Durante el coloquio celebrado en las instalaciones de del periódico se puso encima de la mesa lo difícil que resulta a los ayuntamientos explicar a sus vecinos la necesidad que tiene una ciudad en invertir grandes cantidades de dinero en obras que «no se ven» pero son clave para garantizar el correcto funcionamiento del municipio. Y todo en mandatos que duran cuatro años, un periodo en el que resulta mucho más fácil y cómodo construir un parque o una gran zona verde, que gastarse decenas de millones de euros en una red colectores subterráneos para canalizar, por ejemplo, el agua de las grandes avenidas. Sucedió en Alicante con el plan antirriadas de Alicante (la ciudad ya no se inunda como antes de la riada de 1997) y ha pasado en otros municipios. «Son obras que a corto plazo no dejan rédito, pero que resultan importantes y básicas para los vecinos», apuntó Rubén Alfaro, alcalde de Elda y presidente de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias. Lo que quedó claro en todos los ponentes es que la provincia de Alicante, tan maltratada mediáticamente en Madrid cuando del tema del agua se trata, puede demostrar con datos su conciencación en todo lo relativo al ahorro de agua.