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Impuesto de las hipotecas

Emilio Ontiveros: "La competencia puede frenar que los bancos carguen el impuesto de las hipotecas sobre el cliente"

El economista ha participado en las Jornadas de Economía de la UA, que se han clausurado hoy

Emilio Ontiveros, en un momento de la entrevista Héctor Fuentes

P¿Cómo ha visto la situación vivida en los últimos días sobre quién asumía el pago del impuesto de las hipotecas?

R Ha sido un desacierto. A partir de ahora, parece que, afortunadamente, hay un consenso entre las fuerzas políticas para clarificar el reglamento de ese impuesto y, probablemente, mejorar más adelante la Ley de Reforma Hipotecaria para crear un marco que sea más cierto. Lo peor que puede haber en la actividad de cualquier sector económico, pero, desde luego, en el financiero, es la percepción de inestabilidad. La estabilidad regulatoria es la condición necesaria para la confianza. Además, estamos hablando de un sector que no solo es sensible, sino también de un ámbito que es el que más afecta a la economía familiar. España es uno de los países del mundo en que el parque de viviendas en propiedad por parte de las familias es mayor. Y, a su vez, un buen número de familias está endeudada. La disposición de una vivienda propia condiciona toda su economía familiar. Y que sobre las condiciones de financiación de esa vivienda propia se arme un torbellino como el que hemos sufrido es inquietante.

P El Gobierno aprobará un decreto para que sean los bancos y no el cliente, como sentenció el Supremo, quien pague el impuesto, ¿cree que la banca lo repercutirá en los costes?

R No debería. La mejor forma de que no se transmitan a los precios finales posibles aumentos de coste tiene mucho que ver con la competencia. En lo que no creo es en que vaya a haber una conjura de la banca para elevar los tipos de interés hipotecarios en la misma proporción. Puede que los suban algunos. Lo que hay que procurar es que haya suficiente competencia, que es la condición para que empresas o bancos no transmitan a los precios finales sus apetencias.

P Los expertos hablan de desaceleración economía, ¿en que indicadores se aprecia más?

R Hay claras señales de desaceleración del conjunto de la economía mundial, lo ha dicho el FMI. Hay una desaceleración moderada en Europa, lo ha dicho la Comisión en el reciente informe de previsiones de otoño. Y dentro de la Unión Europea, esa desaceleración es un poco mayor en la eurozona.

P ¿Y en España?

R Como es lógico, dada la elevada integración que tiene nuestra economía en Europa, también nos afecta. Pero España, con todo, va a seguir creciendo algo más que la media de la eurozona, si algunos nubarrones que sobrevuelan la navegación de la economía española no descargan.

P ¿Cuáles son los nubarrones?

R El primero, el Brexit, que creo que es el trauma más importante en la historia de la UE. Es un proceso relevante, en general, pero, particularmente, para España, porque es de los pocos países de Europa que tiene un superávit comercial con Reino Unido. Le vende más bienes, más mercancías y también servicios, sobre todo turísticos. Esta provincia sabe de ello. Los británicos dejan algo más del 20% de los ingresos por turismo y son los principales compradores de viviendas, después de los españoles. Además, las empresas grandes nacionales tienen inversiones allí. Si el divorcio es amistoso y deriva en algo similar al mantenimiento de un mercado interior, a la inexistencia de aranceles significativos entre la UE y Reino Unido, el trauma será menor.

P ¿El segundo nubarrón?

R El segundo, que puede descargar o no, es el conflicto entre Italia y la Comisión Europea. Otro episodio sin precedentes. Hoy no tenemos más información de que el pulso es serio. Si este tuviera un desarrollo peor, los mercados financieros, sobre todo los de deuda pública, podrían sufrir. Y ahí existe un riesgo de contagio. A día de hoy, la deuda pública española en su cotización no se ha contagiado de la italiana. Los inversores siguen considerando que España no es Italia, afortunadamente. Pero la historia nos dice que, cuando se desencadenan las crisis financieras, no son locales; acaban como algunas infecciones.

P¿Y el tercero?

R Las guerras comerciales que ha abierto la Administración estadounidense. Si no van a más, podríamos transitar cómodamente por el año 2019. Pero si, llegan a las manos Estados Unidos y China, o Estados Unidos se empeña en poner aranceles a las exportaciones de algunos productos europeos, nos podríamos encontrar con un freno adicional al crecimiento de la economía de la Unión Europea y de la española. Si ninguno de los tres nubarrones descargara, la economía española podría crecer en el entorno del 2,4% y podría seguir creando empleo, quizá no de tanta calidad como el que necesitamos.

P ¿Por qué la reactivación económica no está llegando a la economía doméstica?

R Porque esa recuperación no ha sido suficientemente intensa en empleo. Todavía en España hay una tasa de paro elevada. Y porque los salarios no han crecido de forma significativa. Durante la crisis, cayeron. Y durante la reactivación, no se han recuperado en la misma medida que el crecimiento económico. Hoy, prácticamente, los salarios están planos. De hecho, el empleo que se está creando es de una calidad -tal y como la entiende la OCDE, en términos de plazos, de contratación y de ingresos- peor que antes de la crisis. Esta no se ha saldado bien para las familias, con menor capacidad defensiva. Por eso, la traducción política que en algunos países de Europa tienen esas familias es inquietante. De ahí que sea importante plantearse los problemas de desigualdad. No sólo por generosidad y caridad, sino para que la economía sea viable, para que no emerjan formaciones políticas contrarias a la idea de Europa. La gente tiene que ver que Europa es rentable. Pero no sólo para unos pocos, sino para la mayoría.

P ¿Cómo se sale de la situación de parálisis que parece que está viviendo Europa? ¿Qué retos tiene por delante?

R La clave para que haya un nuevo entusiasmo e identificación europea es que se garantice que las economías pueden sortear las desaceleraciones como de la que estamos hablando ahora. Y, ahí, Europa sí se necesita plantear proyectos de inversión como los que está haciendo Estados Unidos, que es mucho más pragmática. Antepone el crecimiento económico y la caída del desempleo. A pesar de tener un señor como Donald Trump, está creciendo más que Europa y ha llevado la tasa de desempleo por debajo del 4%. Una de las consecuencias de la llegada de los demócratas al Congreso es que vamos a ver un aumento de la inversión pública en infraestructuras espectacular. Lo necesitan porque las infraestructuras físicas son peores que las nuestras, pero ellos tienen un pragmatismo en la concepción de la política económica que no hay en Europa, que tiene que reflexionar sobre la necesidad de orientar el crecimiento para mejorar las condiciones de vida de la gente que ha sufrido durante la crisis.

P ¿Y cuáles son los principales retos de la economía española?

R El principal reto de la economía española es seguir aumentando la creación de empleo y la calidad del mismo. Y, para eso, es necesario que las empresas asuman el reto de mayor inversión, sobre todo, en intangibles, en conocimiento, en modernización de la capacidad de producción con el fin de ser más competitivas internacionalmente.

P ¿Usted es de los que piensa que se destruirá mucho empleo con la digitalización y la robotización?

R A medio y largo plazo va a haber sustitución de empleo. Es probable que en el corto plazo veamos mayor destrucción, pero en el medio plazo vamos a ver la emergencia de nuevos empleos, nuevas profesiones y remuneradas mejor que las viejas. La destrucción siempre es creativa cuando se habla de tecnología.

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