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El fin del Popular visto por Valls-Taberner

El sobrino del histórico presidente de la entidad española desvela que no entiende cómo su tío nombró sucesor a Ángel Ron

Luis Valls-Taberner.

«Es un enigma que comparto», respondió ayer Luis Valls-Taberner al ser preguntado porqué su tío Luis eligió, por lo visto erróneamente, a Ángel Ron como sucesor suyo en la presidencia del Banco Popular. «No puedo entender las razones que impulsaron a mi tío» a tomar esa decisión, añadió ayer este empresario del sector inmobiliario en el transcurso de la conferencia sobre «Desapego y libertad. Apuntes de un banquero inclasificable» que impartió ayer en los XXXVI cursos de verano de la Universidad Católica de València.

Tras la práctica defunción del banco -intervenido y vendido por un euro al Santander el mes pasado-, Valls-Taberner expresó su alegría por que los depositantes hayan conservado su dinero, pero lamentó la situación de los 300.000 accionistas, muchos de ellos empleados, que han perdido su inversión. También se quejó de que los responsables de la entidad tras la marcha de su tío y su padre en 2004 y 2006, respectivamente, es decir, Ángel Ron, «pidieran dinero a los accionistas para tapar los agujeros pero no pidieran perdón» por los errores de gestión que han acabado matando al banco.

«Mi tío era austero y creía que la austeridad es una buena condición para un banquero, porque es una garantía frente a la codicia» y con esa premisa forjó una entidad financiera cuya actividad «estuvo al servicio de la economía, las personas y las pymes», una línea estratégica que llevó al Popular a ser durante años el banco más rentable del mundo. Tras la salida de los Valls, Ron da un giro de 180 grados y «sustituye el enfoque de la pyme y la economía por la especulación inmobiliaria». Como es conocido, la caída del Popular se sustenta en la política impulsada por Ron de entrar en ese negocio. Además, lo hace poco antes del inicio de la crisis, lo que agrava la situación. Pese a las sucesivas ampliaciones de capital, los activos tóxicos se van comiendo a la entidad hasta que su situación se vuelve insostenible con la masiva salida de depósitos que obliga a intervenirlo. En opinión de Valls-Taberner, al Popular no lo hunde la liquidez y la solvencia, sino la falta de confianza. El sobrino del expresidente añadió ayer que los problemas de la entidad financiera se conocían «desde hace seis o siete años». Y a continuación se preguntó: «¿Por qué los organismos de control (léase, el Banco de España) actuaron tan tarde?».

El familiar de los antiguos copresidentes analizó también el papel jugado por Reyes Calderón, la consejera coordinadora independiente que propició en noviembre del año pasado la destitución de Ron en el consejo y la llegada a la presidencia de Emilio Saracho. Valls-Taberner aseguró que le «faltan datos» para opinar si esta decisión agudizó la crisis del banco, pero hizo dos precisiones: si Calderón «ha actuado como independiente, me parece bien» y «todos los accionistas coincidían en que un cambio de rumbo era necesario». Ahora bien, asimismo añadió que «si la actuación de Calderón se hubiera dado en 2008 quizás se habrían solucionado los problemas».

Preguntado si el ejercicio de transparencia sobre la peligrosa situación en que se encontraba el banco realizado por Saracho contribuyó a su hundimiento, Valls-Taberner afirmó que él «pensaba que la verdad es una virtud, pero parece que ese ejercicio de transparencia ha sido letal. ¿Ha contribuido a empeorar las cosas? ¿Quería restaurar la confianza? Creo que podría haber sucedido esto, pero al final no ha sido así».

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