Alicante se aleja cada vez más de las provincias más prósperas del país y, por el contrario, su PIB por habitante se aproxima cada vez más al que registran las demarcaciones más pobres. Así lo pone de manifiesto el último informe realizado por Ineca, en el que analiza la evolución de la renta per cápita de la demarcación desde el año 2000 al 2015 -el último con datos oficiales- y que no resulta nada favorecedor para Alicante.

Así, si al inicio del citado periodo la riqueza por habitante de la provincia era un 11,6% inferior a la media nacional, quince años y una crisis más tarde la brecha se había incrementado hasta el 21,8%. En euros contantes y sonantes esto significa que la renta media de Alicante, de 18.191 euros en el último de los años analizados, se sitúa más de 5.000 euros por debajo de la del resto del país, que alcanza los 23.271 euros, a pesar de los efectos de la recesión.

«En el contexto nacional la evolución del PIB per cápita de Alicante es clara y no ha sido otra que la pérdida de posiciones», según afirma el director de Estudios de Ineca y autor del informe, Francisco Llopis. Una afirmación que el propio economista se encarga de ilustrar con datos más que contundentes.

Aunque lo cierto es que Alicante nunca ha sido la potencia económica que la propaganda oficial siempre ha tratado de vender, la provincia inició el siglo en una posición intermedia entre las demarcaciones españolas, en lo que a PIB por habitante se refiere. En concreto, en el número 26 de un total de 52. Sin embargo, ya durante los años del «boom», empezó a perder posiciones -el crecimiento económico no fue suficiente para absorber el aumento de población que se registró-y se precipitó a la zona baja de la tabla en cuanto estalló la burbuja inmobiliaria, donde permanece instalada en los últimos años.

A la cola

Con los últimos datos disponibles, Alicante ocupa la posición número 41 de un total de 52 demarcaciones. O, lo que es lo mismo, sólo 11 provincias tienen un nivel de riqueza per cápita inferior al alicantino: las andaluzas -con la excepción de Sevilla-, las extremeñas, Melilla, Toledo, Ciudad Real y Albacete. Pero es que, como refleja el director de Estudios de Ineca, los alicantinos están cada vez más cerca del fondo y más alejados de las posiciones de cabeza. Si en el año 2000 la distancia que separaba la renta media alicantina era prácticamente la misma en relación a los dos extremos de la tabla; en 2015 la riqueza por habitante de la provincia ya era un 49,1% inferior a la de Álava (la demarcación más próspera, con 35.762 euros de renta anual) y sólo un 15% superior a la de Badajoz, la zona más pobre de España, con 15.815 euros de PIB por habitante.

Igualmente, el estudio también pone de relieve que los alicantinos siguen siendo los más pobres de la Comunidad, con 4.880 euros menos anuales que los castellonenses y 3.286 menos que los valencianos

¿Qué ha ocurrido para que esto sea así? Pues que la economía alicantina ha crecido la mayor parte de estos años por debajo de la media nacional, con la única excepción del periodo de 2001 a 2005 y de los años 2013 y 2014. En 2015, por ejemplo, hasta 33 provincias evolucionaron mejor que Alicante. Eso sí, en volumen total de actividad seguimos en la quinta posición, por detrás de Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla, aunque se trata de algo lógico si se tiene en cuenta que también ocupamos esta misma posición en número de residentes.

Riesgo de pobreza

El informe de Ineca también recuerda que todas estas cifras se traducen, a la hora de la verdad, en un mayor volumen de familias con problemas para llegar a fin de mes. El propio estudio recoge las últimas cifras de la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Valenciano de Estadística y el INE, que señala que un 19% de la población de la autonomía se sitúa por debajo del umbral del riesgo de pobreza. Un porcentaje que, de nuevo, es superior en buena parte de las comarcas alicantinas. En concreto, del conjunto de la Comunidad son la Vega Baja, con un 26,9%; la Marina Alta (26,3%) y la Marina Baja (24,4%) las zonas con más población en riesgo. Unos datos para reflexionar.