Todos los años se repetía la misma escena. Cuando Sergio Galiana, profesor de la asigantura de Creación de Empresas en la Universidad Miguel Hernández, preguntaba a sus alumnos qué querían hacer en un futuro, la respuesta mayoritaria era trabajar en un banco o, concretamente, hasta hace no tanto, entrar en la CAM. Visto lo visto, Galiana decidió atacar el problema desde la base y, aprovechando su posición de técnico de desarrollo local en el Ayuntamiento de Algueña, decidió impulsar un programa para fomentar el espíritu emprendedor desde niños, entre los alumnos del colegio de Primaria del municipio, el Virgen del Remedio.

Lo llamó «Cantera de emprendedores», haciendo honor a la principal actividad que sustenta la economía de esta pequeña población del Medio Vinalopó, donde se encuentran los yacimientos que sustentan la potente industrial del mármol provincial, y acaba de cerrar su tercera edición con «notable éxito», según su impulsor. Sobre todo porque ha conseguido uno de sus principales objetivos: implicar también a los profesores y a los progenitores.

«De nada sirve trabajar con los niños si luego en casa los padres les inculcan que lo mejor es que sean notarios, médicos, ingenieros o funcionarios», señala Galiana, que recuerda que «no todo el mundo tiene las mismas habilidades» y que, para que una economía funcione, «es muy importante que se generen nuevos proyectos y oportunidades». Especialmente, si se trata de una zona de interior, donde tampoco existen tantas alternativas para emplearse por cuenta ajena.

Pero, ¿cómo se consigue en un niño de entre 8 y 12 años quiera emprender? «Evidentemente, no se trata de hablarles de trámites y de números. Lo que pretendemos es que desarrollen habilidades y que aprendan, por ejemplo, a identificar oportunidades», señala el experto. Una forma es ponerles ejemplos «de cómo otros niños han emprendido, como es el caso de los chavales que en Estados Unidos se dedican a repartir el periódico desde muy jóvenes», algo que aquí casi se consideraría «explotación infantil», se lamenta.

Pero también abriendo su mente y dejándoles claro que, si uno se lo propone, puede hacer muchas cosas para vivir. Sin ir más lejos, de la magia, como demostró con su visita Adrián Carratalá, profesional del ilusionismo y diseñador de trucos que han empleado nombres muy reconocidos.

También se les enseña a trabajar en equipo, con talleres de cocina, o a innovar en tecnología, con talleres donde se emplean piezas de Lego. En otra de las sesiones los niños tuvieron que crear un producto y vendérselo a sus compañeros y, para demostrarles que todo puede tener diversos usos y diversos enfoques, otro día aprenden a crear instrumentos musicales de piedra.

En el programa también ha colaborado el catedrático de la UMH José María Gómez Gras, que impartió un taller de «design thinking» para que los padres conozcan que existen formas de sistematizar el pensamientos y fomentar la creatividad y las habilidades de sus hijos.

Cambios con la crisis

Sergio Galiana reconoce que aún deberán pasar algunos años para saber si su iniciativa ha tenido realmente éxito y la semilla que están plantando en los niños del municipio se traduce en el futuro en un mayor grado de emprendimiento. No obstante, reconoce que la propia crisis ya ha empezado a modificar la actitud de los alumnos que actualmente llegan a la universidad. «Los jóvenes que entran ahora ya han vivido buena parte de sus vidas con la crisis y han visto las dificultades laborales de sus padres. Muchos saben que tendrán que buscarse la vida y, de hecho, algunos ya son emprendedores y tienen negocios», asegura. Ahora falta que esta nueva actitud se consolide.