El fuerte crecimiento que experimenta la economía alicantina no está logrando atajar con la misma rapidez el elevado volumen de paro que registra la provincia. Tanto es así que, a pesar de la recuperación, la fuga de talento que se inició durante los años más duros de la crisis continúa, ante la falta de oportunidades laborales en la zona.

Así lo advirtieron ayer los responsables del Instituto de Estudios Económicos de Alicante (Ineca), durante la presentación de su informe de coyuntura correspondiente al segundo trimestre del año. Un periodo en el que la provincia logró mantener un fuerte impulso, que se tradujo en una importante creación de nuevas empresas -en la primera mitad del año se constituyeron 2.693 nuevas sociedades mercantiles- y en una consolidación de los negocios existentes. Sin embargo, esta buena marcha sigue sin rebajar el paro a niveles razonables. «El número de desempleados no se está reduciendo al ritmo que debería y los alicantinos no nos podemos conformar con una tasa de paro del 15,6%», señaló el presidente del instituto, Rafael Ballester, quien insistió en la necesidad de apostar por la innovación y por una mayor profesionalización del tejido productivo para lograr un mercado laboral más atractivo.

En la misma línea, el director de estudios de Ineca, Francisco Llopis, también advirtió de que, lejos de acelerarse, el ritmo de reducción del paro en Alicante se ha ralentizado. Así, si en los últimos años se venía registrando una caída de entre el 7% y el 8% anual, con los datos de junio la bajada es de menos del 5%. «Así nunca nos quitaremos este problema de encima», lamentó Llopis.

Desde Ineca también temen que la persistencia de un elevado nivel de paro se esté traduciendo en una nueva fuga de talento, como la que se produjo en los peores años de la crisis. Un temor que se fundamenta en el hecho de que la población activa de entre 20 y 24 años, que se corresponde con el colectivo mejor formado, el que acaba de salir de la Universidad, se haya reducido en los últimos trimestres. Igualmente, también desciende el número de trabajadores en activo entre los mayores de 55 años, los que acumulan más experiencia. Un desajuste que, a juicio de Ballester, es necesario corregir.