Desde luego no será suficiente para acabar con el asfixiante déficit de financiación que sufre la Comunidad Valenciana pero toda piedra hace pared. La decisión que tomó el Consell de elevar los impuestos a los más pudientes para aumentar la recaudación está dando resultado, al menos en el caso del Impuesto de Patrimonio, que sólo pagan quienes acumulan una riqueza superior a los 600.000 euros. Según los últimos datos que acaba de hacer públicos la Agencia Tributaria, en 2016 el Ejecutivo autonómico logró ingresar 140,8 millones de euros por este concepto, 30,6 millones más que en el ejercicio anterior, gracias a las modificaciones introducidas por los socios del Botànic a los pocos meses de su llegada a la Generalitat.

Un incremento que, además, contrasta con el estancamiento o el retroceso que sufrió la recaudación de este tributo en el resto de autonomías durante el mismo ejercicio. En todo el país, el Impuesto de Patrimonio proporcionó 1.039 millones a las administraciones regionales, sólo un 3,2% más que en el ejercicio anterior.

Fue en octubre de 2015 cuando la Generalitat aprobó rebajar de 700.000 a 600.000 euros el mínimo exento que obliga a realizar la declaración, además de incrementar el tipo del gravamen alrededor de un 25%. Tal y como muestran los datos de la Agencia Tributaria, el resultado fue inmediato.

La primera consecuencia de la medida fue que se incrementó notablemente la base de contribuyentes, que pasó de 19.616 a 22.105 en un solo ejercicio, es decir, un 12,6% más. O, lo que es lo mismo, que tuvieron que pasar por caja 2.489 ricos más que el año anterior. Aunque la recuperación económica también influyó en este incremento -en 2015 la cifra de contribuyentes del Impuesto de Patrimonio ya creció en unas 800 personas en la Comunidad con el inicio de la mejora-, el decano del Colegio de Economistas de Alicante, Franscisco Menargues, no duda en apuntar a la reforma del Consell como el principal motivo.

La segunda consecuencia es el ya citado aumento de recaudación, que sitúa a la Generalitat como el segundo Ejecutivo autonómico que más ingresa por este concepto, sólo por detrás de Cataluña, donde se paga a partir de los 500.000 euros, por lo que su recaudación se dispara hasta los 464 millones.

Entre las más caras

Menargues recuerda que un reciente informe del Registro de Economistas Asesores Fiscales situaba a la Comunidad entre las autonomías con las tarifas más caras en el Impuesto de Patrimonio, tras la citada reforma. En concreto, para quienes tienen un patrimonio de 800.000 euros era la cuarta más cara, y la tercera si la fortuna del contribuyente llegaba a los cuatro millones. El decano de los economistas alicantinos no oculta su posición contraria a este tributo por diversos motivos, como el elevado grado de arbitrariedad, por ejemplo, a la hora de calcular el valor de los negocios familiares, que constituyen buena parte de la fortuna de muchos de los que están obligadoa a tributar por este concepto.

Además, Menargues también critica la enorme disparidad que existe entre las diferentes comunidades, que lleva a que un contribuyente con un nivel de riqueza similar deba pagar miles de euros si vive en una región, o esté completamente exento si tiene la suerte de residir en Madrid, donde este tributo está completamente bonificado. Pero, sobre todo, considera este impuesto «injusto» ya que grava unas posesiones por las que ya se ha tributado anteriormente.

Más allá de estas consideraciones, los 22.105 declarantes del Impuestos de Patrimonio de la autonomía tenían una fortuna media de 2,8 millones, lo que significa que, en su conjunto, sumaban una riqueza de 62.209 millones. El montante más abultado de esta cantidad -unos 23.000 millones- corresponde a acciones de las empresas familiares de las que muchos son propietarios, que están exentas.

Pero también acumulan unos 11.000 millones en acciones cotizadas u otros 13.000 millones en inmuebles, de los que sólo 2.000 millones corresponden al valor de sus viviendas habituales. En joyas, coches o pieles, los ricos valencianos sólo declaran 75 millones de euros, mientras que en obras de arte acumulan 21 millones.