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Reportaje | La barrera idiomática en el comercio

El comercio suspende en idiomas

Atender en diferentes lenguas en muchos establecimientos de Alicante es todavía una asignatura pendiente

Comercio del centro de Alicante que indica a sus clientes que también se atiende en inglés y francés. ISABEL RAMÓN

«Up, up», le decía una turista de habla inglesa a una dependienta de una tienda de Alicante para indicarle en qué zona del estante se encontraba el artículo que quería. Pero, por más que la mujer del comercio intentaba entender qué significaba esa palabra tan corta que la cliente repetía dos veces, no lo conseguía. Por más que indicaba con el dedo uno y otro producto, no acertaba con el lugar al que se refería la compradora. «Arriba, arriba». Era la voz de otra cliente -en este caso alicantina- que estaba esperando su turno para ser atendida e intentaba ayudar en la suerte de bloqueo idiomático al que estaba asistiendo. Pero, pese a esa providencial intervención, la situación volvió a enquistarse cuando la turista preguntó entonces por las características del artículo -tampoco expresaba una palabra en español- y la dependienta volvía a chocarse con la barrera del inglés. La visitante acabó yéndose.

Esta es una escena real. No está recreada. Y serviría para exponer las limitaciones que vienen viviendo muchas pymes del comercio provincial en los últimos años, periodo en el que se ha multiplicado la afluencia de turistas a Alicante. Por la más que posible «pérdida de operaciones de venta», pero también por «la imagen que se llevan los turistas extranjeros del sector y de la ciudad», asociaciones de comerciantes de Alicante se han puesto las pilas y han solicitado a las autoridades municipales cursos prácticos de inglés, según señalaba Toñi Torregrosa, presidenta de la asociación «Más que centro», entidad que ya ha participado en un taller que han ofertado en colaboración la Cámara y el Ayuntamiento de Alicante. «Y seguiremos el año que viene, porque el comercio ha asumido y está convencido de que tiene que reciclarse», añadía Torregrosa.

Este verano y otoño han sido unas de las épocas con una mayor afluencia de turistas extranjeros a la provincia. La visita de foráneos ha crecido un 16%. Y de ellos, un 45% eran británicos, según datos del sector. Un incremento que se ha visto impulsado por la llegada de cruceristas. En el puerto de Alicante han atracado este año 55 cruceros; y la mayoría de sus viajeros exploraban durante unas horas las zonas comerciales de la capital y realizaban excursiones a otros puntos turísticos y comerciales de la provincia.

Un factor potencial de ventas para el sector local, al igual que la llegada de más visitantes franceses, ingleses o alemanes que, de forma particular, eligieron Alicante para pasar sus vacaciones ante la inestabilidad que vivían otros destinos competidores en el Mediterráneo. Parejas de distintas edades o familias de turistas extranjeros paseando por las calles de ciudades de la provincia, comiendo en los restaurantes locales o aprovechando las rebajas u ofertas de las tiendas han sido una constante durante el verano, pero también en otoño.

La costa y el interior

En la actualidad, el que presenta más limitaciones a la hora de poder dar un servicio en una lengua extranjera «es el pequeño comercio, ya que las grandes cadenas o almacenes sí tienen personal que dominan distintos idiomas (inglés, francés e,incluso, ruso), al igual que pasa en las áreas de costa que tienen más trayectoria y experiencia en acoger turismo internacional. Así, este problema se da menos en Benidorm -cuyo principal cliente extranjero es el británico- en Torrevieja o Dènia que en las zonas del interior», explicaba Francisco Rovira, secretario general de la Federación del Pequeño Comercio (Facpyme).

Rovira reconocía que la formación en un idioma extranjero (el inglés es el más extendido) «es una asignatura pendiente y una necesidad que el comercio comparte con la hostelería, aunque también con otros negocios o servicios que trabajan de cara al público». Y subraya que la demanda de cursos prácticos de inglés comercial ha ido en aumento. «Hay inquietud entre los comerciantes por este problema», apostillaba.

En el caso de la capital, el Ayuntamiento y la Cámara han realizado, al menos, cuatro cursos con distintos contenidos. ¿El problema? «Que son talleres cortos, de solo una semana, que resultan insuficientes. Además, el pequeño comercio se encuentra con las dificultades de los horarios», añadía Rovira. Una dificultad sobre la que también advertía Toñi Torregrosa. En el curso en el que ha participado su asociación han asistido 16 personas y ha tenido que celebrarse a mediodía, cuando suele cerrar el comercio. «Pero ha supuesto un esfuerzo, ya que tenemos que combinar los horarios del establecimiento, con los de la familia y el de las propias clases».

No obstante, asegura que «ha valido la pena porque han sido nociones muy prácticas, con frases dirigidas a cómo atender al cliente, a cómo explicarle el producto y, además, con vocabulario específico de cada uno de los sectores, ya que a las clases han acudido comerciantes de óptica, inmobiliarias, moda, zapatería, complementos, transporte o peluquería», añadía Torregrosa, quien aseguraba que al final, «salíamos pudiendo tener una conversación básica con el cliente foráneo».

La realidad es que los dueños o dependientes de tiendas se las están arreglando como pueden. «Chapurreando el francés, que muchos conocemos más, y con unas pocas palabras de inglés», explicaba Torregrosa. O, como en el caso del Mercado Central: «cuando nos viene un turista extranjero que no habla español, llamamos a un compañero que sabemos que habla inglés y a otro que puede expresarse en francés», explicaba Domingo Martínez, presidente de los Mercados Municipales.

En estos momentos, al margen de las propias iniciativas que puedan tener los comerciantes u asociaciones, en la capital la oferta para cursos de ingles dirigidos al comercio por parte de las instituciones se basa en la que ofrecen la Cámara y el Ayuntamiento. Según datos de la institución cameral, ya se han realizado cuatro talleres de inglés comercial, en los que han participado una media de 15 personas, y en los que se han enseñado «habilidades comunicativas para comercios». Este se ha desarrollado en dos fases, una de ellas centrada en el correo electrónico, y otros dos específicos de atención al cliente. «Vamos a seguir organizando cursos gratuitos el próximo año porque nos lo está demandando el sector y porque los participantes están quedando satisfechos», indicaba Gloria Vara, edil alicantina de Comercio y Hostelería. La concejala añadía que, fundamentalmente, las asociaciones de la zona centro son las más interesadas en los cursos. Además de «Más que centro», Vara indicó que también la asociación Calle Poeta Quintana y adyacentes ha participado en los talleres. Para la representante municipal, es una evidencia que «si tú llegas a una ciudad extranjera y en un comercio o restaurante se dirigen a ti en un idioma que conoces, luego hablas bien de esa ciudad. Y eso es una forma de hacer marca en el exterior, porque el objetivo es que vuelvan a visitarnos e, incluso, a invertir», añade Vara. Con las iniciativas formativas que se realizan con la Cámara, «y que se acoge a fondos europeos, lo que se pretende es empoderar al comercio y la hostelería, que son dos motores de la economía de la ciudad y es importante que puedan diferenciarse en este aspecto», subraya la concejal.

Hacer marca turística

Para la edil, uno de los factores que también ha propiciado una mayor afluencia de visitantes ha sido la «desestacionalización del turismo» y advierte de que, además del comercio y la hostelería, otro sector que también contribuye a «hacer marca turística es la buena gastronomía que tenemos».

Desde la Federación del Pequeño Comercio Facpyme plantean que se amplíen los cursos de inglés para el sector. Y también consideran que podría ser «interesante que la Cámara reeditara la guía práctica de inglés de ayuda al comercio que publicó hace unos años, que resultó muy útil», indicó Rovira. Además, el representante de Facpyme apunta que «el Servef también podía ofrecer esta formación a trabajadores del sector».

Mercado Central

El Mercado Central, entre los tres municipales, también se ha convertido en un «atractivo» para los visitantes, ya sea a nivel individual o para los que vienen a través de viajes organizados o de cruceros. Y, aunque el «consumo es mínimo», los comerciantes consideran necesario poder ofrecerles sus servicios, «al menos, en inglés. Pero el idioma viene siendo un inconveniente», señalaba Domingo Martínez, quien aseguraba que «los comerciantes están concienciados y piden cursos de inglés para poder atender bien a los potenciales clientes». Hasta ahora, su horario les ha impedido acudir a los talleres del Ayuntamiento y la Cámara, pero para el próximo año, «queremos contactar con algún centro y que las clases puedan darse en el Mercado Central, donde tenemos una zona con un aula», indicó.

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