La orientación exportadora de muchas de sus empresas permitió que la industria alicantina resistiera mejor el envite de la crisis y, sobre todo, que iniciara su recuperación antes que otros sectores. Sin embargo, el menor desgaste sufrido durante la recesión no oculta las debilidades que aún arrastra esta actividad en la provincia y que suponen una losa para su futuro, como el escaso tamaño de las firmas que lo componen, que representa un freno para que siga aumentando esa base exportadora y también obstaculiza la necesaria inversión en I + D para mejorar el valor añadido de sus productos.

Ésas son, a grandes rasgos, las principales conclusiones a las que llegan las profesoras Begoña Fuster y Carmen Martínez en el capítulo dedicado a la industria del dosier Crisis y recuperación de la economía alicantina, el completo análisis de los efectos de la recesión en la provincia y en el conjunto del país que INFORMACIÓN y el Instituto de Economía Internacional de la UA presentan el próximo lunes en un acto en la Estación Marítima de Dénia, un evento que cuenta con la colaboración de Hidraqua, Baleària, la Conselleria de Economía Sostenible y la Generalitat. El periódico avanza estos días algunos de sus contenidos.

Fuster y Martínez recuerdan que, al igual que ocurrió con el conjunto de la economía, la crisis también impactó «negativamente a la mayoría de los sectores industriales alicantinos», hasta el punto de que en 2014 su cifra de negocio todavía era un 16,4% inferior a la que presentaba en 2008. Igualmente, el número de empresas activas se había reducido un 18,7% para el año 2015 -casi el triple que la media nacional- y la ocupación llegó a desplomarse un 27%.

Nuevos mercados

No obstante, algunos subsectores, como el calzado, la alimentación, la química o el plástico ya habían logrado recuperar en el citado 2014 los niveles de facturación anteriores a la crisis «gracias a la favorable evolución de sus exportadores», que las expertas califican como la «principal fortaleza» de la industria local. Y es que, tras la abrupta caída que se produjo al inicio de la recesión, las ventas al exterior de los fabricantes de la provincia no dejaron de crecer durante los cinco siguientes años, espoleadas por la necesidad de buscar nuevos mercados ante la caída de la demanda nacional y ayudadas por la depreciación del euro, el abaratamiento del petróleo y la moderación de los costes laborales en España. De esta forma, la exportación alcanzó el 11% del PIB provincial.

Pero el informe también pone de relieve la persistencia de importantes «debilidades» en el sector industrial alicantino, como las reducidas dimensiones de las empresas que lo componen. Un mal endémico en toda España pero más acusado en la provincia donde el 99,01% de las empresas industriales tiene menos de 50 empleados y el 96,35% menos de 20. Una falta de tamaño que se traduce en menos recursos para afrontar procesos de internalización -lo que supone un freno para siga aumentando la base exportadora-, pero también para innovar y mejorar la productividad, otro de los grandes puntos negros de la industria alicantina. Así, las autoras creen imprescindible mejorar este parámetro, impulsando la innovación tecnológica y la mejora de la calidad y sofisticación de los productos, para elevar su valor añadido. Para ello proponen estimular a empresas u organizaciones especializadas que puedan ofrecer estos servicios de innovación a las pymes que no disponen de recursos propios para hacer esta investigación por su cuenta. Aún así, también creen imprescindible «propiciar el aumento del tamaño de las empresas».

Por su parte, para que el volumen de exportaciones siga en aumento, apuestan por diversificar mercados e introducirse en países con economías emergentes, pero también creen conveniente que las compañías alicantinas fomenten la distribución directa, es decir, que creen sus propias redes de comercialización en el extranjero. Por último, recuerdan la necesidad de disponer también de una estrategia de ventas a través del comercio electrónico.

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