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Baleària: tiempo de crecer

El presidente y máximo accionista de la naviera, Adolfo Utor, todavía no ha decidido cómo será su sucesión, pero sí admite que le gustaría que la empresa tuviera continuidad por sí misma cuando él ya no esté

Baleària: tiempo de crecer

«Un alineamiento de planetas». Eso es lo que sucedió, en palabras de Adolfo Utor (Alhucemas, 1961), para que la naviera Baleària naciera hace ahora veinte años. «No fue el resultado de una planificación, ni de una idea que yo tuviera en la cabeza. Nunca pensé que un grupo de personas lideradas por mí, sin recursos financieros, pudiera fundar una empresa del sector marítimo, que es muy intensivo en capital. Pero unas determinadas circunstancias provocaron que se presentara la oportunidad», recuerda Utor con nostalgia desde su despacho, en Dénia, y con 57 años recién cumplidos. Corría el año 1998 y él era el director general de Flebasa, propiedad de la naviera Isnasa. Ésta suspendió pagos y arrastró a la filial que pilotaba Utor, que estuvo a punto de desaparecer. Pero los gestores plantearon a Isnasa quedarse con Flebasa y así fue . Unos treinta directivos, administrativos y capitanes de la empresa se acogieron al subsidio de desempleo, capitalizaron el paro y, con el dinero, fundaron una sociedad anónima laboral, que terminaría siendo Baleària en un proceso que no fue fácil. Compraron las acciones de Flebasa al antiguo propietario, de forma aplazada (en doce años y medio y por 165 millones de pesetas de entonces) y restablecieron la actividad, sin barcos y sin financiación bancaria. «Fue un planteamiento de supervivencia. Los bancos nos dieron con la puerta en las narices. En cuanto pisábamos la acera de enfrente de la sucursal sonaban las alarmas», bromea Utor, que destaca, en cambio, la confianza que recibieron de la Administración pública y de algunos proveedores que capitalizaron créditos. Poco después, sus contactos en el mundo naval le permitieron lograr financiación ajena, internacional, procedente de Estados Unidos (Caterpillar Finance).

Hoy, veinte años más tarde, y superada la fuerte sacudida de la crisis de 2008, la naviera tiene muy poco que ver con la empresa que fundó Utor. Baleària es una de las tres grandes operadoras del sector en España, junto a Armas-Trasmediterránea y Fred Olsen. Con una inversión acumulada superior a 450 millones de euros, cuenta con una flota de 30 buques, transporta a casi cuatro millones de pasajeros al año y está presente en cinco países. En el ejercicio 2017 facturó 362 millones y ganó más de 43 millones.

Utor, que muy pronto recompró la participación de los demás socios fundadores, controla actualmente el 57% del capital. El resto está en mano del grupo turístico balear Matutes. «Es un socio financiero con el que nos sentimos muy cómodos. Ellos tienen tres puestos en el consejo y nosotros, cuatro», indica el presidente de Baleària, que ahora afronta una nueva etapa.

«Queremos ser una empresa global y ahora estamos en condiciones de invertir», indica Utor, que aboga por impulsar aún más la internacionalización de la empresa (con intereses en el norte de África y en EE UU-Cuba). En este escenario, Baleària está abierta a crecer de forma orgánica, pero también con compras, señala su presidente, que tampoco se cierra del todo a una integración en un grupo global internacional si surgiera una oportunidad con sentido, un nuevo alineamiento de planetas como el que se produjo hace viente años.

Financiar esta expansión se hará, en principio, con fondos propios (la compañía ha repartido dividendos por primera vez) y sin salir a bolsa ni dar entrada a nuevos socios financieros. Cotizar no le gusta, de momento al menos. «Prefiero trabajar por el balance y no por la cuenta de resultados a corto plazo», afirma Utor, que reconoce, sin pudor, haber recibido ofertas de fondos financieros que querían comprar la empresa. «No me interesa ahora», señala el directivo, casado y padre de dos hijos, amante de los deportes de montaña, de las motos, de la natación y de la filosofía.

Uno de sus dos hijos ya trabaja en la empresa, aunque es demasiado pronto para saber si le sucederá algún día. «Sí me gustaría que Baleària tuviera continuidad como empresa cuando yo no esté», dice. Otros 20 años más, como mínimo.

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