queremos ceder a una compañía y durante cuánto tiempo, según explica el portavoz del ECO Alicante de Alastria, Antonio Gálvez. «Cuando vas a alquilar un coche te piden un montón de datos: el DNI, el carnet de conducir, la tarjeta de crédito... Cuando en realidad sólo necesitan saber que eres titular de un carnet válido y que tienes más de 25 años. Con el blockchain podrás enviar un documento que acredite simplemente esta última información, sin necesidad de revelar nada más, porque el sistema ya garantiza que eso es cierto y además lo haremos por el tiempo que dure el alquiler», explica Gálvez. De esta forma, es el usuario quien tiene el control de sus datos y no como ocurre ahora con las grandes tecnológicas o cualquier empresa a la que demos nuestro consetimiento. No obstante, también hay quien muestra sus recelos, como Ramón Martínez, quien señala que no es muy buena idea guardar ningún dato personal en Blockchain, si se tiene en cuenta que ya nunca se podrá borrar «ni por orden judicial». Otros, en cambio, como Andrés Pedreño, creen que habría que adaptar la legislación para que no frene el desarrollo tecnológico. «Lo que debe perseguirse no es que se graben datos, sino un mal uso de éstos», asegura. De momento, quienes han encontrado una aplicación al Blockchain precisamente para hacer cumplir la legislación de datos actual es la compañía alcoyana adSalsa. Esta firma ha desarrollado una aplicación que guarda en la cadena de bloques los consentimientos que dan los usuarios cuando entran en una web. «De esta forma, si luego un usuario se queja de haber recibido una comunicación para la que no había dado permiso, la empresa puede demostrar que sí lo tiene y que cumple con la normativa», apunta el CTO de adSalsa, Alejandro Rodríguez. Eso sí, para no infringir la legislación, lo que se almacena en el Blockchain no son los datos directamente, sino un «hash». Es decir, un registro alfanumérico que es el resultado de aplicar una función criptográfica a la información original. Ese código no contiene la información en sí pero sirve para garantizar que no se ha modificado, ya que si se cambia el documento original, la función dará un resultado distinto. A este respecto, el principal problema que Rodríguez ve a esta tecnología es la volatilidad de las criptomonedas, lo que impide tener controlados los costes ya que para grabar la información se compran pequeñas porciones de la divisa de la red que se utilice.

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