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Miembros protectores 

Durante la reciente crisis hubo sectores que tuvieron comportamientos inesperados. Uno de ellos fue el de las escuelas de negocio. Y es que, aunque las empresas cambiaron gasto en formación por gasto en EREs, muchos profesionales aprovecharon para mejorar su capacitación, invirtiendo -en algunos casos el dinero de las indemnizaciones- en aumentar su empleabilidad. Las escuelas incrementaron sus ingresos. Pero esto duró unos años, ya que la crisis se hizo más larga de lo esperado y el número de alumnos cayó en picado.

En Alicante, Fundesem es la escuela de referencia de la provincia. Una de las primeras escuelas de negocio de España. Y Fundesem no fue ajena a la crisis del sector. En 2011 Fundesem cerró el ejercicio con una facturación récord de 4,5 millones de euros y casi dos millones de euros en tesorería. Dos años después, la facturación cayó a la mitad, lo que provocó unas pérdidas auditadas de 1,5 millones, que dejaron la tesorería más seca que el famoso salazón.

Fundesem es el acrónimo de Fundación para el Desarrollo de la Empresa. Una fundación sin ánimo de lucro pero que se tiene que gestionar como una mercantil, ya que las empresas asociadas y patronos no aportan dinero a la institución. Tampoco recibe subvenciones ni ayudas de la Administración. La fundación se mantiene única y exclusivamente de las matrículas que pagan sus alumnos. Las escuelas de negocios homólogas vecinas, por el norte y sur de la provincia -que también tienen una estructura jurídica de fundación- cuentan con una red de empresas que sustentan en gran parte los gastos de sus escuelas. En 2014 Fundesem inició una travesía que consistió en gestionar una auténtica economía de guerra de puertas adentro, mientras que de puertas afuera intentaba dar imagen de esplendor -las escuelas de negocio venden expectativa-, procurando además no socializar el estado real de sus cuentas. ¿Quién iba a matricularse en una escuela que perdía dinero? Y hasta hoy, que la escuela sigue abierta tras una pesada digestión de números rojos. Los gastos ya están equilibrados con los ingresos. Hay dos instituciones educativas dispuestas a asociarse en la oferta formativa. Y después de casi dos años negociando (los tiempos de la administración son los que son) hay un acuerdo de refinanciación de la deuda -que se arrastraba desde 2012- con el IVACE, el casero del edificio. Por cierto, un IVACE que ha mostrado siempre un interés sincero en buscar una solución, tanto por parte de su directora general como del conseller.

Es el momento de que la fundación -lugar de libre pensamiento y quizá la última institución netamente alicantina que queda en la provincia- cuente con el apoyo del tejido empresarial. Apoyo contante y sonante, mediante la figura de Miembros Protectores: empresas que aportan una donación al fondo fundacional. El objetivo es dotar a la escuela de un poco de liquidez para no tener que estar salvando bolas de partido en cada convocatoria. Y en paralelo, renovar por completo los órganos de gestión de la fundación en una nueva etapa de expansión. Quizás se debería conocer un poco más todo lo que Fundesem aporta de manera desinteresada a la sociedad -gracias a que es una fundación- donde, por ejemplo, solo en el curso pasado fueron más de 8.000 personas las que se beneficiaron de formación gratuita.

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