El sueño del combustible barato se esfuma. Si hace un año la práctica totalidad de las gasolineras podía permitirse ofrecer el litro de gasóleo a menos de un euro, en la actualidad tan sólo queda una estación de servicio en toda la provincia que mantenga este precio, según los datos que los propios operadores ofrecen al Ministerio de Industria. Y lo hace más bien como reclamo comercial ya que se trata de una gasolinera perteneciente a un supermercado -el Alcampo del Centro Vistahermosa de Alicante- que aprovecha para ofrecer descuentos adicionales para sus clientes.

Lo cierto es que desde que tocaran fondo a principios del pasado año, el coste de los carburantes ha mantenido una línea ascendente casi ininterrumpida y en el caso del gasóleo acumula ya una subida de más del 20% en la provincia, la mitad de la cual se ha producido exclusivamente desde el pasado mes de noviembre, como han podido comprobar los conductores.

Fue entonces cuando la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) logró ponerse de acuerdo y pactó un recorte de cuotas para poner fin a la sobreproducción que había ocasionado el desplome del barril anteriormente. A ello hay que unir la depreciación del euro, que encarece las importaciones de crudo y, por si esto fuera poco, a diferencia del otoño y el invierno pasados, el frío de estos últimos meses ha contribuido a elevar la demanda de gasóleo para calefacción, lo que ha acabado de generar la tormenta perfecta para que se produzca una remontada acelerada de los precios, como reconocen también desde la patronal que agrupa a las principales compañías que operan en el mercado español, la AOP.

Así, si en enero de 2015 el litro de gasóleo se pagaba a una media de 0,960 euros en Alicante, en noviembre ya cotizaba a 1,083 mientras que en la actualidad esa media alcanza ya los 1,156 euros. Esto significa que, cada vez que un conductor llena el depósito, paga casi once euros más que hace un año. En el caso de la gasolina 95 la subida ha sido algo menor aunque también significativa -de un 11% en términos interanuales y un 6,9% desde noviembre- al haber pasado de 1,138 a 1,264 euros, en este tiempo, lo que supone unos siete euros por depósito. La diferencia se explica porque la gasolina bajó menos que el diésel con el desplome del crudo ya que es el combustible que se usa mayoritariamente en China y Estados Unidos, por lo que su demanda es mayor.

Pérdida de poder adquisitivo

La principal consecuencia de todo ello es la pérdida de poder adquisitivo que muchas familias ya empiezan a notar en sus bolsillos y que quedó más que acreditada ayer, cuando se supo que el encarecimiento de los carburantes provocó que la inflación interanual se disparara hasta el 1,6%, muy por encima de lo que han subido los sueldos o las pensiones. «Esto significa que las familias van a tener menos dinero para gastar en otras cosas y, por tanto, la recuperación del consumo que se estaba registrando va a ser más lenta que hasta ahora», apunta el presidente de la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios (Avacu), Fernando Móner. «Este año, la cuesta de enero se va a notar más», insiste Móner, que señala la repercusión que el petróleo también tiene en otros recibos, como el de la luz o el del gas.

Quienes también llevan ya meses sufriendo en sus propias carnes la subida del gasóleo son los transportistas, para los que el combustible supone «más de la mitad de la cuenta de resultados», como recuerda el secretario general de la patronal Fetrama, Francisco Ortiz. Por fortuna, apunta el representante empresarial, la subida ha llegado cuando la actividad en el sector ha empezado a recuperarse, por lo que cree que no será «tan dañina» como si hubiera ocurrido hace un par de años. Y lo peor es que nada hace presagiar que la subida haya acabado. Los analistas de Barclays, por ejemplo, prevén que a lo largo de 2017 el petróleo se encarecerá hasta un 30% y que podría llegar a los 85 dólares por barril en 2019, frente a los 56 euros en que cotizaba ayer el Brent.