Diez años después de que su anterior propietario -la multinacional Alcoa- decidiera cerrar las instalaciones por el impacto de la crisis en el sector, la fábrica de aluminio de Alicante volverá a contar con una fundición para producir su propio metal. El consejo de administración de Aludium acaba de aprobar la inversión necesaria para adecuar las instalaciones y volver a ponerlas en funcionamiento en el primer trimestre del próximo año, en lo que supone toda una apuesta de futuro de sus nuevos dueños, el fondo norteamericano Atlas Holding, que compró el recinto en 2015, junto con sus factorías hermanas de Amorebieta y Castelsarrasin, para constituir este nuevo grupo empresarial.

En total serán siete millones de euros que permitirán a la fábrica alicantina producir hasta 30.000 toneladas anuales de aluminio mediante el reciclaje de chatarra y reducir así su dependencia de la compra de materia prima a proveedores externos. Una decisión que contribuirá a reducir los costes del grupo y también a evitar los vaivenes que provoca en el mercado la coyuntura internacional. No en vano, aunque la reapertura de la fundición era un proyecto que estaba sobre la mesa desde el mismo momento en que Atlas compró la fábrica, ha sido el terremoto provocado por la nueva política proteccionista del presidente norteamericano Donald Trump y sus sanciones contra el gigante ruso del aluminio Rusal lo que, finalmente, ha decantado la balanza.

Así lo reconocía ayer a este diario el presidente de Aludium, Manuel Ruano, quien destacó que la decisión supone «borrar la última cicatriz de la crisis que le quedaba a la fábrica». Una afirmación nada exagerada si se tiene en cuenta que la producción del grupo se ha disparado un 28% desde el traspaso, hasta alcanzar las 219.000 toneladas en 2017, de las que la factoría alicantina aportó 69.000 toneladas, un 21% más. La facturación supera ya los 580 millones de euros en global.

Dos áreas

El proyecto aprobado por Aludium supondrá, en realidad, la puesta en funcionamiento de dos áreas de fundición en el recinto de Agua Amarga de Alicante. En la primera la chatarra se fundirá para hacer placas de aluminio que, más tarde, serán enviadas a la planta de Amorebieta, en Vizcaya, para su transformación. Esta primera área producirá unas 18.000 toneladas anuales. La segunda será lo que se conoce como colada continua, que fundirá la chatarra y la transformará en bobinas para ser utilizadas en la fábrica alicantina, donde el aluminio se lamina, es decir, se hace más fino para utilizarlo en diversos usos, como los tapones de las botellas, las planchas litográficas o los envases para cosmética, entre otros. En este segundo caso, se esperan conseguir unas 12.000 toneladas.

Con la nueva fundición, la multinacional espera elevar en 10 puntos el porcentaje de aluminio reciclado que utiliza para su producción, que actualmente se sitúa ya en el 40% y que llegará al 60% en breve, con la puesta en marcha de un nuevo horno también en Amorebieta. Además, cuando estén a pleno rendimiento las instalaciones darán empleo a 23 personas, que sumarán a las 325 que ya emplea la parte industrial de las instalaciones de Agua Amarga y a las alrededor de 90 que desempeñan distintas tareas en las oficinas y el centro de innovación.

Oportunidad en EE UU

Por otra parte, Aludium estudia incrementar sus ventas a Estados Unidos ante la oportunidad que se ha abierto en este mercado después de que la decisión de Trump de imponer nuevos aranceles al aluminio chino haya provocado problemas de abastecimiento en el país.