Las tres hermanas Sala (Mar, Antonia y Fuensanta) acaban de llevar ante un juzgado de lo Mercantil el traspaso de la acción de oro a su hermano Vicente por parte de su madre, María del Carmen Martínez. El cambio de titularidad de esta participación se adoptó hace justo un año gracias a ese voto de calidad en la última junta de socios de Samar Internacional (la empresa del plástico, motor del holding familiar) a la que la viuda de expresidente de la CAM Vicente Sala asistió antes de ser asesinada de dos disparos en la cabeza apenas unos meses después. Un crimen cuyo móvil fija el juez, el fiscal y la Policía precisamente en ese conflicto empresarial-familiar y del que su yerno Miguel López (en libertad con cargos por este hecho) es a día de hoy el único sospechoso.

Las tres hijas de la víctima han aguardado hasta el último momento para impugnar el acuerdo, ya que el plazo expiraba al año de adoptado.

La del 19 de septiembre del año pasado fue una reunión turbulenta en la que la matriarca de los Sala llevó a efecto el mandato que su marido dejó expresado en su testamento: el traspaso al primogénito de la acción privilegiada que le había legado con ese fin y que otorgaba a quien la poseyera el poder de decisión sobre el resto de los socios.

Un acuerdo que se planteó cuando la guerra en esta familia por el control del negocio del plástico ya se había declarado. Unos meses antes, en julio, las tres hermanas habían destituido al primogénito de la presidencia del consejo, lo que llevó a María del Carmen a cambiar el modelo de administración de la mercantil por el de administrador único, que aún continúa.

En este contexto se aprobó el traspaso de esa acción gracias precisamente a los derechos de voto que otorgaba una amplia mayoría al bloque formado por el primogénito, por su madre y por la hermana de ésta. Pero un acuerdo así, que supone una modificación estatutaría, requería no una mayoría sino la unanimidad que no se logró ya que las tres hermanas votaron en contra. Ello impidió que se inscribiera en el Registro Mercantil pero no que, a efectos internos aunque no de cara a terceros, ese voto privilegiado se pudiera seguir utilizando.

De hecho, en la junta de socios celebrada a finales de julio pasado, Vicente Sala Martínez pudo aprobar las cuentas de la sociedad gracias a que hizo uso de él. Sus hermanas se abstuvieron (como ocurrió con el reparto de dividendos) o votaron en contra en todos los puntos del orden del día.

Es en ese cambio en los estatutos que implica la posesión de la acción privilegiada, y que requiere una unanimidad que no se consiguió, en la que se apoyan las tres hermanas para impugnar ahora no sólo la junta del año pasado sino también la de este año, en la que, con ese mismo argumento, su hermano nunca podría haber hecho uso de esa acción privilegiada.

El total de las acciones que, de mantenerse unidas, suman las tres hermanas les garantiza el control de la mercantil siempre que ese porcentaje no se contrarreste con el uso del voto de calidad cuya titularidad tiene ahora que decidir un juez.