Los españoles más ricos -aquellos que se encuentran en el 10 % más alto de la escala- pasaron de acumular el 44% de la riqueza de los hogares españoles en 2008 al 53 % en 2014, de acuerdo al informe "La desigualdad de la renta, el consumo y la riqueza en España" publicado hoy por el Banco de España.

Este informe aborda cómo ha afectado la crisis económica a la renta y la riqueza de las familias y cómo esto ha influido en la desigualdad.

Así, el documento concluye que la desigualdad en la riqueza "creció de forma significativa durante la crisis", ya que mientras los activos reales, que es donde concentran la riqueza los hogares más pobres, perdieron un 30 % de su valor en estos años, los activos financieros, que es donde invierte la población más acaudalada, aumentaron su valor.

Esta evolución de la riqueza también supuso una caída del porcentaje de hogares con menor renta que invirtió en activos inmobiliarios, ya que la propiedad de vivienda de este colectivo cayó del 78 % al 67 % en esos años.

El Banco de España apunta que el salario por hora se mantuvo estable durante la crisis, aunque aumentó el paro y se redujeron las horas trabajadas, lo que repercutió en el salario real, que cayó un 30 % entre el 10 % de la población con menor renta y solo un 5 % entre la población con mayor renta.

La fuerte destrucción de empleo, explica el informe, afectó especialmente a jóvenes con poca formación y antigüedad, tres factores que se dan entre la parte baja de los salarios, el mismo colectivo que más acusó la reducción de las horas trabajadas.

El Banco de España constata que entre 2006 y 2014 se redujeron las diferencias salariales por edad y antigüedad, si bien puntualiza que se debe a que los salarios se acercaron a los mínimos establecidos en los convenios colectivos.

Frente al aumento de la desigualdad en la renta salarial individual, esta disminuyó en la renta bruta de los hogares, debido fundamentalmente a que las pensiones evolucionaron mejor que los salarios y los hogares con pensionistas están sobrerrepresentados entre los hogares más pobres.

La destrucción de empleo incrementó la desigualdad, explica, aunque su efecto se vio mitigado por las prestaciones, que pasaron de suponer el 8 % de la renta de los hogares más pobres antes de la crisis al 30 % en 2014.

En cualquier caso, el 20 % de hogares con menores ingresos perdió más del 15 % de su renta per cápita en estos años, frente al 5 % de los más ricos.

Aun así, el Banco de España detalla que la crisis económica derivó en una serie de sucesos socioeconómicos: aumento de la tasa de actividad femenina, caída de la tasa de natalidad -los nacimientos pasaron de 44,7 a 39,1 niños por cada 1.000 mujeres-, emigración -casi se duplicó entre extranjeros y se triplicó entre españoles-, retraso en la emancipación de jóvenes o reagrupación familiar por estabilidad de las pensiones.

En cuanto al consumo, mientras la población con menor renta lo redujo casi un 15 %, la de mayor renta apenas lo hizo en un 5 %.

El Banco de España también avanza que la desigualdad se ha reducido desde el inicio de la recuperación económica, especialmente en rentas salariales, si bien apunta que la evolución de las horas efectivamente trabajadas ha sido más lenta que la del empleo, por lo que podría constituirse como elemento "persistente".