El presidente de Baleària, Adolfo Utor, es a veces un empresario a contracorriente. Aprieta la canícula, apetece estar en la playa, y a él le da por organizar una sesuda tertulia de humanidades, empresa y Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Y enrola a la exministra Leire Pajín, al economista José Carlos Díez y al presidente del Consell, Ximo Puig. La tertulia tuvo lugar en la Estación Marítima de Dénia, Baleària Port. Y se dejaron ver el consejero permanente del Consejo de Estado, Fernando Ledesma; la consellera de Cultura de les Balears, Fanny Tur, o el alcalde de Dénia, el socialista Vicent Grimalt. También, claro está, acudieron empresarios de la comarca. En primera fila (hace unos días desfilaron en la misma filà cristiana que Utor), estaban el presidente de Rolser, Joan Server, y el director general de Masymas, José Juan Fornés. En la Marina Alta, las grandes empresas van de la mano (también del brazo).

Utor dejó claro que los empresarios también deben «inspirar». Y él quiere que cunda el ejemplo de convertir en credo empresarial los Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados por la ONU y que plantean retos tan ambiciosos como lograr el pleno empleo y acabar con el hambre en el mundo en el año 2030. Baleària los ha firmado. Su presidente dejó claro que no es sólo que se los crea a pie juntillas, sino que además está convencido de que son compatibles con esa palabra de la que él nunca adjura: negocio. «Combatir el cambio climático (es uno de los ODS) genera a las empresas oportunidades de negocio», aseguró, y también defendió que «la honestidad es rentable».

A contracorriente, el naviero abogó por recuperar las humanidades. Baleària, al tiempo que ha incrementado líneas y negocio, también ha construido un relato. Utor subrayó que su compañía se dedica a un «objetivo trascendental: el transporte marítimo, que es una actividad milenaria»; además, lo hace en el Mediterráneo (ahora ya navega allende los mares), que es la cuna de la civilización. Defendió que las humanidades son valores y que hay disciplinas como la antropología que destripan como ninguna otra la cultura empresarial. «Una empresa es una tribu», afirmó.

Indicó también que su empresa podía haber hecho lobby para intentar «prorrogar» las leyes que obligan a luchar contra la contaminación. «Pero estamos convencidos de la sostenibilidad y hemos empezado a trabajar en las energías limpias». Baleària es, de hecho, pionera en propulsar sus ferries con gas natural. Esa apuesta, sostuvo Utor, además de alineada con los ODS, es también rentable. «Por supuesto que quiero hacer negocio. Pero negocio sostenible», insistió.

Asimismo, defendió la cohesión social de los empleados. «Para las empresas las personas son lo más importante», dijo.

El presidente del Consell lanzó una metáfora que hizo sonreír al numeroso público. «La globalización es como el colesterol, lo hay bueno y malo. Pues los ODS son el bueno». Incidió en que el Gobierno valenciano está «alineado» con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y admitió que al renovarse el Pacte del Botànic surgió alguna voz crítica que consideraba que Naciones Unidas tiene un ramalazo neocapitalista. «Pero no hay hoja de ruta mejor que los ODS en relación a la gobernanza global», aseveró.

Puig y también Utor coincidieron en defender las «alianzas público-privadas». El presidente del Consell recalcó que esa colaboración debe ser «sin trampas, con transparencia y garantizando la igualdad de oportunidades de las empresas».

Ximo Puig le hizo un guiño a los empresarios de la Marina Alta. «Aquí hay empresarios potentes que han entendido el nuevo paradigma». Antes dibujó cómo debe ser la transformación del modelo económico y dijo que debe huir de la especulación y basarse en la economía del conocimiento.

La exministra socialista Leire Pajín también defendió sin titubeos a las empresas. «El sector privado es fundamental para generar respuestas creativas e innovadoras. Baleària es un ejemplo, dado que apuesta por la responsabilidad social y por valores que la hacen más rica y le aportan más beneficios».

Mientras, el economista José Carlos Díez recalcó que el mundo está viviendo una «revolución tecnológica de la que surgen grandísimas oportunidades empresariales». Animó a las firmas a explorar esa revolución. Sostuvo que «es mejor equivocarse, identificar el error y volver atrás» que quedarse en el inmovilismo.

«El arte no puede estar desligado de la acción económica»

Adorno dijo que tras Auschwitz era imposible volver a escribir poesía. Pues ayer, tras el atentado de Barcelona, se reivindicó la poesía para hacer frente a la barbarie. Antes de iniciarse la tertulia se guardó un minuto de silencio.

Y luego Ximo Puig, quien aseguró haber hablado con Puigdemont antes de empezar el acto, reivindicó a Lorca (ayer se cumplió el 81 aniversario de su muerte). Y lo recitó en voz alta: «pero que todos sepan que no he muerto (...), que soy la sombra inmensa de mis lágrimas». «La poesía y el arte no pueden estar desligados de la acción económica», afirmó.