La empresa familiar celebrará entre el 28 y el 30 de octubre en València su vigésimo primer congreso nacional. Será la segunda vez que el instituto que agrupa a un centenar de las mayores empresas familiares españolas se reúna en esta ciudad. Se prevé que asistan unos 700 empresarios, que podrán oir de viva voz qué tienen que decirles el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el líder del PP, Pablo Casado, y el Rey Felipe VI, quien protagonizará la apertura. Juan Roig y José Manuel Entrecanales serán algunos de los empresarios que intervendrán en el evento. El director general del Instituto de la Empresa Familiar (IEF), Juan Corona, y el presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), Vicente Boluda, presentaron ayer el evento.
P El compromiso social de las empresas familiares y su papel en la salida de la crisis son los dos grandes mensajes que quiere trasladar el congreso de València.
R La palabra que mejor define a la empresa familiar es compromiso, porque, si no lo tiene, desaparece. Si la familia, el fundador, los sucesores no están comprometidos con la empresa, tienen otras alternativas, como cerrarla o venderla. Esto queremos trasladarlo a la sociedad. La gente valora mejor las empresas familiares, pero desde nuestro punto de vista todavía no se les ha reconocido lo que han hecho y lo que están haciendo. En España, son el 88% de las empresas y generan el 57% del PIB y el 66% del empleo. Hemos hecho también un análisis sobre el comportamiento de las empresas familiares durante y en la salida de la crisis. Cerraron muchas, por ser empresas muy pequeñas con un colchón financiero muy bajo y con una dependencia total del sistema financiero. Esto corta el crédito, no hay dinero, adiós empresa. Pero, por otro lado, las que aguantaron la crisis lo hicieron sacrificando resultados. Se aceptaba mantener el empleo a cambio de incurrir en pérdidas varios años. Esta es una característica de las empresas familiares. Una no familiar no lo va a hacer nunca porque los accionistas, si no genera beneficios, les piden a los directivos que tomen medidas, desde cerrar una planta a recortar empleo. La familiar está mucho más comprometida. Además, ahora estamos viendo otra cosa, y es que desde 2013 quien está liderando el tirón de la economía española es la empresa familiar, que está creciendo más en producción, empleo y exportación que las no familiares. Cuidar a la empresa familiar equivale a cuidar el país.
P En la presentación del congreso dijo que uno de los problemas para que no haya un mayor tamaño en las empresas es que muchas pymes carecen de la ambición para crecer.
R Sí. Queremos ser justos. No se puede decir que las empresas no crecen solo por el marco legal. Hay algunas que no tienen la voluntad de crecer. Eso es cultura española. Si uno analiza las diferencias con Alemania, a nivel de grandes empresas estamos igualados, pero allí las medianas son más grandes que en España y hay muchas. Una mediana da empleo a unas 250 personas y es fuertemente exportadora. Nosotros tenemos pymes muy buenas, pero tienen quedar el salto. Claro, dar el salto es un riesgo. Para esto hay dos cosas: voluntad del empresario de asumirlo y que el sistema te ayude. Si el sistema te penaliza a medida que creces, el empresario opta por quedarse como está.
P Hace unos días me decía un empresario que no ve útil el protocolo familiar, que prefiere repartir sus negocios entre sus hijos, con minoría de cada uno de ellos en el negocio de los otros. ¿Qué opina?
R El protocolo, mejor tenerlo que no tenerlo, no por el documento en sí, sino por que para elaborarlo se requiere mucho diálogo por parte de los miembros de la familia. Dicho lo cual, no es la panacea. No es una vacuna. Tienes más posibilidades de solucionar los problemas. La idea de ese empresario no me parece mala, porque lo peor que puede haber en una empresa es el conflicto. Si para solventarlo te decides por crear unidades de negocio, me parece muy bien. Solo añadiría que estas unidades se gestionaran autónomamente, pero colgando de un holding. Por el tema del tamaño.
P Hay una percepción generalizada de que hemos entrado en fase de desaceleración económica. ¿Hay que temer que la cosa vaya a más?
R Veremos qué dicen los empresarios en la encuesta que haremos en el congreso. No me preocupa. Hemos estado creciendo por encima del 3%. No creo que sigamos creciendo a estos niveles, pero, mientras crezcamos por encima de la media, estaría satisfecho. No creo que vaya a ser una desaceleración excesivamente fuerte. España tiene potencial para crecer mucho más.
P ¿En qué ámbitos?
R Nuestras empresas, durante la crisis, han aprendido a exportar. Ha aumentado mucho nuestra capacidad exportadora, pero hay que dar el paso adicional, que es internacionalizarse, convertirse en una empresa global. Producir en Estados Unidos, en China. Por ahí, hay carrera.
P Si hay Presupuestos para 2019, habrá subida de impuestos en Sociedades y a las rentas más altas. ¿Lo considera razonable o no?
R Los impuestos se han de establecer en base a dos cuestiones. Una interna, es decir, la capacidad de la sociedad para asumirlos y otra externa, o sea la comparación con nuestros principales competidores. Los impuestos españoles están en la banda alta en la Unión Europea y, por lo tanto, no tiene mucho sentido forzar el esfuerzo fiscal de empresas y particulares, porque estamos a niveles altos y revertiría en bajada de producción y ventas.
P ¿Por qué es tan complicado que en España los políticos pacten?
R No lo sabemos. En todos los congresos del instituto, siempre les hemos pedido acuerdos al menos en los temas esenciales. Y no hay manera. No hay tradición. Somos una democracia muy joven y aquí se ve que pactar con tu rival electoral no se debe hacer. En la práctica universal, las democracias más consolidadas recurren a ello, sobre todo en temas de país.
P BBVA Research insistía esta semana en la pérdida de PIB que están padeciendo Cataluña, sobre todo, y las autonomías con más contacto con ella, por el independentismo. En el instituto hay muchas y relevantes empresas catalanas. ¿Cómo lo ven?
R Se ve con preocupación. No es un problema estrictamente catalán. Las grandes empresas catalanes utilizan muchos suministradores del resto de España. Una bajada en las ventas no afecta solo a la empresa principal. Si utiliza un componente que se lo vende una empresa de València, esta también baja ventas y resultados. En economía todo está ligado.
