El sector exterior alicantino no acaba de enderezar el rumbo. Si en los dos últimos años las principales señales de alarma habían llegado del sector del calzado -que empezaba a dar muestras de agotamiento tras el espectacular incremento de ventas registrado entre 2010 y 2015-, ahora es la agricultura la que está viendo lastradas sus ventas al exterior debido a la caída de producción ocasionada por la falta de agua. Un retroceso que ha ocasionado que la cifra global de exportaciones de la provincia se encuentre en estos momentos prácticamente estancada frente al incremento que se registra el resto del país.

De esta forma, entre los meses de enero y mayo los empresarios alicantinos lograron facturar 2.293 millones de euros con sus envíos al extranjero, según el ICEX, una cifra apenas un 0,26% superior a la registrada en el mismo periodo de 2017 que contrasta con el avance del 2,8% de la exportación española.

El calzado se mantuvo como el producto alicantino más exportado, con un total de 556,8 millones de euros, un 3,5% más que en 2017, lo que parece indicar que «los esfuerzos de los empresarios del ramo por diversificar sus destinos están dando el resultado esperado», según apunta la presidenta de la patronal Avecal, Marián Cano. En este sentido, los fabricantes del Vinalopó están encontrando una buena acogida para sus zapatos en países como Japón y Canadá, donde antes tenían una presencia menor, al tiempo que logran mantenerse en sus grandes mercados de siempre.

No obstante, Cano también apunta la dificultad que supone seguir ganando cuota en un momento en que los canales tradicionales de distribución -las tiendas físicas- pierden terreno frente al comercio electrónico.

En la parte positiva también destaca la buena evolución de las ventas de productos de aluminio, que se incrementan un 13,4%, pero que en Alicante se concentran casi exclusivamente en un único operador, la factoría que la multinacional Aludium tiene en la capital de la provincia. De la misma forma, empiezan a mejorar las ventas de manufacturas de mármol -que contabilizan 58,5 millones de euros hasta mayo, un 3,8% más- aunque la contrapartida es la caída de los envíos de material en bruto desde las canteras de Monóver o el Pinós, que caen un 24,5%.

Todos estos avances apenas logran compensar los retrocesos que se dan en otros sectores también con mucho peso en la estructura económica de la provincia. Así, la industria del plástico o la de producción de maquinaria pierden un 10% de sus exportaciones en lo que va de año, mientras que el juguete anota un descenso de un 9%, al vender 45,3 millones de euros en los cinco primeros meses del año.

Pero, sin duda, el dato más preocupante lo ofrece el sector agroalimentario que, a fin de cuentas, supone el segundo mayor exportador de la provincia, solo por detrás del calzado. De esta forma, las ventas de frutas de temporada cayeron un 5,7% en estos cinco meses, mientras que la facturación de los productores de hortalizas de invierno retrocede otro 11,4%. Unas cifras que se traducen en la pérdida de casi 34 millones de euros en exportaciones, en relación a 2017.

Cierre del trasvase

Una situación que el economista del departamento técnico de Asaja Alicante Lorenzo Chinchilla no duda en relacionar con la falta de agua que han supuesto la sequía y el cierre del Trasvase del Tajo y el Júcar-Vinalopó durante esos meses. Así, Chinchilla recuerda que la falta de caudales llevó a que este año se plantaran menos hectáreas - «en zonas como el Campo de Elche la situación llegó a ser crítica y se abandonaron cultivos», asegura- y la sequía de los últimos años también ha provocado que los árboles se resientan y que den frutos de menor calibre, lo que supone menos kilos y un precio de mercado más bajo. Campañas como la del limón, el brócoli o la alcachofa se han visto directamente impactadas por esta circunstancia.

Dentro del sector, tan sólo la industria conservera ha logrado incrementar sus ventas, aunque lo ha hecho a base de traer producto de otras zonas.