El Banco Santander ganó 3.752 millones de euros en la primera mitad del año, un 4 % más que en el mismo periodo de 2017, después de destinar otros 300 millones a la integración del Banco Popular, y advirtió del impacto que tendría sobre la economía y el empleo la aprobación de ciertos impuestos en España, como los que baraja Pedro Sánchez para financiar las pensiones.

Sin entrar a valorar si un impuesto a la banca afectaría a los resultados, encarecería el crédito o se trasladaría a los clientes, el consejero delegado del Banco Santander, José Antonio Álvarez, pidió reflexionar sobre algunas de las iniciativas que baraja el Gobierno en materia fiscal.

A renglón seguido advirtió de que el propio banco se replanteará su «estructura legal» si el Ejecutivo aprueba nuevos impuestos que supongan una doble imposición a los ingresos que obtengan en el exterior las multinacionales españolas. El «número dos» de Ana Botín no quiso aclarar si con esa afirmación se refería a un cambio de sede del banco, pero dijo que no le parece «justo» que el grupo tenga que volver a tributar en España por los dividendos de filiales que ya pagan en sus países. El grupo obtiene en dividendos de sus filiales unos 4.000 millones al año y, a modo de ejemplo, por los beneficios de Brasil ya ha pagado en aquel país más de un 40%.

También incidió en que no se debería exigir impuestos sobre rentas no generadas para insistir en que el Banco Santander pierde dinero en España porque mantiene aquí su centro corporativo. Por eso el banquero pidió que cualquier cambio fiscal se haga pensando en los efectos colaterales que puede tener sobre la economía, el empleo y los «operadores».

En su opinión, las prioridades deben ser que en España se siga creando empleo y se fomente el ahorro, ya que su escasez es lo que hace que el problema de las pensiones sea «acuciante».