Mientras el «Brexit» amenaza al que todavía es el principal mercado del sector inmobiliario alicantino en el exterior, la demanda interna tiende poco a poco «a la normalidad», en palabras del vicedecano de los notarios, Delfín Martínez. Así, el año pasado los compradores nacionales adquirieron hasta 17.240 viviendas en la provincia, lo que supone un 11,75% más que en 2015, en lo que supone ya el tercer repunte consecutivo desde que se tocara fondo en el año 2013.

Una parte de este incremento se debe a los compradores de otras provincias -sobre todo, de Madrid y Castilla-La Mancha- que llegan en busca de una segunda residencia para pasar el verano y otros periodos vacacionales, pero también va en aumento la demanda local.

Por un lado, hace ya un par de años que se reactivó lo que se conoce como demanda de reposición. Es decir, la que protagonizan aquellas familias o ciudadanos que ya tienen una vivienda en propiedad pero aspiran a una mejor y disponen de la capacidad adquisitiva necesaria para ello. Un colectivo que sólo estaba esperando a que los precios dejaran de caer.

Pero, además, esta bajada de los precios y la mejora del empleo también han permitido el florecimiento de un mercado de segunda mano de pisos de precios asequibles, al que están recurriendo las parejas jóvenes que llevaban años queriendo independizarse pero que, por culpa de la crisis, habían retrasado esta decisión. Esto se aprecia, por ejemplo, en el hecho de que el importe medio de los pisos que se vendieron el año pasado fue más bajo que en 2015, al alcanzar únicamente los 88.369 euros de media. Una cifra muy inferior a los 131.030 euros que gastaron los extranjeros que compraron un apartamento o un bungalow en la costa.