El goteo de cierres en el sector financiero no cesa. A pesar de la recuperación económica, las entidades siguen con dificultades para rentabilizar sus redes en el actual entorno de bajos tipos de interés y se impone, cada vez más, la tendencia a concentrar los recursos en un número más reducido de sucursales pero de mayor tamaño. Un cambio de modelo que se solapa, además, con los recortes derivados de las últimas fusiones fruto de la crisis económica, como la de Bankia y BMN o la absorción del Popular por parte del Santander.

El resultado de todo ello es que durante el primer trimestre del año las entidades desmantelaron en la provincia otras 32 sucursales, con lo que el número total de cierres en la zona desde el estallido de la burbuja inmobiliaria asciende ya a 834, lo que supone el 47% -casi la mitad- de todas las que existían.

La magnitud del recorte queda más clara si se tiene en cuenta que la actual red de oficinas bancarias -con 934 delegaciones operativas- es la más reducida desde 1981, cuando la provincia contaba con 929 sucursales, según las series históricas recopiladas por el Banco de España.

Como es lógico, esta evolución también tiene su traslación al empleo, de forma que el sector financiero es el único que sigue sin crear trabajo neto a pesar de la mejora económica y, también, del incremento de los beneficios que presentan la mayoría de entidades. Eso sí, al menos en estos momentos los cierres de oficina no suponen el recorte casi automático de un número equivalente de empleados ya que muchos de ellos son recolocados en otras sucursales, en los nuevos departamentos que se están creando de gestión de clientes a través de internet o del móvil, o bien se espacian más las prejubilaciones.

El resultado es que el número de asalariados del sector financiero y de seguros de la provincia se situó en los 8.962 al cierre de mayo, sólo 30 menos que un año antes, aunque en esa cifra aún estaría pendiente de contabilizar la mayoría del ajuste derivado de la integración Bankia y BMN. En cualquier caso, nada que ver con los ERE de los años más duros de la recesión y que, desde 2007, ya se han llevado por delante alrededor de 4.500 puestos de trabajo en la zona, según las series de afiliación de la Seguridad Social.

Al respecto, desde los sindicatos confían en que el grueso de las fusiones -su principal temor- ya haya concluido aunque están a la expectativa de los posibles movimientos en las oficinas del Santander después de que el ERE por la integración del Popular se haya concentrado mayoritariamente en los servicios centrales, como apunta la secretaria general de las Federación de Servicios de CC OO en Alicante, Patricia Carrillo.

Cambio de operativa

Más allá de las fusiones, lo que no parece tener vuelta atrás es el proceso de digitalización, que está siendo especialmente intenso en el sector y que ha cambiado por completo el papel que juegan las sucursales. «La banca tradicional se está acabando. Las entidades han optado por derivar a los cajeros e internet toda la operativa y las sucursales van a quedar como oficinas comerciales», apunta el responsable de banca de UGT en la provincia, Eloy Gonzalo, que considera un error este camino. «Ahora les da igual porque consiguen los fondos que necesitan en el BCE o los mercados mayoristas, pero, ¿qué pasará cuando vuelvan a necesitar captar depósitos de clientes? ¿Cómo les van a convencer?», se pregunta.

De momento, la respuesta de la banca es ir a un menor número de oficinas pero de mayor tamaño -un modelo más europeo- y con unos horarios más flexibles. Así, Bankia, Caixabank o Sabadell ya tienen oficinas que abren por la tarde, un horario que también implantará el Santander con sus oficinas «Smart» no sin polémica, ya que el acuerdo que ha alcanzado la entidad con la mayoría de los sindicatos cuenta con la oposición de UGT.