Es la pregunta del millón. ¿Cuándo podremos dar por finalizada la recesión económica? Después de tres años consecutivos de crecimiento, ¿seguimos en crisis o, simplemente, ha cambiado nuestra realidad y tenemos que acostumbrarnos? La cuestión no es sencilla y lo primero que alertan los expertos es que la situación varía mucho dependiendo del sector económico o el indicador que se analice. Eso sí, en términos generales, todos coinciden en que aún queda camino por recorrer hasta que la recuperación sea completa.

Uno de los marcadores más importantes que se suele analizar es el PIB per cápita que, nominalmente, ya se encuentra a tan sólo tres puntos del máximo que alcanzó antes de la crisis, según los cálculos del Instituto de Economía Internacional de la Universidad de Alicante. Sin embargo, si se tiene en cuenta la inflación, «lo que permite tener una idea mucho más fiable de la evolución del poder de compra de las familias», según la investigadora Paloma Taltavull, la realidad es que la renta real de los alicantinos aún está un 8% por debajo del nivel precrisis. En concreto, en 18.722 euros frente a los 20.353 del año 2006, cuando llegó a su máximo. «Eso significa que aún quedan, como mínimo, otro par de años más hasta que se pueda dar por zanjada la recesión, al menos según el criterio que suelen utilizar los historiadores económicos», explica Taltavull.

Claro que otra cosa muy distinta es analizar cómo sale la economía de esta crisis, qué sectores y qué agentes han ganado y cuáles han sido los grandes perdedores. Y las conclusiones de los expertos consultados no son nada halagüeñas. Para empezar, porque se trata de una economía más desigual. «Aún no tenemos datos por provincias, pero los estudios que hay a nivel nacional dejan claro que la distribución de la renta ha cambiado y corremos el riesgo de que los problemas de bolsas de pobreza que ha generado la crisis se enquisten», explica la también profesora de la Universidad de Alicante, que sitúa el inicio de este incremento de la desigualdad en los años previos a la crisis, cuando se desregularon sectores claves y se empezó a cambiar la legislación.

«No hay duda de que el Estado del Bienestar ha quedado dañado», coincide el catedrático de Organización de Empresas de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche, José María Gómez Gras. «Llama la atención que los salarios sigan hundidos, mientras que los beneficios empresariales han empezado a recuperarse. Sobre todo cuando los salarios son claves en esa distribución de la renta y es lo que marca el consumo interno, del que sigue dependiendo la mayor parte de nuestra economía», señala el experto.Salarios más bajos

Al respecto, basta recordar los últimos datos de la Agencia Tributaria que señalan que más del 40% de los asalariados de la provincia no ganan ni el equivalente al salario mínimo interprofesional a lo largo del año -unos 9.000 euros brutos-, debido a la proliferación empleo a tiempo parcial y de que muchos de ellos sólo logran trabajar unos pocos días al mes o durante un par de meses al año. Antes de la crisis este porcentaje ya era elevado, por la presencia de sectores muy estacionales, como el turismo, el juguete o el turrón, pero no alcanzaba el 30%, según dicha estadística.

En cualquier caso, para Gómez Gras aún se está a tiempo de actuar para corregir estas desviaciones -aboga por nuevas reformas fiscales más equilibradas y por hacer más eficaz la Administración-y se muestra optimista de cara al futuro, con permiso, eso sí, de las consecuencias del «Brexit» y de las políticas de Trump.

La otra gran clave de esta recuperación son los cambios que se han producido en el tejido productivo y que se traducen en una pérdida notabilísima de peso de la construcción, que llegó a representar el 14% del PIB provincial y ahora apenas supone la mitad de esa cifra. Un espacio que han ocupado la industria y los servicios, aunque también dentro de estos sectores la crisis va por barrios.

Por ejemplo, la última Encuesta Industrial Anual de Productos de la Comunidad Valencia, que recoge datos de 2015, muestra cómo la producción del calzado ya igualaba ese año las cifras anteriores a la crisis -alrededor de 1.400 millones de euros- y que la industria agroalimentaria incluso las superaba. Mientras tanto, el sector del mármol y la piedra natural, dependientes del ciclo de la construcción, apenas facturaba un 38% de la cifra que alcanzó en 2008.

Del mismo modo, dentro de los servicios, mientras los hoteles hace tiempo ya que dejaron atrás los efectos de la crisis, la cifra de negocios del comercio minorista aún sigue más de un 20% alejada de sus máximos y el sector emplea a 6.000 personas menos que en 2007.Más empresas sin empleados

La crisis ha variado, incluso, la propia estructura empresarial de la zona, como apuntan desde el Instituto de Estudios Económicos de la Provincia (Ineca). Así, mientras que el número total de empresas de la provincia sigue un 6,5% por debajo del que había en 2008, el número de negocios sin asalariados ha crecido un 4,5%, lo que indica que el problema de tamaño que ya existía en la zona se ha agravado. Del mismo modo, la economía alicantina está ahora más internacionalizada, como apunta el incremento del 38,2% de las exportaciones y del 20,4% de las importaciones que se ha registrado en este mismo periodo, según estas mismas fuentes.

Todo ello lleva al presidente de Ineca, Perfecto Palacio, a asegurar que «la provincia está saliendo de la crisis con importantes incertidumbres y con un cambio profundo en su estructura productiva, ya que ésta ha dejado de ser excesivamente dependiente del sector inmobiliario. Las exportaciones muestran el incremento de la productividad y el aumento de las importaciones es un síntoma de la modernización del aparato productivo».